Sucesos: SUCE-03 Sale el veredicto por un horrendo episodio


Buenos Aires.- Un hombre de 62 años, acusado de violar y asesinar en 1994 a su hija biológica de 6 años y de asfixiar a un amiguito de la niña, cuyos cuerpos fueron hallados en una heladera en Florencio Varela, podría ser condenado mañana a reclusión perpetua si el tribunal que lo juzga hace lugar al pedido de la fiscalía.

Se trata de Joel Aedo Rivero, un changarín de origen chileno que es juzgado por la Sala I de la Cámara de Apelaciones de Quilmes, integrada por los jueces Agustín Alvarez Sagarra, Pedro Uslengui y Carlos Rosseau, ya que la jueza Diana Alimonti se excusó por haber participado como defensora oficial del primer detenido por el crimen.

De ser hallado culpable de los delitos que le imputan, Aedo Rivero podría ser condenado a la pena máxima prevista en el Código Penal: reclusión perpetua.

El juicio oral, en el que declararon unos 20 testigos, comenzó el 27 de mayo y culminará mañana a las 13, cuando se conozca el fallo en la sala ubicada en el entrepiso de los Tribunales situados en Yrigoyen 475, de Quilmes.

Durante la instrucción de la causa, la fiscal ya solicitó la pena de prisión perpetua para el acusado por los delitos de violación calificada, y doble homicidio, calificado por el vínculo en uno de los dos casos. En sus alegatos del viernes pidió la pena de reclusión perpetua.

Rivero fue detenido en junio del 2001 por personal de la División Homicidios de la Policía Bonaerense en una causa judicial que instruyó en su etapa final el juez de transición de Quilmes, Mario Caputo.

Un estudio genético realizado en la causa demostró que Rivero era el padre biológico de la niña asesinada, quien fue producto de una relación incestuosa entre él y su hijastra.

En la investigación se apuntó a establecer si la esposa de Rivero y la madre de la nena cometieron el delito de encubrimiento y se complotaron para que no se sepa la verdad.

La detención del sospechoso ocurrió a siete años de los crímenes en su casa de la calle El Tordillo al 1700, de Florencio Varela, al sur del Gran Buenos Aires. El changarín fue la segunda persona detenida por el doble crimen.

Dentro de una heladera


Todo se inició el 6 de setiembre de 1994, cuando una niña de seis años y un amiguito de la misma edad fueron encontrados en el interior de una heladera en una casa del partido bonaerense de Florencio Varela.

Inicialmente se sospechó que los niños habían muerto por confinamiento y se indicó que estaban jugando, entraron a la heladera y murieron asfixiados porque no pudieron salir.

Más tarde, distintos peritajes revelaron que la niña había sido violada y estrangulada, y que la muerte del nene había ocurrido por sofocamiento manual.

Estuvo detenido un hombre de nacionalidad paraguaya, quien fue liberado cuando se le dictó la falta de mérito porque no se encontraron pruebas suficientes en su contra, dijeron las fuentes.

De acuerdo con la investigación de la División Homicidios, que dirigieron el comisario inspector Andrés Onorato y el médico legista Julio Julián, "los crímenes fueron motivados por un delito de índole sexual".

"Con un amplio estudio se determinó la mecánica de los crímenes, y la investigación se orientó al padre de la nena", recordó un investigador.

ADN


Una de las claves para ordenar la detención del sospechoso fue el resultado de un estudio de ADN, donde se analizó su semen.

Además, en el momento de ser encontrada, la niña presentaba mordeduras en el cuello, y se hicieron ampliaciones fotográficas para realizar moldes de la dentadura del acusado.

Desde que ocurrió el caso, Rivero negó cualquier vinculación con los asesinatos, y dijo que en el momento de ocurrir los crímenes se encontraba trabajando como changarín emparchando cubiertas.

En los alegatos, la fiscal María Oricchio dijo: "Ninguna duda tengo" en cuanto a quién fue el asesino, por lo que solicitó la pena de reclusión perpetua.

Sin embargo, el defensor oficial del imputado, Roberto Rosales, ni siquiera planteó ante los jueces el beneficio de la duda a favor del reo, sólo pidió la absolución y se limitó a asegurar: "Estoy convencido de que mi defendido es inocente". (Télam)