Darío Pignata
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Es cierto que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Aún hoy, 20 años después, alguien todavía me dice “tengo el recorte de ese artículo tuyo de El Litoral pegado en la oficina”. Suele pasar en este laburo, a veces uno se equivoca y la pega. En verdad, aún hoy esa foto me pone la piel de gallina. Porque esa foto resume todo lo otro: ver el éxodo sabalero en el playón de estacionamiento del Chateau o ver cómo el plantel llegaba más tarde a la cancha porque no podía avanzar de la cantidad de hinchas que había en Córdoba.
El mérito de este recuerdo periodístico tiene nombre y apellido: Alejandro Villar. El “Gordo”, “Pirulo”, como quieran llamarlo. Como marca el Autotrol de Argentina ‘78, eran las dos y media de la tarde. Faltaba media hora y no entraba un alfiler. Es bueno que los hinchas, en las redes sociales, impulsen el recuerdo. Más que nada para que los pibes de las nuevas generaciones sepan que ser hincha de Colón siempre fue sinónimo de sufrimiento y grandeza.
Esa foto fue el Polaroid de una locura ordinaria. Es perder tiempo discutir si fueron 20.000, 25.000 ó 30.000. Lo real es que nunca en Santa Fe vimos nada igual. De paso, quiero explicar el título, justamente, para los más pibes. Polaroid fue una marca que desde 1947 fabricó cámaras fotográficas que no sólo tomaban la foto sino que también te la “positivaban” (imprimían) en segundos y no era necesario llevarlas al laboratorio fotográfico. A esas pequeñas fotos se las conoció como “Polaroids”. Lo mismo que esta foto de la hinchada de Colón en el Chateau. El Polaroid de hace 20 años fue el diario El Litoral: no hizo falta imprimirlo. Cuando el diario ganó la calle, enseguida se metió en los miles y miles de hogares sabaleros. Está ahí. No se irá nunca. Por los siglos de los siglos.