Opinión: OPIN-05

Publicaciones: Cartas ardientes


"Las cartas de amor se comienzan sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho", sostenía Jean-Jacques Rousseau. Quizás por eso, por esa característica de arrebato inconsciente, las cartas de amor de escritores y personajes famosos han sido siempre (y lo seguirían siendo, si teléfonos y correos electrónicos tuvieran las virtudes rituales y de conservación que tiene el correo postal) un material proclive a la curiosidad, interés y estudio. Publicadas en general en dosis homeopáticas y siempre después de las muertes de los actores principales, esas cartas íntimas han pasado a ser en muchos casos (Kafka, Joyce, Carroll, Nin) partes centrales de su obra.

Alicia Misrahi ha preparado para Océano una antología de esas Cartas ardientes, separándolas en capítulos como "Flechas de fuego", que recoge las cartas más ardientes (James Joyce escribiendo cartas "indecentes" a esposa; Gustave Flaubert que sueña y juega por carta con el cuerpo de su amante Louis Colete; Leopoldo Lugones, que con palabras poéticas y hasta cursis describe el cunnilingus), o "Contar el sexo" (Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, que sin secretos se describen con detalles sus conquistas; Paul Éluard que cuenta a Gala una aventura; Franz Kafka sincerándose con Milena acerca del miedo que le inspira el sexo y confiándole los secretos de su primera vez), o "Entre líneas" (con una carta de un personaje literario, el conde de Valmont en Las amistades peligrosas; o Edith Wharton que escribe a su amado: "íTendríamos que ser felices desde pequeños para luego poder ser felices de manera libre, despreocupada, extravagante! Por el contrario, aquí estoy atesorando y sufriendo ante cualquier acontecimiento, ante cualquier pequeña señal! Soy como un mendigo hambriento que desmenuza los mendrugos de pan para hacerlos durar más tiempo"), o "Dominantes, dominados y raros" (el Marqués de Sade, Lewis Carroll) para terminar con las relaciones "Entre hombres" y "Entre mujeres".