Francfort.- Las ceremonias de entrega del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes, que recibió hoy el filósofo Jürgen Habermas, han reflejado siempre las preocupaciones del momento, desde los debates sobre el pasado alemán hasta la crisis suscitada el 11 de setiembre.

Muchas veces, la elección misma de los galardonados ha sido una especie de toma de posición frente a un debate reciente, como cuando en 1980 se premió al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, lo que constituía claramente una declaración de apoyo a la triunfante revolución sandinista.

Muchos de los galardonados de la primera época, y en especial el filósofo y teólogo judío Martin Buber, premiado en 1953, eran un símbolo de los esfuerzos de reconciliación entre los alemanes y los perseguidos por las nazis.

Asimismo, el premio a Karl Jaspers, en 1958, fue en parte una prolongación de esa tendencia, aunque a este filósofo también se le quería reconocer su lucha intelectual contra las tendencias ultraconservadoras que se dieron en Alemania en la llamada "era Adenauer".

En el caso de Habermas, cuyo nombre ya había sido anunciado en verano, los atentados de Nueva York y de Washington trajeron a la Feria un debate que todavía no estaba en el ambiente en el momento en cual se anunció el nombre del premiado.

Sin embargo, Habermas -premiado por su aportación a la discusión crítica en Alemania a través de la participación en numerosos debates intelectuales- ha entrado en el tema de la reflexión sobre el fundamentalismo, que no es nuevo en las disputas en torno al premio. (EFE).