Rubén Rézola tiene 21 años y fue uno de los representantes de Santa Fe en las Olimpíadas de Londres 2012. Compitió en canotaje en la categoría K2-200 junto al rionegrino Miguel Correa, y llegaron en el quinto lugar en la final, lo que les permitió obtener un Diploma. Además, el joven deportista había obtenido una Medalla de Plata en los Juegos Panamericanos de Guadalajara del año pasado.
— ¿Es muy duro el entrenamiento para competir en canotaje a nivel internacional?
— Cuando estoy entrenando divido mi semana en dos tipos de rutina. Las más largas son los lunes, miércoles y viernes. Esos días me levanto a las 7 o a las 8 si estoy en Santa Fe, y si estoy concentrando a las 6. Arrancamos el entrenamiento con dos rutinas antes del mediodía, después almorzamos, dormimos una siesta larga (que en verano es más larga por el calor) y a la tardecita otra vez a entrenar o a correr o al gimnasio. Los martes y jueves hacemos medio turno de dos sesiones (de entrenamiento, de gimnasio o de correr). Lo máximo que hago son tres sesiones por día. Cuando estoy concentrando es más o menos lo mismo, aunque cuando estoy en Santa Fe es más cómodo porque estoy en casa y aprovecho para estar con mi familia. En cualquiera de los casos, la siesta es fundamental.
— ¿Por qué elegiste el canotaje? ¿Qué sentiste el día que supiste que podías llegar tan lejos?
— Elegí el canotaje porque siempre me gustaron los deportes de agua. A los 2 años empecé a hacer natación, hasta más o menos los 11. Por esa época, le pedí a mi mamá que me llevara a canotaje, y así empecé.Nunca se sabe que uno va a llegar tan lejos, aunque uno siempre se lo propone. Me pasó que cuando estaba en la final olímpica pensé: “Mirá hasta dónde llegué y cuántos objetivos se pueden lograr”, y se me cruzaron un montón de cosas por la cabeza, todo lo que había hecho para estar ahí.
— ¿Cuáles son tus planes a futuro? ¿Qué metas querés lograr?
— Me queda ganar medalla en un campeonato del mundo y esperar los cuatro años que faltan para los próximos Juegos Olímpicos. Hay que ver qué pasa estos cuatro años. Espero estar ahí y lograr mejorar lo que hice en Londres. Aprovecho para agradecer a mis amigos, a mi familia, a Ohashi, al Gimnasio Temple, Qyu -que es un amigo que siempre me da una mano-, al Club Marinas y al Club El Quillá, que me abren sus puertas para entrenar, porque sin todos ellos, no podría haber llegado.