Opinión: OPIN-01

Asesinatos, mafia e impunidad


El ex comisario Jorge Luis Piazza fue encontrado muerto en un descampado de la localidad de Francisco Solano, en el partido de Quilmes. Piazza desapareció el 14 de febrero y, de acuerdo con las pericias, habría sido asesinado de un disparo en la nuca ese mismo día.

Según declaraciones de Juan Pablo Cafiero, ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, se va a investigar hasta las últimas consecuencias, y en principio no se descarta ninguna hipótesis respecto de los motivos que pudieron estar presentes en este aberrante crimen.

Piazza trabajó en su momento en la Dirección de Asuntos Internos de la Policía de la provincia de Buenos Aires y fue pasado a retiro en 1998, durante la gestión de León Arslanian. En la actualidad, trabajaba en la empresa aseguradora Meridional. Tenía 49 años y tres hijos.

La primera reacción, apenas se tomó noticia de la muerte del ex comisario, fue pensar que había sido víctima de un operativo mafioso. Piazza fue uno de los policías que con más ímpetu y consecuencia investigó el asesinato del comisario Jorge Omar Gutiérrez, producido el 29 de agosto de 1984. Casualmente en estos días debía declarar, porque la Justicia, a través de la jueza Marcela Garmendia, había considerado que existían elementos para continuar la investigación.

Al igual que Piazza, Gutiérrez fue asesinado con un tiro en la nuca. Su muerte se produjo en el vagón de un tren, en el trayecto que va desde Constitución a Quilmes. Dos hombres se acercaron y lo ultimaron. Hubo cinco testigos que viajaban en el mismo vagón y, atendiendo a sus declaraciones, el juez Federico Atencio condenó al cabo de la Policía Federal, Alejando Santillán, a cadena perpetua. Luego, el 15 de noviembre de 1996 la Cámara Federal de La Plata ordenó su libertad, por lo que -como suele pasar en la Argentina- el asesinato continúa impune.

La Justicia deberá investigar ahora los motivos de la muerte de Piazza, pero a nadie escapa que las características del operativo y el modo de ejecución expresan, con alta probabilidad, que ha sido un crimen mafioso perpetrado por quienes tratan de obstruir las investigaciones sobre la muerte de Gutiérrez y, muy en particular, sobre el negociado de la llamada "Aduana paralela", que es el tema que está en el trasfondo de todos estos episodios.

Recordemos que esta historia ya lleva más de diez años y se encuentra jalonada por una serie de muertes que nunca terminaron de esclarecerse. El 13 de diciembre de 1990, el brigadier Rodolfo Etchegoyen se "suicidó" en su despacho de la Aduana de una manera poco creíble. Poco tiempo después el encargado de Repartos de esa entidad, José Micuccio, corrió la misma suerte.

En línea con esas muertes debe ubicarse el asesinato de Jorge Omar Gutiérrez. Este comisario también investigaba algunos ilícitos cometidos en la Aduana. Su deceso fue, sin duda, un mensaje mafioso para disuadir a futuros investigadores o silenciar lo que sabía. Para su hermano, el diputado Francisco "Barba" Gutiérrez, el asesinato de Jorge Omar está relacionado con su investigación, pese a que en su momento para Pedro Koldzyck, el tristemente célebre comisario de "la Bonaerense", la muerte de Gutiérrez fue un accidente de trabajo.

Piazza era considerado el hombre que más conocía sobre el crimen de Gutiérrez y no es necesario forzar demasiado la imaginación para sospechar que su muerte tiene que ver con ese conocimiento. Las actuales investigaciones trabajan sobre las hipótesis de un secuestro, un robo o un crimen mafioso.

Respecto de las dos primeras, los observadores las consideran poco factibles porque, en el caso de que se tratara de un presunto secuestro, llama la atención que no se intentaran negociaciones con los familiares y, en la hipótesis del robo, es completamente inhabitual que delincuentes comunes o los ladrones de autos maten a una persona con un tiro de una 9 milímetros en la nuca y luego arrastren su cadáver hasta un cañaveral infestado de ratas para que se encarguen de desfigurar el cuerpo.

Es cierto que la Justicia no puede descartar de antemano ninguna posibilidad; sin embargo, resulta obvio que habrá de priorizar el estudio de la hipótesis más fuerte. Demasiadas cosas han pasado en la Argentina -y con "la Bonaerense" en particular- como para que no se advierta sobre los riesgos de seguir transmitiendo a la sociedad una generalizada sensación de impunidad.