Alta demanda. Más de 3.000 vecinos se vieron beneficiados con la construcción de este edificio. Se calcula que unas noventa personas pasan todos los días por sus consultorios.
En el centro de salud de barrio Favaloro, los profesionales intentan cubrir las necesidades de los vecinos a pesar de que muchas veces la parte edilicia no les juega a favor.
Alta demanda. Más de 3.000 vecinos se vieron beneficiados con la construcción de este edificio. Se calcula que unas noventa personas pasan todos los días por sus consultorios.
En el centro de salud de barrio Favaloro, el mayor problema no tiene que ver con la inseguridad ni con la falta de insumos, sino con la parte edilicia.
La implacable humedad que ha avanzado en las paredes, baños que debieron ser clausurados, rajaduras en los techos y puertas que no abren correctamente son los inconvenientes que afectan al trabajo de los profesionales que atienden en este lugar.
La solución no es imposible ni costosa, tiene que ver más que nada con el mantenimiento requerido por cualquier construcción. Sin embargo, nadie parece tomar en serio los constantes reclamos de médicos y enfermeros.
Fuera de ello, inaugurado hace poco más de dos años, el inmueble cubre adecuadamente las necesidades de espacio y distribución propias de este tipo de servicios.
Por allí, pasan aproximadamente noventa personas por día, en su mayoría vecinos de Favaloro y Altos de Nogueras. En estos meses, el número ha aumentado como consecuencia de las campañas de vacunación.
Claudia Romero, enfermera coordinadora del centro, comenta que el dispensario se encuentra abierto desde las 6.30 de la mañana hasta las 18.30 de la tarde y que el personal se reparte básicamente en dos turnos. “A la mañana, tenemos todos los días la asistencia profesional de un médico clínico, un ginecólogo y el servicio de odontología. A la tarde, viene un generalista y una pediatra”, explica.
Sobre las características de la población que allí se atiende, Claudia comenta que se trata en su mayoría de personas de clase media o humilde, y que ante este panorama particular las funciones de los médicos muchas veces van más allá de los muros del centro. “Por ejemplo, hay algunos casos de desnutrición, pero ya los tenemos bajo control con nuestro asistente social y nuestro agente comunitario. Ellos trabajan también a domicilio, lo controlan al chico todos los meses y hacen un seguimiento riguroso de su situación”, cuenta.
Dos años de antigüedad. El centro fue inaugurado hace poco más de dos años en la intersección de las calles Gregoria de Lamadrid y Padre Malaver.
Dificultades de acceso
Claudia vive en Santa Rosa de Lima y comenzó a trabajar en este centro al momento de su inauguración. Por aquel entonces, debía trasladarse a su lugar de trabajo en colectivo, situación que no era sencilla teniendo en cuenta que cada recorrido le ocupaba en total más de una hora y media. “Calculá que para ir desde acá hasta Peñaloza, el colectivo te demorará unos 20 ó 30 minutos. Ahí tenés que esperar el 18, que para llegar al centro más o menos te demora una hora. Así que cualquiera de los vecinos de Favaloro necesita una hora cuarenta para llegar al centro”, comenta. “Sería bueno mejorar la frecuencia de los recorridos porque es muy complicado para quienes viven en esta zona”.
Otro de los problemas a los que hace referencia Claudia -y que comparte con el resto de los vecinos- es que los días de lluvia el acceso al barrio es prácticamente imposible. “Los días de lluvia el barrio queda aislado. Las ambulancias no entran, los profesionales tampoco, y la gente que tiene que salir de Favaloro para ir a trabajar a otras zonas no tiene modo de salir de acá”, concluye.