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Villa California (San José del
Rincón): el boom de la costa

Desde la construcción del terraplén en el año '92, la zona experimentó una explosión habitacional. Reclaman la implementación de un plan rector para regular el crecimiento.

Tradicionalmente Villa California fue para los santafesinos un lugar destinado al descanso de los fines de semana que posibilitaba alejarse unos días de la ciudad en busca de un espacio natural. Cuando se empezó a construir el terraplén -que se extiende desde La Guardia, en el kilómetro 0 de la Ruta 1 hasta el kilómetro 8 y 1/2- la zona comenzó a poblarse, al punto de que en la actualidad casi no quedan terrenos disponibles.

El presidente de la vecinal Villa California, Mario Sosa, nos explicó que "el fenómeno que se ha dado desde el '92 a esta parte, es la afluencia de gente que viene a vivir permanentemente. Esto se acentuó con la construcción del terraplén que aparentemente impediría el paso del agua en caso de crecientes del río. Lo que se produjo fue realmente una explosión habitacional".

Los terraplenes están bien consolidados pero "la gente no se acostumbra a convivir con ellos y es común que, por negligencia o ignorancia, se los dañe. Por ejemplo, mucha gente sabe que no se puede circular con vehículos por las defensas, sin embargo circulan y levantan la capa protectora que tienen arriba; eso produce erosión, de manera que cuando deba funcionar en una emergencia hídrica no se encontrará en óptimas condiciones".

Regular el crecimiento

La explosión habitacional trae aparejado otros inconvenientes.

"Desde hace años estamos planteando la necesidad de implementar un plan rector para regular el crecimiento habitacional del lugar, mediante el cual el principal objetivo es preservar las características naturales, culturales y los hábitos de convivencia que existían antes de que llegue esta gran cantidad de gente a la villa. Un problema importante que tenemos es la gran velocidad con que circulan los vehículos por la villa; muchos padres les dan los autos a menores para que practiquen y aprendan a manejar y, a causa de estas imprudencias se han producido accidentes".

Los primeros habitantes de Villa California extrañan la tranquilidad de años atrás: "Nos criamos acá y nunca pasaba nadie, ahora a nuestros hijos los tenemos que tener encerrados porque es un peligro", advierten.

Pérdida de valor

La gran cantidad de gente que desembarcó en la villa modificó la forma de relacionarse con el entorno, marcando una diferencia con los que están desde siempre. "Los recién llegados tienen una actitud generalmente agresiva con la naturaleza, no todos, pero hay muchos que tiran basura en cualquier lado. Generalmente son los que tienen casas de fin de semana que vienen como de paso y no les importa tanto preservar el ambiente como a los que vivimos acá. Esto hace que el lugar empiece a perder valor como espacio natural" coincidieron Mario Sosa y Edgardo Cabrera, también integrante de la vecinal.

"Pedimos que se organice el crecimiento, no que deje de venir gente para preservar la tranquilidad. Pero no hemos conseguido apoyo político y a medida que pasa el tiempo la situación nos va sobrepasando", acotaron.

También hay lugares para bailar que ponen música toda la noche y están rodeados de viviendas.

Algunos sí, otros no

Con respecto a los servicios cuentan con iluminación, mantenimiento de calles -que en esta zona es importante porque son de arena- y recolección de residuos.

Carecen de agua potable y se abastecen con agua de pozo. Las opiniones están en relación con el agua potable, algunos la quieren y otros no. "En realidad el agua es de buena calidad", afirman.

Tampoco tienen gas natural ni cloacas pero esto no es un problema porque los pozos negros están 14 metros por debajo y nunca se tocan con las napas de agua.

La estrategia en seguridad se implementa desde la Coordinadora de la Costa, de la cual forman parte, que logró un operativo para toda la zona, ahora considerada como unidad, consistente en la reposición de efectos, "desde hace un mes, con la mayor presencia policial, disminuyeron un poco los robos".

%sEl sueño de la sede propia

La vecinal todavía no cuenta con una sede propia, si bien tienen adjudicado un terreno que fue cedido en comodato por la comuna de Rincón y ya cuentan con alrededor de 200 socios.

Entre las actividades que han realizado se destaca la nomenclatura de las calles que, por cierto, llevan nombres muy curiosos y permitieron que a los vecinos por lo menos les lleguen los impuestos. Todos están relacionados con la naturaleza y surgieron de la creatividad de la escritora María Guadalupe Alassia que vive en el lugar. Algunos de ellos son: Calle del Sol, de la Luna, de la Sombra, del Rocío.

"El crecimiento trajo trabajo"

Coco y Lito Martínez llegaron hace más de 30 años, y eran miembros de una familia de campo oriunda de Tostado. Villa California fue el punto final, luego de las escalas en Monigotes y Campo Andino."Había unas 15 casas, y muy pocas eran de fin de semana", recuerdan.

Habían comprado "un campito de 87 hectáreas sobre la laguna", justo para la creciente del '66, y en el predio sembrarían maíz y forraje, tenían hacienda y tambo, y vendieron leche suelta hasta que se prohibió.

Era el único campo, y el resto se trataba de pequeñas parcelas, que habitaban viejas familias como los Zanetta, Sánchez, Schneider, Nini y Roberto. "Se esperaba el sábado, para salir", y de muchachos iban a los bailes de San Lorenzo y Central, los clubes de Rincón.

Los dos primeros años las cosechas fueron buenas; sufrieron inundaciones y terminaron vendiendo el campo para instalar ramos generales en El Descanso, que fue un paso fatal: "Ahí se nos fue la platita", cuenta Coco, que al menos ahora duerme tranquilo, sin pensar en cuentas. Había mucha venta a fiado y "nos agarró el Rodrigazo, con la explosión de las tasas y un crédito bancario", precisa más técnicamente Lito, que hoy es sonidista.

Las defensas y el camping de UPCN fueron "una revolución". Villa California se pobló rápidamente y los viejos vecinos aceptan que el fenómeno fue positivo, ya que "el crecimiento trajo trabajo para la construcción y el cuidado de quintas, y se valorizó la propiedad".

Una escuelita en el recuerdo

Algunas instalaciones de la quinta "La Clemencia", de don Marino Virgilio, que vivía en Santa Fe, fueron utilizadas por su hija Emma Marino para crear una escuela. Era maestra y daba clases a unos pocos alumnos de distintas edades. La quinta era cuidada por Amalia, viuda de Blanche, y uno de sus siete hijos, Thelmo, buscaba y llevaba a la maestra en sulky, y esos viajes terminaron por unirlos en matrimonio.

Emma fue trasladada, la quinta se vendió a los Manfredi, y de la escuelita de Villa California no queda ni el mástil, pero sí la gente que se acuerda con afecto de aquella maestrita que venía todos los días desde Santa Fe a enseñarles. Fue hace más de medio siglo y una de sus hijas, Alicia Blanche de Acosta, vive en Villa California y ama el lugar.