Cultura: CULT-02

"Madurar es todo"

Por Adriana Crolla


"Ripeness is all". Con este epígrafe tomado de Shakespeare, Cesare Pavese inaugura su última novela: La luna e i fal— (La luna y las fogatas), testamento y testimonio vital y poético que escribiera entre septiembre y noviembre de 1949 y publicara en abril de 1950, cuatro meses antes de que decidiera poner fin a su vida.

Madurar es todo es la idea que enhebra esta novela conclusiva y total, pero indudablemente consustanciada con la propia ideología existencial que el autor piemontés fue madurando a través de un agónico, elíptico y agudo periplo analítico y escriturario.

Madurar para Pavese es "ver en perspectiva doble" y por ende comprender en totalidad, porque todo cobra sentido al ser contemplado desde la perspectiva madura, cuando, cumplido el ciclo del destino se puede apelar al recuerdo como único recurso para salvaguardar la esencia de un pasado que, irremediablemente perdido desde lo material, opera todavía con fuerza en un presente que es y significa en razón de ese pasado que lo nutre.

"Descubrimos las cosas a través de los recuerdos que tenemos de ellas. Recordar una cosa significa verla -sólo ahora- por primera vez". Ver desde/con madurez es comprender y recuperar a un tiempo. Recuperar no lo pasado sino la huella epifánica de lo vivido y alcanzar por exacta correspondencia el oscuro sentido del presente. Es ver y sentir en perspectiva la conmoción y el asombro de la mirada auroral que sobre el mundo ejerce el niño, volver a experimentar con nostálgica aceptación el sentido de la aventura y del infinito vivido en la infancia, la pánica consustanciación adolescente con una realidad todavía incontaminada y disponible y la frustración de la mirada adulta que, en contacto con esa misma realidad, experimenta la revelación del existir como soledad y como nada, el fatal imperio de la violencia y del mal y la imposibilidad de alcanzar la verdadera comunión con los demás y con la vida.

Pero si madurar es descubrir la tragedia del hombre solo y de la nada que prevalece en todo irracionalismo, ello debe, según Pavese, servir de impulso para ir más allá, para racionalizar los propios mitos y los arcanos universales en el intento de alcanzar un significado que geste nuevos y más auténticos valores, que permita el restablecimiento de lazos fraternos que conjuren el horror del odio y de la guerra.

Su personal búsqueda de absoluto y a un tiempo de diálogo fraterno con los otros lo llevó, paradójicamente, a encerrarse cada vez más en la propia soledad de artista, intentando vivir la poesía como experiencia suprema, como búsqueda y comprensión de los propios mitos, del propio misterio y de los demás, aun con el afán lacerante e insatisfecho de alcanzar la plenitud del amor y de la vida, de llegar a ser hombre entre los hombres.

Y para ello elabora un estilo novelesco esencialmente autobiográfico aunque sutilmente travestido en los cuerpos y las voces de sus personajes. En particular en el protagonista del "eterno retorno de la luna y las fogatas", Anguila, ese huérfano venido a más que regresa a sus langas (1) natales después de muchos años de ausencia en Norteamérica. El Pavese-Anguila es un adusto pero sensible Ulises piemontés que recupera en el retorno los recuerdos de aquel pobre niño que era y que soñaba con salir a recorrer el mundo sólo para volver después fuerte y con "nombre propio" a "echar las raíces" que la esencial orfandad le había privado. Pero cuando finalmente lo hace veinte años después, ya rico y maduro, descubre que sin embargo sólo se regresa para variar de soledad, porque la guerra ha desintegrado su idílico pasado y los que se quedaron ya no son los mismos. Que sólo se fue para descubrir que "tutto il mondo Ž paese" y que hay modos más terribles de bastardía, no aquélla que te toca (como a él) sino la voluntariamente elegida (como muchos jóvenes en Norteamérica).

Pero a pesar de todo está Nuto, su antiguo y por siempre Virgilio, fiel custodio de los saberes ancestrales: del poder regenerador de las fogatas y de la fuerza inalterable del ciclo lunar que garantiza a un tiempo la inmutabilidad y el cambio de las cosas terrenas. "En la luna -dijo Nuto- a la fuerza debe creerse" (2). Y la incredulidad "evolucionista" del retornado es desarticulada por la sabiduría del campesino que no necesitó irse para aprehender el sentido de la vida: "Y entonces Nuto, muy reposadamente me dijo que superstición es sólo la que hace daño... Y que antes de hablar, debía yo volverme otra vez hombre de campo" (3).

Transfigurando el pasado en símbolos, utilizando el mito como re-conocimiento vital y artístico, Pavese unifica todos los temas que obsesivamente reiterara en su poesía y narrativa anterior, para construir una historia de sutil poeticidad, plena de ternura y dolor.

Para entregarnos el más bello documento de amor a la tierra (como memoria de todo y salvaguarda de la pervivencia) y a la condición humana: "En arte no se debe partir de la complicación. A la complicación es preciso llegar. No partir de la simbólica fábula de Ulises para asombrar, sino partir del humilde hombre común y darle poco a poco el sentido de un Ulises" (4).

El particular estilo dialógico que impregna su diario nos delinea un ser que se desdobla en el espejo de la escritura para, hablando consigo mismo, ir escudriñando y desenrollando los intrincados misterios de la existencia. Y en tanto se involucra, nos involucra y nos interpela:

"¿Existe alguien además de ti? Sólo hablas de ti y de tu trabajo. Hemos regresado a una posición infantil de antes de descubrir el mundo (adolescencia), cuando éramos nosotros mismos y nuestro juego y nada más. Algo se cierra. ¿Y después?. La luna y las fogatas. Es el título presentido desde la época del Dios-cabro. Desde los dieciséis años. Es preciso emplearse a fondo.

¿Cuántas veces has escrito en estas últimas notas? ¿Y después? Empezamos a estar enjaulados, ¿no? Soy demasiado feliz. Polícrates y Amasis"(5).

Interpelación y coloquialidad que eligió también para el último gesto de madurez existencial y escrituraria que nos dejara como legado. La misteriosa (para algunos, quizás no tanto para nosotros) nota de suicidio: "Perdono a tutti e a tutti chiedo perdono. Va bene? Non fatte troppi pettegolezzi" Cesare Pavese (6).

(1) Colinas que dan un marco típico al paisaje del norte del Piemonte.

(2) Se sugiere ver en su diario el clarificador cuadro sinóptico que elabora en S. Stefano Belbo el 1° de julio de 1942 sobre los efectos perjudiciales y perniciosos de la luna menguante y creciente sobre la naturaleza.

(3) Pavese, C: "La luna y las fogatas", Bs. As., Ed. Siglo Veinte, 1972, pág. 56.

(4) Pavese, C: "Oficio de vivir", España, Bruguera, 1979, 23 de agosto de 1949, pág. 476.

(5) Op. cit. 16/10/49, pág. 478.

(6) "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismoseen demasiado". Cesare Pavese. (La traducción nos pertenece).