Opinión: OPIN-06 Vargas Llosa y las ficciones que signaron el siglo XX


Acaba de aparecer en la Argentina "La verdad de las mentiras", de Mario Vargas Llosa, libro que reúne una serie de ensayos del escritor peruano sobre el sentido de la ficción a partir de obras del siglo XX como "Muerte en Venecia", "El extranjero", "Lolita" y "El Gran Gatsby", además de sus opiniones sobre la función de la literatura y el futuro del libro.

La primera edición de este libro incluía veintiséis ensayos, los que fueron revisados y algunos corregidos por el escritor para la actual, que además contiene diez más y un texto sobre la relación de la literatura con la vida de los lectores.

"Se trata de ensayos independientes pero unidos por un denominador común: todos ellos analizan novelas y relatos aparecidos en el siglo XX", dice el propio Vargas Llosa en el prólogo.

Para el autor "las novelas mienten -no pueden hacer otra cosa- pero ésa es sólo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse encubierta, disfrazada de lo que no es (...) en el embrión de toda novela bulle una inconformidad, late un deseo insatisfecho".

Y más adelante precisa: "No es la anécdota lo que decide la verdad o la mentira de una ficción. Sino que ella sea escrita, no vivida, que esté hecha de palabras y no de experiencias concretas".

El autor de "Conversación en La Catedral", "Pantaleón y las visitadoras", "La tía Julia y el escribidor" y "La Fiesta del Chivo" destaca que "las novelas tienen principio y fin y, aun en la más informe y espasmódica, la vida adopta un sentido que podemos percibir porque ellas nos ofrecen una perspectiva que la vida verdadera, en la que estamos inmersos, siempre nos niega".

¿De qué depende la verdad de una novela? "De su propia capacidad de persuasión -afirma el escritor-, de la fuerza comunicativa de su fantasía, de la habilidad de su magia. Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente".

"Decir la verdad para una novela significa hacer vivir al lector una ilusión y `mentir' ser incapaz de lograr esa superchería. La novela es, pues, un género amoral o, más bien, de una ética sui géneris, para la cual verdad o mentira son conceptos exclusivamente estéticos", explica.

Vargas Llosa considera que "la ficción nos completa, a nosotros seres mutilados a quienes ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y los apetitos y fantasías de desear mil".

Entre otros textos, el escritor peruano aborda "El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad, pero antes se sumerge en el Congo de Leopoldo ll, una historia verdadera, para llegar a la experiencia del propio autor, que viajó al Africa para emprender un viaje en vapor, contratado por la Société Anonyme Belge, río arriba como lo haría nueve años más tarde su personaje Marlow.

Conrad, menciona Vargas Llosa, incluye su propia aventura congolesa en la novela, "pero tratando de borrar las pistas (...) `El corazón...' trasciende la circunstancia histórica y social para convertirse en una exploración de las raíces de lo humano, esas catacumbas del ser donde anida una vocación de irracionalidad destructiva que el progreso y la civilización consiguen atenuar pero nunca erradican del todo".

Refiriéndose a los temas que "La muerte en Venecia", de Thomas Mann, "ilumina con una soberbia luz crepuscular", Vargas Llosa menciona cómo la razón, el orden, la virtud aseguran el progreso del conglomerado humano, pero no bastan para hacer la felicidad de los individuos, donde acecha los instintos reprimidos, con su carga de destrucción y muerte.

"El sexo es el territorio privilegiado en el que comparecen, desde las catacumbas de la personalidad, esos demonios ávidos de transgresión y de ruptura a los que, en ciertas circunstancias, es imposible rechazar pues ellos también forman parte de la realidad humana", dice Vargas Llosa para plantear los dilemas del personaje principal de la novela: Gustav von Aschenbach, ciudadano ilustre y escritor que se enamora de un adolescente, el polaco Tadzio, en un viaje a Venecia.

Todo el drama se desarrolla "en la mente y el corazón del escritor (...) en esos sucios instintos que él creía dominados y que, de manera inesperada, en la pegajosa y maloliente atmósfera del verano veneciano, resucita convocados por la tierna belleza del adolescente (...) su cuerpo no sólo es el habitáculo de las refinadas y generosas ideas que admiran sus lectores, sino, también de una bestia en celo, ávida y egoísta".

Otros ensayos de Vargas Llosa analizan "El lobo estepario", de Hermann Hesse; "El viejo y el mar", de Ernest Hermingway; "El extranjero", de Albert Camus; "Lolita", de Vladimir Nabokov; "El Gatopardo", de Giuseppe Tomasi de Lampedusa; "La casa de las bellas durmientes", de Yasunari Kawabata; "Herzog", de Saul Bellow; "La señorita Dalloway", de Virginia Woolf y "Santuario", de Willian Faulkner. (Télam).