Area Metropolitana: AREA-06 La salud mental, a más de un mes de la catástrofe hídrica
Aparecieron síntomas en niños y en adultos. Se admite que el trabajo será de largo aliento. Habrá 37 equipos interdisciplinarios y cambios operativos para la atención de la gente.


El Dr. Alejandro Ruíz Díaz es director del Hospital Psiquiátrico y uno de los integrantes del comité de salud mental creado apenas se desató la catástrofe hídrica en la ciudad. A un mes de aquel episodio hizo una evaluación de lo actuado pero también una proyección de lo que puede esperarse para el futuro, siempre con la premisa de que éste es un trabajo de largo aliento y que hay cuadros postraumáticos y depresivos que se incuban durante varios meses.

En diálogo con este diario, el psiquiatra partió de la base de que "pasó el peor momento", aunque igual no hay ningún margen para el optimismo. Es más, definió que "somos prudentes y estamos en alerta".

En todo caso, su definición responde a una diferencia entre lo que ocurrió entonces y la perspectiva a futuro: "Hubo un primer momento signado por la necesidad de tanta gente, la incertidumbre sobre cómo iban a seguir los acontecimientos, dónde se iba a alojar a las personas, si iba a aumentar la demanda en salud mental".

"En un mes, se produjo algo muy notable -explica el facultativo- que fue el abroquelamiento de distintas prácticas en salud mental, con una respuesta acorde a las circunstancias, un alto porcentaje voluntario y el apoyo oficial en móviles y logística". El comité, como se sabe, estuvo integrado por psiquiatras pero también por psicólogos, psicopedagogos, terapistas ocupacionales y otras disciplinas que intervienen en este tipo de atenciones.

Recibió además apoyo de todo el país, con más de 300 personas abocadas a enfrentar aquel primer momento de la crisis. Las acciones se repartieron entre centros de evacuados, embarcaciones para llegar a la gente que se había quedado en los techos y atención de urgencias, para lo que se recurría a equipos volantes.

Otra forma de trabajo


Al cabo de un mes, la cantidad de centros de evacuados se redujo y mucha gente comenzó a volver a su casa. Por esa razón, se decidió reorganizar la práctica y para ello se conformaron 37 equipos interdisciplinarios (integrados por un clínico, un pediatra, dos enfermeros, dos agentes sanitarios, un trabajador de salud mental y un asistente social) financiados por el gobierno nacional que van a hacer una "verdadera intervención comunitaria", con atención primaria. Además, en un lapso de tres meses van a elaborar un diagnóstico de situación.

El trabajo se va a hacer en dispensarios, centros de evacuados y en los barrios. Los equipos van a estar coordinados desde la dirección del Hospital Psiquiátrico.

Los síntomas


Más allá de los detalles operativos, es evidente que el desborde del Salado con la sorpresa o la tragedia que trajo consigo dejó huellas que son asimiladas de distinta forma por las personas que resultaron afectadas en forma directa, pero también por quienes no padecieron la inundación.

Entre los primeros casos, Ruíz Díaz diferenció dos frentes: el de los niños y el de los adultos. En el primero admitió que empezaron a aparecer síntomas que en los primeros 15 días no se habían visto, "tal vez porque el niño tarda en hacer una composición del lugar; luego empieza a ver la desolación de los padres y hace su sintomatología". Por esa razón se trata de mantener contenido al grupo familiar. Igual, aparecieron depresiones, trastornos de conducta y del sueño, por citar algunos". En este plano se trabaja en consonancia con Educación y con Unicef.

En los adultos, "pasadas las dos primeras semanas de shock, de bloqueo emocional, también aparecieron la bronca, la impotencia, la expresión de la angustia, y la incertidumbre que a su vez genera depresión y cuadros de pánico".

En los últimos días, se observó una mayor demanda de consulta en el hospital, si se mide de acuerdo a la internación y medicación, aunque no fue de la magnitud que se esperaba en un primer momento.

Aún así, el médico advirtió que "los cuadros de postrauma y depresión tienen varios meses para incubarse. Esto es de largo aliento y la etapa aguda donde empiezan a manifestarse abarca varios meses".

Angustia, con los pies secos


La crisis también afectó a las personas que no habían resultado inundadas: "Había gente que hasta se sentía culpable porque no le había llegado el agua", explicó Ruíz Díaz.

Esta situación también se observa en consultorios particulares, donde se registra un aumento en la demanda de atención y el tema que aparece siempre es el de la inundación.

A la hora de definir un mensaje hacia la población, Ruíz Díaz consideró, desde lo personal, que "si no logramos a partir de esta experiencia extender, solidificar y mantener redes sociales entre las personas, casi que nos inundamos por nada. En este momento -abundó-, se necesita entender como individuo y sociedad que la solidaridad no es sólo una declamación".