Y al final fue 2 a 2. Quizás con mejor sabor para Unión, que jugó de visitante y con un hombre menos durante buena parte del cotejo. Pero más allá del resultado, justo finalmente por lo que ambos expusieron en el campo de juego, es importante destacar lo que ambos se brindaron buscando sacar adelante un compromiso que desde el vamos estuvo condicionado por el impresionante aguacero que se abatió sobre el estadio del barrio Centenario, y por el fuerte viento cruzado que inclinaba la cancha hacia el arco de J.J. Paso.

Así, con ese condimento, pareció ser Unión el que mejor entendió el partido en esa primera parte, pues sus hombres presionaron alto, sobre el armado de juego de Colón, y obtuvieron mejores réditos del viento a favor. A los 11, Ríos le pegó con rosca y potencia y el arquero Díaz, que no repitió sus grandes actuaciones anteriores, no hizo más que mandarla adentro en su intento por rechazarla o retenerla.

A los 28, y tras la reacción de Colón que se fue con todo hacia adelante (por entonces con menos fútbol que ganas), el uruguayo Delgado colgó en un ángulo otro de sus tiros artesanales, inalcansable para Castellano (y para cualquier arquero), una de las figuras del clásico.

Colón pudo encarrilar el clásico para su dominio cuando una jugada en el área visitante derivó en un penal y en la expulsión de Cárdenas. Pero Castellano se quedó con el deficiente remate de Delgado y apenas dos minutos después, Tilger anticipaba un corner de Ríos y marcaba el segundo.

En el segundo, Colón jugó mejor, llegó al empate por medio del ex Unión Gigena y se mantuvo hasta el final la incógnita por un clásico que dejó muchas emociones. Al final, fue empate. (Más información en DEPORTE).