Opinión: OPIN-04

El oro de la Argentina de Perón


Uno de los mitos antiperonistas más difundidos es aquel que pretende explicar los logros de la revolución nacional iniciada el 4 de junio de 1943, con el argumento simplista de decir ``Argentina era un país rico, lleno de oro''.

La Argentina de aquellos tiempos no era un país rico. Era una semicolonia, dependiente de centrales extranjeras que dictaban las políticas y controlaban los resortes básicos de nuestra economía. Era un país pobre, con unos pocos ricos. Pobre, porque las masas eran analfabetas; porque la mortalidad infantil y la desnutrición hacían estragos; porque no había caminos, rutas, escuelas, hospitales, agua corriente, gas ni luz eléctrica, distribuidos a lo largo y a lo ancho del enorme territorio nacional. Pobre, porque había salarios de hambre y desocupación. Pobre, porque la riqueza generada con el trabajo de los argentinos se iba del país.

La Argentina de aquellos tiempos, como la de hoy, era el resultado de un modelo liberal dependiente, aplicado durante la década infame de los años '30. Por el Pacto Roca-Runciman, nuestro país había sellado su dependencia con Gran Bretaña, obligándose a desarrollar una única actividad económica (agrícolo-ganadera), vendiéndole a un único comprador (Gran Bretaña) que además fijaba el precio.

A su vez, Inglaterra manejaba el monopolio cerealero en Argentina, a través de cuatro empresas: Bunge & Born, Louis Dreyfus y Cía., La Plata Cereal y Luis De Ridder Ltda. Toda la producción del cereal de nuestros campos era adquirida por este monopolio, que lo enviaba a Inglaterra. Del mismo modo, la totalidad de nuestras carnes iban a parar a los frigoríficos, que también eran ingleses.

Ingleses eran los ferrocarriles que transportaban esos productos. Ingleses los barcos que los llevaban a Inglaterra. E inglesas las compañías de seguros que aseguraban los barcos, las cargas y las operaciones. También los ingleses manejaban los puertos de embarque y los silos de almacenamiento.

Hoy como ayer


Pero, además de monopolizar las carnes y los cereales que producía la pampa húmeda, estaba todo lo demás. La totalidad de los servicios públicos estaba en manos de empresas extranjeras interesadas en cubrir solamente la ciudad de Buenos Aires y algunas ciudades importantes: tranvías, teléfonos, electricidad, subterráneos, ferrocarriles.

El sistema bancario y financiero también estaba en manos extranjeras. Y las empresas inglesas controlaban el paquete accionario de la gigantesca Editorial Haynes, grupo multimedios que controlaba radios, revistas y el diario El Mundo.

La enorme riqueza forestal del país estaba en manos inglesas. La firma conocida como La Forestal taló sin control el quebracho, remesando jugosas ganancias a los accionistas de Londres. El quebracho era insustituible para dos aplicaciones clave: la fabricación de durmientes de la red ferroviaria inglesa en el mundo, y el curtido del cuero, empleando el tanino en las curtiembres inglesas. Cuero de vacas argentinas, curtido con tanino del quebracho argentino en una curtiembre de Inglaterra.

Ese era el ``país rico'' de entonces. Los Estados Unidos imponen en 1943 el bloqueo económico contra la Argentina ``por sus simpatías con el eje nazifascista'', y a partir de 1945 establece una política de ``dumping'' inundando Europa con cereal barato, para que Argentina no pudiera colocar sus cosechas.

Gran Bretaña, nuestro principal deudor por la venta de carnes y cereales, argumenta en 1945 que no puede pagarnos la deuda porque la Segunda Guerra Mundial ha hecho estragos en su economía, y porque ha contraído un endeudamiento externo de 1.652 millones de libras esterlinas. La situación no podía ser peor.

