Pantallas y Escenarios: PAN-02 Perversa ilusión


En Retratos de una obsesión, se confronta a un hombre, Sy (Robin Williams), y su patética soledad, con las fantasías que él mismo construyó a partir de ciertos datos de la realidad, fantasías que le permiten tener un mundo propio donde refugiarse. Sy representa la visión distorsionada de una mente perturbada, que hará crisis al encontrar un elemento amenazador que no encaja en ese mundo ideal y ficticio que se inventó.

El guión de Mark Romanek -también a cargo de la dirección- se destaca por su originalidad: eligió como protagonista a un hombre de unos 50 años, que trabaja en un local de revelado fotográfico en un shopping. Como todo solitario, tiene una relación especial con su trabajo, es perfeccionista y obsesivo, y a la vez establece un vínculo amistoso y a veces cómplice con sus clientes. Entre ellos, ha elegido a una familia -los Yorkin-, integrada por una pareja joven y su pequeño hijo, como el objeto de su admiración y afecto; tanto, que fantasea con integrarla desde el lugar de un supuesto "tío Sy". Según su perspectiva, ellos son afortunados, tienen una maravillosa familia y viven en una hermosa casa.

La historia comienza con Sy detenido y afrontando un interrogatorio policial que lo obligará a reconstruir todo lo sucedido, resuelto en la película mediante el recurso del flashback. Aunque la narración no siempre asumirá el punto de vista subjetivo de Sy, sino que también mostrará situaciones desde un punto de vista omnisciente y ofrecerá datos que incluso ignora el protagonista; de lo contrario, el espectador seguramente no entendería qué es lo que ha pasado. A pesar de esas concesiones a la inteligibilidad, la trama guarda una adecuada proporción entre la intriga, el suspenso y la revelación gradual de los aspectos oscuros, manteniendo en todo momento el interés del espectador.

Siguiendo los derroteros de un thriller psicológico, Retratos de una obsesión cuenta la historia de este personaje que poco a poco se va involucrando en la vida de sus clientes favoritos, mezclando la realidad con la fantasía, y asumiendo peligrosamente el papel de redentor para corregir, aun violentamente, lo que no está bien. Esta peculiaridad del personaje, que no reconoce los límites entre sus deseos y el mundo real, lo hará cometer errores en su trabajo, por lo cual será despedido. A partir de allí, la caída será irreversible.

Sy, un hombre siempre pulcro, de ademanes medidos y ropa impecable de tonos neutros, a veces parece mimetizarse con el espacio impersonal y aséptido del local del shopping o con las paredes grises de su propio departamento... excepto ésa donde va pegando las fotografías que lo obsesionan. En contraste, el mundo exterior y el entorno de la familia Yorkin se ve más vital y colorido.

Muy buena la composición del personaje que hace Robin Williams, tocando una cuerda perversa poco habitual en él; en tanto que Connie Neilsen, Michael Vartan y Gary Cole aportan autenticidad a sus papeles. Excelente la fotografía, que da importancia protagónica a los espacios y los colores, identificando al personaje de Sy con estructuras geométricas, a veces laberínticas, pero siempre rígidas y neutras; y muy apropiada la música que acentúa los momentos más dramáticos del filme.

Retratos de una obsesión


"One hour photo", EE.UU./2002). Dirección y guión: Mark Romanek. Intérpretes: Robin Williams, Connie Neilsen, Gary Cole, Erin Daniels y otros. Fotografía: Jeff Cronenweth. Música: Reinhold Heil y Johnny Klimek. Presentada por 20th. Century Fox. Duración: 98 minutos.

Laura Osti