Cuatro cuarteles. En el departamento La Capital hay cuatro cuarteles de bomberos: el de la zona norte que visitó Crónicas de Barrio, el central de calle 9 de Julio y Primera Junta, el de Santo Tomé y el de Rincón.
Si no fuese por las estruendosas sirenas, pasarían desapercibidos. Humildad, entrega absoluta y capacitación son los cimientos de uno de los más nobles trabajos que puedan existir: el de bombero.
Cuatro cuarteles. En el departamento La Capital hay cuatro cuarteles de bomberos: el de la zona norte que visitó Crónicas de Barrio, el central de calle 9 de Julio y Primera Junta, el de Santo Tomé y el de Rincón.
Un minuto. Ese es el lapso de tiempo establecido por protocolo para atender cada una de las emergencias que a diario recaen en el Cuartel de Bomberos Zapadores de la zona norte.
No hay tiempo para pensar. Sólo funciona un instinto, una vocación de servicio que lleva a los jóvenes de este cuartel a arriesgar la propia vida para salvar las de desconocidos.
En ese minuto todo es vertiginoso. Durante los 30 primeros segundos se constata la veracidad de la llamada y en los 30 segundos siguientes se parte hacia el lugar del hecho mientras se piden todos los apoyos necesarios: la comisaría, las empresas de gas, la EPE, las ambulancias...
El comisario Juan Cachosky está a cargo de este cuartel dependiente de la Policía de la provincia y con jurisdicción desde Estanislao Zeballos hasta el límite del departamento La Capital con San Justo.
Cachosky explica que los bomberos prácticamente viven durante toda la semana dentro del cuartel. “Nuestra tarea consiste básicamente en la prevención de incendios, salvamento, rescate y riesgos químicos, y cualquier tipo de colaboración que se nos pida”.
En promedio, realizan unas cinco salidas diarias. Para ello se organizan en tres guardias, compuestas por cinco efectivos y un chofer, que cubren las 24 hs. del día relevándose entre ellos.
Con respecto al tipo de emergencias que atienden, en su mayoría se trata de incendios de espacios verdes, viviendas y vehículos. Además, colaboran en accidentes de tránsito y brindan capacitación en escuelas, sobre todo en materia de prevención.
Capacitación constante
Pero más allá del fuego y las urgencias, la jornada de un bombero lejos podría considerarse como “tranquila”.
Cuando no están en plena acción, los chicos se forman constantemente. A nivel interno existen academias e instrucción específica para el manejo de equipo y material. Y a medida que van ascendiendo, también realizan capacitaciones relacionadas a la jerarquía inmediata o para ir adquiriendo conocimientos relacionados con su tarea.
De hecho, Cachosky cuenta que “hay muchachos que están preparándose para las futuras brigadas de rescate con canes, otros que se preparan con buzos tácticos y también en el uso de sustancias peligrosas y químicas”.
La mayor satisfacción
El cuerpo de bomberos es una de las unidades con mayor prestigio dentro de la Policía. Según Cachosky, “tiene una tradición sin ninguna mancha y que todos nos esforzamos por mantener”.
Pero de ninguna manera esto los lleva a dormirse en los laureles. “La mayor satisfacción para un bombero es volver con el trabajo hecho, salvar las vidas y los bienes que haya que salvar. A veces los chicos vuelven tristes, porque a pesar del esfuerzo no pueden salvar una vida o se enteran que la vida que salvaron, después se perdió. Pero tenemos un importante soporte psicológico e intentamos contenernos entre nosotros”, concluye con orgullo el líder de este gran equipo.
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