Opinión: OPIN-02

Opinión

Fox, populista conservador y con estilo vaquero

Por Edgar Hernández


Vicente Fox Quesada, político conservador, carismático y populista de 58 años, de exitosa trayectoria empresarial y estilo vaquero, conciliador y ambicioso, será a partir de este viernes y durante seis años el presidente de cien millones de mexicanos.

Se abre una nueva era en la incipiente democracia de este país, gobernado desde hace siete décadas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que mantuvo el poder gracias a una estructura clientelista y corrupta que Fox tendrá que desmontar.

El nuevo presidente ha prometido hacer un histórico cambio de todas las instituciones, mediante proyectos de ley que enviará al Congreso, en el que su Partido de Acción Nacional (PAN) está en minoría.

También se propone reducir el número de pobres y un proceso de paz integral de la región sur del país, la más atrasada, y en la que su antecesor, Ernesto Zedillo, le deja sin resolver el conflicto de Chiapas.

Fox nació el 2 de julio de 1942 en la ciudad de México. Segundo entre nueve hermanos, está divorciado y tiene cuatro hijos adoptivos.

Es hijo de un hacendado de origen irlandés-estadounidense y su madre, Mercedes Quesada, es española, lo que explica su afán por lucir como un ranchero mexicano, con botas puntiagudas, bigotes y andares de vaquero, y cinturón de hebilla ancha, con su apellido grabado en ella.

Rumores


Rumores nunca desmentidos aseguran que tiene un romance con su portavoz, Martha Sahagún, quien dirigirá la política de comunicación del Estado.

Desde pequeño vivió en el Rancho San Cristóbal, en la hacienda de sus padres, en una pequeña comunidad cercana a la ciudad de León, estado de Guanajuato.

"En ese lugar conviví con los demás chiquillos, hijos de ejidatarios (campesinos), compartí juegos y travesuras, y conocí de cerca uno de los males que podemos evitar: la pobreza", escribió Fox en su autobiografía.

Estudió administración de empresas en la Universidad Iberoamericana, una institución de la capital dirigida por jesuitas, en la que recibió "una educación orientada a servir a los demás".

Después, asistió a un seminario impartido por profesores de la Escuela de Negocios de Harvard (EE.UU.) y, de esa forma, dijo, obtuvo las herramientas que le hacían falta para consolidarse como ser humano.

"La otra parte me la dieron mis padres, y se conjugaron en estas palabras: trabajo, responsabilidad y constancia", explicó el futuro presidente.

Al acabar sus estudios, lo contrató la multinacional de refrescos Coca-Cola, donde comenzó como "supervisor de ruta" y escaló posiciones hasta convertirse en presidente para México y América Latina. Fue el gerente más joven que haya tenido esa legendaria empresa.

Luego, regresó a Guanajuato y se dedicó a la agricultura y a la fabricación de calzado, hasta que lo tentó la política y se afilió al PAN; en 1988 fue elegido diputado y en 1995, gobernador de ese Estado.

Fox derrotó el 2 de julio, día de su cumpleaños, al candidato del PRI Francisco Labastida y al veterano dirigente izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas.

Durante la campaña, fue implacable con Labastida y explotó al máximo los modales delicados de su contrincante, que en uno de sus actos permitió una exhibición de un streap-tease masculino, y que tenía al famoso cantante Juan Gabriel (muy amanerado) como apoyo electoral.

En contraposición, Fox, alto, corpulento, con bigote de Pancho Villa y porte de ranchero, reflejó la imagen de "vaquero-macho-mexicano" que, según análisis posteriores, lo ayudó a contrarrestar la estrategia de sus opositores, quienes lo acusaban de "títere de los intereses estadounidenses" y de recibir apoyo económico ilegal del exterior.

Su estilo fue una novedad en México tras décadas de burocracia gris del PRI. Levantó pasiones en sus mitines con declaraciones como "voy a gobernar para los jodidos", o convocatorias a "hundir el PRItánic". Y ya anunció que seguirá "en campaña durante los próximos seis años" (EFE).