Lejos de dejarse atemorizar por semejante cuadro de situación, Perón y un puñado de civiles y militares deciden continuar con la profundización del modelo nacionalista iniciado en 1943. Básicamente es la argentinización de la economía que estaba en manos extranjeras: ``Lograr la independencia económica, para realizar la justicia social y sostener la soberanía política''.

El modelo nacionalista


En ese marco, entre 1943 y 1950, se nacionalizaron todos los resortes básicos de nuestra economía que estaban en manos extranjeras, con lo cual las enormes riquezas que antes salían al exterior ahora quedaban en el país. Esto representó un gigantesco ingreso de fondos al Tesoro Nacional. Argentina se cobró la deuda que Inglaterra no pagaba, traspasando al Estado Nacional los ferrocarriles, la red ferroviaria y todas las empresas conexas que pertenecían al antiguo ferrocarril inglés.

En 1946 se nacionaliza el Banco Central, que era una sociedad mixta manejada por intereses extranjeros. La Argentina pasaba a ser la que controlaba el sistema bancario y financiero. El crédito pasó a ser una palanca de desarrollo para la producción y distribución de bienes en el país.

En el viejo modelo de la Argentina dependiente y semicolonial se obligaba al país a mantener una reserva en oro, ocioso, y a disposición de Gran Bretaña. Esos eran los famosos ``lingotes de oro'' depositados en el Banco Central, que generaron la leyenda antiperonista. Del mismo modo, se limitaba la soberanía del país en materia de emisión de moneda nacional.

Al nacionalizar el Banco Central, la Argentina logra manejar su propia política monetaria, abandonando esa especie de ``patrón oro'' impuesto por Gran Bretaña y la restricción en materia de emisión. A partir de allí, como cualquier país soberano del mundo, la Argentina emitió la cantidad de moneda que necesitaba para llevar a cabo su espectacular programa de desarrollo, a través de una economía planificada, establecida en los dos Planes Quinquenales.

Los antiguos monopolios británicos en el área agropecuaria fueron eliminados, creándose el IAPI (Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio) que fijaba un precio justo, adquiría la totalidad de la producción nacional y la colocaba en el exterior al mejor precio internacional jamás logrado.

Se llevó a cabo un impresionante programa de desarrollo industrial, a partir de empresas del Estado y mixtas (Somisa), floreciendo las fábricas que dieron trabajo a los argentinos desocupados. El plan de obras públicas que se llevó a cabo hasta 1955 significó la construcción de viviendas populares, rutas, caminos, puentes, escuelas, hospitales, hogares de ancianos, colonias de vacaciones, cuarteles, luz eléctrica, telefonía, diques, usinas y gasoductos.

Fabricaciones Militares, el IAME (Instituto Aeronáutico Mecánico del Estado), los Astilleros Navales, Somisa, YPF, YCF (Yacimientos Carboníferos Fiscales), Teléfonos del Estado, Gas del Estado, la Flota Mercante, Ferrocarriles Nacionales y Aerolíneas Argentinas, constituyeron la sólida infraestructura económica con que la Argentina lograba ubicarse entre las primeras potencias del mundo. Esto significó la producción de un enorme volumen de bienes y servicios generados en el país con el trabajo de los argentinos, y una riqueza que quedaba en el país. Barcos, aviones, tractores, trenes, armamento, gas, petróleo, carbón y acero se producían en el país, logrando un milagro económico a corto plazo.

Los trabajadores argentinos pasaron a tener uno de los mayores ingresos salariales del mundo, con la legislación laboral, social y previsional más avanzada, con desocupación cero. Se erradicó el analfabetismo, la mortalidad infantil, la desnutrición y la tuberculosis. Llegamos a contar con las Fuerzas Armadas y el sistema de defensa más importante de América latina. Otorgamos créditos a España, Italia, Francia, Holanda y Finlandia.

Todo esto no se hizo porque se encontró ``un país rico''. Por el contrario, el modelo nacionalista logró transformar un país pobre y dependiente en una Argentina soberana, que se proyectaba como potencia mundial.

Dr. Carlos J. Rodríguez