Opinión: OPIN-01

Opinión

Fortalezas y debilidades de
la democracia estadounidense

El mundo contempla con estupor las dificultades que se le presentan a los Estados Unidos para decidir quién será su presidente número 43. El asombro domina en primer lugar al propio pueblo norteamericano, que no termina de entender cómo es posible que sean justamente ellos los que deban atravesar por una situación de ese tipo.

Más allá de las preocupaciones que genera esta crisis -y dejando de lado las inevitables ironías que ha despertado este episodio-, lo ocurrido habilita algunas reflexiones acerca de los sistemas electorales y la cultura política del país que no sólo es considerado la primera potencia del mundo, sino, además, una de las democracias más fuertes de la historia.

Más allá del hecho cierto de que por primera vez en muchos años Estados Unidos debe vivir la experiencia de una elección que divide a la población por mitades casi exactas, lo ocurrido no deja de poner en evidencia el anacronismo de los colegios electorales, instituciones creadas hace más de doscientos años por los Padres Fundadores, cuando los conceptos de democracia y participación civil eran muy diferentes a los actuales.

Mientras los resultados de los comicios daban cifras claras para el ganador y el perdedor, este límite carecía de importancia, pero cuando la casualidad o "los dioses" dan un resultado reñido, el Colegio Electoral emerge como una institución conflictiva e injusta en tanto y en cuanto podría dar como ganador al candidato con menos votos.

Es verdad que las reglas del juego que aceptaron los competidores dejaban abierta esta posibilidad, pero no es menos cierto que desde el punto de vista de la legitimidad política un presidente que llega al poder en estas condiciones tendrá, inevitablemente, flancos débiles en el comienzo mismo del mandato, situación que se magnifica cuando se trata de la primera potencia mundial.

En la Argentina, uno de los incontrastables aciertos de la reforma constitucional de 1994 fue haber derogado esta institución, copiada precisamente del constitucionalismo norteamericano. Las razones que los convencionales dieron para derogar a los Colegios Electorales son las mismas que ahora esgrimen los políticos norteamericanos. Cabe agregar el hecho de que hoy carece de validez política y jurídica suponer que el voto popular debe ser mediatizado, "filtrado" y corregido de hipotéticos errores o excesos por el Colegio Electoral.

La crisis electoral también desnudó los límites de las llamadas encuestas y, muy en particular, de las de ciertos medios de comunicación demasiado ansiosos por brindar la primicia, cuando la prudencia indicaba hacer lo contrario. La actitud rayana en el sensacionalismo y la irresponsabilidad de algunos medios contribuyó a profundizar la crisis y a poner en evidencia que los tiempos de la democracia no coinciden con las necesidades comerciales de muchos medios de comunicación. El voto, huelga decirlo, es un acto sustancial de la democracia. Por lo tanto, no puede degradarse en un producto más del mercado.

La otra cara de la moneda es la salud de un sistema electoral que, a pesar de las dificultades que se le presentaron, fue capaz de ofrecer los correctivos y garantías necesarios para que la voluntad ciudadana se respetara.

Si bien el proceso electoral estuvo viciado por faltas -que a decir verdad son habituales en todo comicio, aunque en este caso se agrandaron por la paridad de fuerzas-, corresponde destacar que el sistema electoral reveló su vigor. Que en la primera potencia del mundo hayan surgido estos inconvenientes es algo que llama la atención, pero que al mismo tiempo el sistema reaccione con tanta energía es algo que reconcilia con la democracia.

Ahora cabe esperar que los candidatos hagan valer sus derechos políticos sin perder de vista en ningún momento su condición de estadistas. Tanto Gore como Bush saben que lo que está en juego no es sólo la presidencia de los Estados Unidos sino la previsibilidad del sistema político de la primera potencia, razón por la cual el mundo debería saber a la brevedad quién es el nuevo presidente norteamericano.