Opinión: OPIN-02

Engaño lingüístico en el Mercosur

Por Susana Elena Dalle Mura


Desde que comenzó el Mercosur -fundado por el Tratado de Asunción el 26/3/91-, en los diez años de su vigencia frecuentemente escuchamos decir que los países integrantes hispanohablantes, la Argentina, Paraguay y Uruguay, debíamos aprender el portugués porque a largo plazo se generaría un bilingüismo y conocer este idioma incrementaría -para sus pueblos- las posibilidades de trabajo. Me pregunto -a diez años de su fundación- si ésta no habrá sido otra de las trampas del Mercado Común del Sur.

La premisa antes referida resultó ser una vil falacia: razonamiento en apariencia correcto pero intrínsecamente falso. En las búsquedas de empleo por conocimientos idiomáticos, el idioma inglés es el único necesario y hasta excluyente. Hoy es el idioma de la globalización y el que claramente marca la frontera del analfabetismo. Es la lengua franca y sólo un dos por ciento de las búsquedas laborales piden un tercer idioma, que en algunos casos puede ser el italiano, el francés, el alemán o el mismo portugués. Pero la realidad es que nadie demanda ese idioma como único -sino siempre acompañado del inglés- y tampoco se lo hace por el tan mentado Mercosur. Sólo la proximidad geográfica del Brasil gravita, pero no su importancia como idioma a nivel mundial ni lingüístico. Al fin de cuentas, es un español mal hablado, deformado y poco evolucionado en la inmensidad de la América latina hispana. En Europa es la lengua de uno de los países más pobres de la Unión Europea, por lo que no tiene casi difusión. No puede competir en aquel proceso de integración ni con el inglés o el francés, ni siquiera con el italiano o el alemán. El mismo español está en constante crecimiento, tanto en Europa como en los Estados Unidos, en la actualidad única potencia hegemónica mundial. Recordemos que los idiomas tienen el peso específico de los que sirven -así lo demostró el Imperio Romano con el latín, bandera de conquista junto al derecho a punta de espada sobre los sojuzgados.

La Unesco hoy habla de un nuevo analfabetismo: el funcional. Personas que no saben inglés ni detentan conocimientos de herramientas informáticas. ¿Qué importancia tiene entonces para nuestro país incorporar en su currícula el idioma portugués? A mi criterio, ninguna, aunque reconozca que es importante caminar lentamente hacia el plurilingüismo escolar -hoy aconsejado hasta por la Unesco-, sin dejar de desconocer la necesidad de una política lingüística realista.

El jurista argentino Juan Bautista Alberdi en sus "Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina" (1852) predecía, clarividentemente, que no se le debería dar diploma o título universitario a quien no supiera hablar y escribir el idioma inglés. Entonces, me pregunto si tenemos una planificación para la educación en cuanto a las necesidades del mundo actual y a las competencias que necesitan nuestros educandos para enfrentar el mundo globalizado, o si sólo nos llevamos por eslóganes, situaciones coyunturales o integraciones agónicas. El Mercosur como proceso de integración quedará subsumido en un breve lapso de tiempo en el ALCA -Asociación de Libre Comercio de las Américas-. En la práctica, una zona de Libre Comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego por crear en el 2005. México -apenas asumió el presidente Bush- fue elegido como el único país hispanohablante con poder delegado -por la primera potencia mundial- para ejercer el liderazgo regional latinoamericano. Pensemos que ese país es miembro, con los EE.UU. y Canadá, del Nafta (North American Free Trade Agreement) o TLC y poseedor de un idioma en constante crecimiento en el hemisferio Norte: nuestra bienamada lengua materna, el castellano.

Descartado el Brasil para tan codiciado liderazgo: para qué será entonces necesario enseñar el portugués en los países hispanohablantes. Si ellos mismos están incorporando el español en los planes de estudio de todos los niveles de su enseñanza. ¿Será que, por fin y después de 500 años desde su descubrimiento, asimilaron tan lentamente la idea de que son una ínsula en la América latina hispana y que para ellos es más importante saber el español de lo que es para nosotros el conocimiento del portugués? Este idioma sólo se habla en Europa: en Portugal, las Azores y la Isla Madeira; en América: en el Brasil; en Asia: en Macao; en África: el archipiélago de Cabo Verde, las Islas de Santo Tomé y Príncipe; y en el continente africano: Angola, Guinea-Bisseau y Mozambique.

En el siglo XXI, la vulnerabilidad de las lenguas será evidente. Alrededor de 250 de ellas son habladas por más de un millón de personas y más o menos el 90 % tiene menos de 100.000 parlantes. Se cree que en total existen en la actualidad unos 6.000 idiomas. La celeridad con que los humanos perdemos la diversidad de características que nos hacen diferentes es increíble. Los lingüistas estiman que para fines de este siglo la mitad de las lenguas del mundo se habrán perdido. Probablemente 20 de ellas habrán desaparecido en el 2001. Muchas de ellas lo harán sin develar los secretos de la cultura humana que escondían y sin dejar rastros. Mientras las lenguas minoritarias mueren y desaparecen, la popularidad de tres continúa en constante avance. Ellas son el chino, el español y el inglés -primera o segunda lengua de mayor difusión a nivel mundial- en la era de la mundialización, de la Internet y del comercio. La Argentina -en este comienzo de siglo y de milenio- debe fortalecer y esmerarse en la enseñanza del español como legado precioso de nuestros orígenes hispánicos. Nuestra patria es nuestro idioma. El desafío del español hoy no se basa en su defensa como idioma sino en incrementar la posibilidad de su buen uso y en expandir su protagonismo en la Internet. Su buena salud estaría en peligro sólo si la ignorancia y los malos hábitos educativos se apoderan de los países latinoamericanos. Consecuentemente, amemos nuestra lengua materna emanada de la cuna progenitora del Quijote cervantino e impulsemos una fuerte difusión del inglés para no vivir a contramano de los tiempos globalizados.