Opinión: OPIN-04

Fútbol: pasión sin violencia

Por Miguel Ángel Bravo


El mundo entero está atravesando un período demasiado particular y nuestro país no está ajeno a ese proceso. Estimo que nos encontramos en una etapa de transición, recibiendo los últimos cimbronazos de un sistema económico en retroceso, encaminándonos hacia formas de vida quizás más igualitarias, diría más humanizadas. La situación actual genera momentos dramáticos, muchas veces incomprensibles que afectan a los habitantes de esta Tierra, especialmente a su esfera psíquica.

Estamos asistiendo a verdaderos dramas existenciales derivados de múltiples causas, pero con un común denominador: la gran tensión social, el terrible estrés a que está sometida nuestra sociedad. El fútbol, la gran pasión argentina, también recibe el impacto de esta situación caótica, verdadera neurosis colectiva.

Aquel juego hermoso de sus comienzos, devenido en un deporte bellísimo, ha perdido parte de su magia pues la única consigna válida es el triunfo a cualquier precio. Como diría aquel florentino insigne: "Lo importante es ganar, no importa de qué manera".

Pero ese escenario alfombrado de verde se ha entristecido al observar que lo que predomina en una contienda es la velocidad, el esfuerzo físico, la fricción, y por sobre todas las cosas el trato un tanto desapasionado que recibe la princesa del escenario -la pelota-... pero felizmente de vez en cuando aparece algún irrespetuoso que rompe estos rígidos esquemas y nos devuelve la alegría, el encanto y la belleza de uno de los más hermosos deportes que existen.

Esa disputa tenaz dentro de un campo de juego se traslada a las tribunas, determinando reacciones de ciertos y determinados hinchas realmente incomprensibles, en numerosos casos irracionales.

Recordando las numerosas víctimas que se ha cobrado este singular deporte estimo imprescindible considerar que "una confrontación futbolística es un evento competitivo, que nos puede hacer sonreír o llorar, alegrar o angustiarnos, pero debemos recordar que no es la guerra, que nuestros adversarios no son nuestros enemigos, son seres de carne y hueso, que sufren por los colores del club de sus amores, que pretenden también llegar a sus hogares, reencontrarse con sus seres queridos y continuar día a día desafiando a esta difícil y complicada aventura que es la vida".