Cultura: CULT-04

Habla Silvina Ocampo

Entrevista de Raúl Gálvez


"Mi infancia fue terrible porque yo era horriblemente sensible, y nadie se daba cuenta... supongo que porque era muy callada. Ser muy sensitiva es espantoso. No para escribir, no para crear algo... pero sí para vivir. Porque la vida se va poniendo cada vez más tosca, más grosera... ¿no? A medida que descubren, por ejemplo, cosas como este aparato (señala el grabador) que un día va a servir para reemplazar a las personas. Las personas van a hablar a través de estos instrumentos... (risas).

"Solía escribir mucho de chica, pero solamente la maestra leía lo que yo escribía. Y ella pensaba que no lo hacía nada bien. Y que además usaba demasiado papel. Ponía garabatos y cosas espantosas; letras; palabras impronunciables, era terrible.

"Pensaba que era muy difícil escribir correctamente y entonces probaba con palabras aisladas y absurdas. El lector, entonces, tenía que descifrar este lenguaje que quizás se parecía al ruso o vaya a saberse a qué idioma, pero ciertamente no al español. En ésa época de mi vida lo odiaba. El inglés, en cambio, me parecía algo mágico. Bellísimo. Todavía lo es, claro. Pero no lo practico como antes.

"A mí me gustaba muchísimo dibujar. Dibujaba todo el tiempo. Incluso cuando Mamá nos apagaba la luz del dormitorio y no se nos permitía prenderla. Yo igual dibujaba sin luz y también con los ojos cerrados. Hice muchos dibujos con los ojos cerrados... cuando los encuentre te los voy a mostrar. Porque yo pensé una vez que sería terrible ser ciega. Y empecé así a dibujar sin luz. Y podía hacerlo... y nadie se daba cuenta de la diferencia.

"Yo solía jugar en un parque al que venían algunos niños japoneses. Un hombre mayor los llevaba a jugar allí. `¿íPero qué es lo que está haciendo!?', me preguntó el hombre un día. `Estoy pintando todo lo que veo', dije, `me dijeron que hiciera eso y eso es lo que estoy haciendo'. `Bueno', dijo el hombre, `íDame eso!... íNo podés dibujar a mis hijos!'. `¿Por qué no voy a poder?', le pregunté. No contestó porque no hablaba suficientemente bien español. Se fue con mis papeles y pude ver a la distancia cómo los hacía pedazos. íEstaba furioso..! (risas) Pensaba que yo había hecho algo terrible dibujando a sus niños. Los chicos eran preciosos y yo era tan pequeña como ellos...

"Me enseñaron de chica a ser muy buena con los ángeles. A quererlos. Esto era muy importante para mí. Estaban también las imágenes de algunos que me gustaban, por ejemplo, dentro de las iglesias. Se veían mucho más lindos que los actuales. Yo no sé que ha pasado con los ángeles... pero los de mi infancia eran mucho más bonitos que los de ahora... (risas). Así que yo era muy amable con ellos, y cuando me iba a dormir por la noche les entregaba mi alma. Les decía: `Les doy mi alma, ¿me podrían dar por favor algo a cambio?' Yo pensaba demasiado. Todo el tiempo. Pensaba en Dios constantemente. Qué extraño, ¿no? A veces dudaba si Él existía o no. Cuando me ocultaban, por ejemplo, dónde estaban ciertos chocolates que me encantaban... yo no entendía por qué todos me mentían. Y concluía que Dios no podía existir y permitirlo. Eso pensaba de chica. Y después quería morir por haber tenido esa clase de pensamientos. Era horrible. Me parecía espantoso dudar.

"Bueno... escribo para no hablar. Ésa es la verdad. No me gusta hablar (risas)... pero me gusta escribir. Tengo algo acerca de eso, que te puedo dar si querés. Es de una revista francesa. (Lo que sigue es parte de la respuesta escrita que Silvina dio a la revista): `Escribo para que otros amen lo que yo también amo. Escribo para no olvidarme del amor y de la amistad, de la sabiduría y del arte -las cosas más importantes del mundo. Algo de nosotros mismos y de nuestras almas permanece en el papel escrito. Es algo que se escapa de la vida y que es más importante que la voz que se altera con la salud, la suerte, el reumatismo, o la edad. Escribo para no olvidar; por odio, enojo, amor o pesar. Para no morir. Escribo sobre mis rodillas; en mis brazos; sobre una magnolia; en el lomo de un caballo de mármol que me lleva a las nubes del cielo. Escribo para cambiar el destino, para que la vida prevalezca. Pero sobre todo escribo para no tener que hablar. Hay monos y delfines que hablan. En vez de elogiarlos, los crucificamos. Escribo para que la memoria, que tarde o temprano perdemos, sea uno de los principales objetivos de la vida. Escribo para que cuando uno hable de la rosa, dure por toda la vida sobre un papel. Escribo el nombre de mi perro para que no se muera, como se murió tan tristemente. Escribir es un lujo. Y por consiguiente escribo para ser feliz, ya que soy desdichada sin verdaderas razones. Para expresarme, para regocijarme, para perderme y encontrarme en mis complicados dolores o luminosas alegrías. El ángel de la guardia de mi lenguaje es más precioso que la vida misma. A él, y no a mi horrible voz hablada hay que oír cuando lo llamo a través de la escritura. Escribo para ser querida. Para que nadie diga que miento. Porque solamente escribiendo, uno dice lo que piensa'.

