Información General: INFO-03

La Iglesia y el fallo de Cavallo

Un vocero de la Comisión Episcopal consideró que la Argentina tiene problemas muy graves como para estar mirando para atrás.


Los obispos dejaron entrever que existe un "profundo malestar" en el seno del Episcopado por la revisión del pasado que desencadenó, por estos días, la decisión del juez federal Gabriel Cavallo de derogar las leyes de Punto final y de Obediencia debida.

En tanto, la anunciada "consideración" sobre el vigésimo quinto aniversario de la dictadura militar no contó con el consenso suficiente y el debate se diluyó ayer rápidamente, dejando en libertad de acción a los obispos para que dispongan qué hacer en sus respectivas diócesis el próximo 24 de marzo.

Si bien no hubo un pronunciamiento ni verbal ni escrito, una fuente episcopal de primera línea reconoció a DyN que existe "una enorme preocupación por esto de revolver el pasado" y subrayó que la Iglesia "apuesta y seguirá apostando a la reconciliación de los argentinos".

Como una regresión


El calificado portavoz comparó esta "regresión", que se auspicia desde la Justicia y las organizaciones de los derechos humanos, con "la teoría de la muerte de (Sigmund) Freud" y aseguró que hay "problemas más graves en la Argentina como para estar mirando hacia atrás".

"No hay que hacerle caso y punto", sentenció el referente eclesiástico, al punto que auspició hacer "una Argentina hacia adelante, porque mirar hacia atrás no contribuye a solucionar los graves problemas que hoy sacuden al país".

La aparición de este tema en el orden del día de la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, que desde el miércoles sesionó en la sede de Suipacha 1034, había generado gran expectativa en medios eclesiásticos.

Sobre todo en momentos en que algunos prelados, a título personal, auspician una "ley de olvido" que beneficie a todos los condenados por razones ideológicas.

Sin embargo, una normativa de este tenor no cuenta con el "aval institucional" del cuerpo colegiado de la Iglesia, que sí aspira a una verdadera reconciliación nacional sustentada sobre "la verdad, la justicia y la libertad".

Esta afirmación está en línea con el mea culpa efectuado el año pasado en Córdoba, donde la Iglesia pidió perdón por "los silencios responsables y por la participación efectiva de muchos de sus hijos en tanto desencuentro político, en el atropello de las libertades, en la tortura y la delación, en la persecución política y la intransigencia ideológica, en las luchas y las guerras, y la muerte absurda que ensangrentaron nuestro país".