Opinión: OPIN-02 Un indio en los altares

Por Hugo Mataloni


El Papa podría haberse quedado en el Vaticano, y en la Plaza de San Pedro haber presidido como lo ha hecho centenares de veces, la ceremonia en la que se reconociera que una persona alcanzó el umbral de la santidad. Pero decidió hacer esa ceremonia en el país donde transcurrió la vida del indio, en México.

Y como al Papa viajero no le cansa andar por el mundo, aprovechando un encuentro internacional de la juventud que estaba programado en el Canadá, haciendo un salto a Guatemala para una canonización de otro mártir guatemalteco, se presentó en México por quinta vez en su pontificado, y durante los tres días que allí estuvo movilizó a millones de mexicanos, aunque nunca fue feriado, salvo que espontáneamente el pueblo se volcó a las calles.

No faltó el que opinó que el Papa venía a canonizar a alguien que no ha existido nunca, pero ya se sabe que se habla del indio Juan Diego desde que se habla de la Virgen de Guadalupe. En México se puede poner en duda la existencia del sol, pero hasta los ateos son devotos de la Virgen, ya que el indio contó que la Señora le dijo: ¿no soy acaso tu madre?

Al parecer, por primera vez llega un indio a los altares, y como siempre, se recordó que la palabra "indio" no corresponde, ya que Colón se equivocó al creer que había llegado a la India. Lógicamente esa discusión ya vieja hace recordar que desde el Descubrimiento de América, toda la tierra recién conocida por los españoles pasó a llamarse Provincia Gigante de Indias. Además, en México, ser indio es un orgullo y están vivas por lo menos 54 etnias indígenas, que de paso sea dicho, hablan 62 lenguas distintas fuera del castellano. No hay más que ver esa realidad para sonreír cuando se dice que los españoles "exterminaron" a los naturales. Cuando se hizo el último censo de población en México, hubo que hacer formularios y utilizar censistas en castellano y en 50 lenguas "indias".

Con razón, en la ceremonia de la canonización de Juan Diego y al día siguiente, en otra ceremonia de canonización de dos mártires de Cajonos, se utilizaron oraciones dichas por diferentes personas, en lengua maya, en zapoteco, en lengua purépecha y al comienzo en lengua nahuátl, que es hablada por varios millones de mexicanos. De paso sea dicho que en ese mosaico que es México, hay unos siete millones de personas que nunca entendieron ni necesitan hablar en castellano, en una población que si no ha llegado ya, se acerca rápidamente a los 100 millones de habitantes. La ciudad de México, que en estos momentos puede ser la más grande del mundo con sus 23 a 25 millones de habitantes, fue la antigua Tenochtitlán, capital de los aztecas, que deslumbró a los españoles, ya que era más grande que Sevilla, que era la ciudad más grande que ellos conocían.

Tenochtitlán cambió de nombre a causa de los "Mexicas", y siguió creciendo hasta ser una hermosísima ciudad a 2.200 metros de altura sobre el nivel del mar, donde en pleno verano refresca mucho a la noche y además es un rompedero de cabeza para cualquier funcionario. Baste saber que cada día produce 20 mil toneladas de desperdicios de los que de alguna manera hay que desprenderse.

La vida de una ciudad moderna con un alto porcentaje de población indígena, rodeada por 27 volcanes y con un crecimiento que no para, incluso por las migraciones internas, genera una cantidad de problemas que seguramente son el pan de todos los días de los dirigentes políticos.

Pero los indios, de los cuales ninguno llegó a la presidencia de la República salvo Benito Juárez, se deben haber sentido complacidos, reivindicados y de alguna manera "vengados" por la Historia, al ver llegar a los altares a uno de ellos, un hombre simple, que aunque hayan querido decir que nunca existió, dejó descendientes que a su vez reclamaron por no haber tenido un lugar destacado en la ceremonia, en la colina del Tepeyac, donde su antepasado tuvo la dicha de ver a la Virgen de Guadalupe, la única verdad que no se discute en México.

En la ceremonia, además de bailar la Danza de las Plumas, en la rampa por donde pasó el Papa de ida y de vuelta, mujeres de Chiapas, la región conflictiva por excelencia, "limpiaron" al Papa pasándole por todo el cuerpo haces de hierbas aromáticas para agasajarlo, desearle buena suerte y declararlo "hermano". Poco después, al salir de la Basílica de Guadalupe, según dijo la policía que vigiló todo el recorrido desde helicópteros, el gentío que estaba en las calles era de 11 millones y medio de personas, la mitad de la población de la ciudad que lo despedía por quinta vez.