Opinión: OPIN-01

Opinión


Brotes de vieja política
en un tiempo de cambios

Los acontecimientos que la semana pasada conmovieron a la ciudad de San Luis no hacen más que poner en evidencia el carácter cesarista de un régimen político anacrónico sostenido por caudillos arbitrarios.

Como es de público conocimiento, el gobernador Adolfo Rodríguez Saá propuso dividir la ciudad capital en cuatro municipios. San Luis suma unos 120.000 habitantes, una cifra que no justificaría una decisión de ese tipo si no fuera que en los últimos comicios ganó la intendencia un dirigente justicialista enfrentado con los hermanos que manejan discrecionalmente el poder desde hace diecisiete años.

El control que los Rodríguez Saá ejercen sobre la provincia es absoluto: desde el Poder Ejecutivo hasta los medios de comunicación y desde la Justicia hasta el Poder Legislativo, todos los resortes de decisión pública pertenecen a la familia. A este ascendiente institucional hay que agregarle el poder económico reforzado en estos diecisiete años, gracias a los buenos negocios que representó para la provincia y sus funcionarios el régimen de exenciones impositivas para las empresas que deseasen radicarse allí.

En los últimos años la provincia de San Luis ha sido noticia nacional debido a los recurrentes atropellos institucionales y políticos de la familia. Crímenes nunca esclarecidos, cierre de diarios opositores, persecución y encarcelamiento de disidentes (el caso Jaime Emma), escándalos amorosos vinculados con el poder político y negocios sospechados en la órbita del Estado.

La discrecionalidad en el ejercicio del poder se extendió a todos los campos de la vida pública. Es así como en algún momento el gobierno de la provincia financió al equipo de básquetbol de Gimnasia y Esgrima Pedernera Unidos (GEPU) y para ello se habilitó un estadio -el Ave Fénix- que le costó a San Luis alrededor de seis millones de dólares.

Gran notoriedad adquirió en su momento la reedición de los textos de Víctor Saá publicados en 1937 en donde además de condenas antisemitas se alababa a los regímenes totalitarios de Europa. La divulgación de un libro de lectura obligatoria con ponderaciones y fotos de los hermanos Adolfo y Alberto también adquirió resonancia nacional y el tema fue abordado por los principales periodistas de entonces.

En todos los casos, a la concentración absoluta del poder se sumó la corrupción económica y el autoritarismo político. Fieles discípulos de Vicente Leónidas Saadi, los hermanos gobiernan la provincia con el estilo caudillesco que a su manera practican o han practicado Juárez en Santiago del Estero, Romero en Salta, Menem en La Rioja o el propio Saadi en Catamarca.

Las tendencias conservadoras y populistas se confunden con la vertiente peronista, produciendo un resultado en el que la constante es el autoritarismo político, el enriquecimiento de los gobernantes y el empobrecimiento de los sectores medios opositores.

Lo que en estos momentos están haciendo los Rodríguez Saá en San Luis no es muy diferente de lo que hizo el peronismo de los primeros tiempos. En ese sentido la identidad política de los actos es clara, aunque conviene recordar que estos se dan hoy en un contexto diferente en el que el mismo justicialismo ha cambiado. No obstante, en provincias como las mencionadas impera todavía el viejo estilo, máxime en San Luis, privilegiada por exenciones impositivas que le han reportado grandes ventajas económicas, clave de la pervivencia de los Rodríguez Saá.

Más allá de los datos pintorescos, preocupan los niveles de extensión de estas realidades despóticas y estas distorsiones económicas. A los costos financieros que representa para el conjunto de la Nación sostener estos regímenes, se le suma la traba cultural y económica que, para un país que necesita crecer y modernizarse, significan estas excrecencias del pasado.