"Así que bueno... por eso escribo. Para ser querida. Porque pienso que no puedo ser querida. Si escribo, sé que lo que estoy haciendo va a llegar al alma de alguien. No me importa quién sea.

"Me ha gustado muchísimo traducir. Sobre todo porque traducir es entregarse a un texto que no te pertenece pero que lo hacés tuyo. Y así he traducido. Todo lo que he traducido lo he hecho como si fuera algo mío. Pensando que para algo serviría lo que estaba haciendo.

"Emily Dickinson, desde que la leí por primera vez me gustó muchísimo. Y la empecé a traducir. Pero más tarde me di cuenta que tal vez me había equivocado. Que no merecía tanta adoración. De pronto leía un poema que me conmovía mucho y, además de admirarlo, me ponía también a traducirlo. Y los traducía con toda el alma. Pero con el tiempo, poco a poco me fui enfriando con sus cosas. Creo que porque me encontraba con cosas de Emily Dickinson entre mis papeles y me daba rabia. Empezó a aparecer en las cosas que yo escribía. Y yo me decía que no era posible escribir así. En fin, me equivoqué. Pero uno siempre se equivoca, ¿no?

"No podría no escribir. Porque escribir me parece que es como la salvación contra todo lo que hay de mezquino, de inútil dentro de nosotros. Es todo lo que nos parece que nos puede acercar un poco al cielo. No sé, creo que es algo que nos redime en cierta forma. Y si no escribiera, pintaría, probablemente con un temor muy grande. Porque para mí todo el arte se ha mezclado con una serie de cosas horribles por las cuales uno tiene que atravesar. Todo ese mundo en el que han querido imponer reglas para ganar dinero...me parece horrible... íhorrible!

"Yo creo que Kafka influyó mucho en mí. Lo admiraba mucho y siempre me sorprendía. Y esa continua sorpresa me tenía deslumbrada. Pero esa fluidez que tenía para asombrar a la gente era un cosa natural en él, nada rebuscada. Y esto me gustaba y seducía mucho. Y además yo tengo la impresión de que las cosas se le ocurrían inmediatamente. Se ponía a escribir y empezaban las cosas asombrosas. Cosas asombrosas que en realidad eran muy sencillas. Pero él sabía sacar todo esto, de un piano por ejemplo, o de una silla, de lo que fuera...

"De los escritores argentinos, bueno, me gustaba mucho Borges. Realmente. A veces en los últimos tiempos se repetía un poco, ¿no? Pero a mí me gusta mucho Borges.

"Me gusta más su prosa que su poesía. En poesía yo siento que él se contiene un poco. Cuando leía a Borges no lo sentía libre del todo. No parecía que escribiera con libertad y eso me molestaba un poco. Y de pronto era seco, ¿no? Pero la sequedad no debe quedar en el texto que a uno le gustaría escribir. Y yo creo que no puede haber sequedad en lo que escribía Borges. Porque Borges sentía y escribía cosas muy lindas. Era un hombre de una enorme sensibilidad. Pero de pronto, había algo que lo retenía. Y yo creo que tal vez fuera el miedo al ridículo... Y claro, uno en realidad nunca se puede desligar de todo lo contenido que hay en uno. Nunca.

"Creo que es inevitable para mí escribir literatura fantástica... por ahora. Pero espero que un día no lo sea más, porque me gustaría verme libre de eso... Siento que lo que escribo se va un poco demasiado lejos en lo fantástico, ¿no?

"¿Cuál futuro? ¿El mío? Mirá, fuera de la muerte no sé qué puede ser... (risas). El resto yo lo veo todo un poco embarullado. Me da la impresión de una de esas enormes ollas con las cucharas de madera que revuelven... Pero lo que sí te puedo decir es que estoy rezando todo el tiempo... porque me parece que todo se me va. Que las cosas desaparecen. Que el mundo se está volviendo oscuro; como si hubieran apagado las luces. Espero que sea mentira lo que te digo..." (risas).

(*) Fragmento del libro "Del País de la Virgen y la Ceniza" ("From The Ashen Land Of The Virgin") publicado en inglés en Canadá, por Mosaic Press en 1990, y distribuido ese mismo año en USA e Inglaterra. Inédito en español, su idioma original.