Persona & Sociedad: PER-01

"No hay catástrofes naturales: hay catástrofes sociales y políticas"

Néstor Gallegos. CRÍTICA. "La Universidad debería pensar qué está pasando con las investigaciones, que no derivan en la toma de decisiones del poder político", apuntan las profesionales.
Dos referentes en salud mental analizan las consecuencias del agua sobre la sociedad. Sostienen que se debería incorporar el aprendizaje sobre supervivencia en los contenidos escolares. Y que los circuitos científicos deben replantearse la relación con el poder político.


Alicia Stolkiner es licenciada en Psicología y diplomada en Salud Pública. Nora Elichiry es profesora en la Universidad de Buenos Aires, dirige la maestría en Psicología Educacional, es investigadora y doctorada en Harvard.

Ambas disertaron en Santa Fe, en la jornada: "Intervenciones posibles en el ámbito educativo", que organizaron los colegios de Psicólogos y de Psicopedagogos en el Foro Cultural Universitario.

Esta propuesta es parte del proyecto "Intervenciones posibles en el ámbito educativo ante la catástrofe", realizado por ambos colegios profesionales y presentado por el Ministerio de Educación de la provincia.

-¿En qué aspectos cambia la comunidad educativa, a partir de un hecho como el que aconteció en Santa Fe?

(AS)-Yo creo que está dada la oportunidad de revisar la relación de la escuela con la vida cotidiana. Repensar los sistemas de aprendizaje, la enseñanza en la comunidad educativa, para poder potenciar lo pedagógico e incorporar en el aprendizaje los problemas reales de la vida.

-¿Pero cuáles son los cambios concretos que se evidencian en una comunidad educativa después de una situación traumática, y cómo se puede intervenir a partir de estos cambios?

-(NE) El problema hace que se borren los límites entre lo escolar y lo extraescolar. Es un buen momento de asociación para pensar en términos de comunidad de aprendizaje, porque se dan muchos aprendizajes en simultáneo. Uno es el de la supervivencia, que generalmente no está incorporado entre los contenidos escolares, y que es un aprendizaje requerido hoy. El otro punto que me llamó la atención, en relación a otras catástrofes en las que he tenido participación, es que generalmente los sectores afectados eran los de pobreza estructural. Aquí fueron todos los sectores: las instituciones públicas y privadas, las escuelas privilegiadas y las no privilegiadas, fueron todos igualmente afectados. Y esto puede potenciar una posibilidad de asociatividad distinta, de colaboración entre las instituciones, que generalmente han trabajado separadas. A lo mejor, ahí puede haber una fuerza interesante.

-¿No se corre el riesgo, con el reinicio de clases, de volver a sistematizar? Inclusive, la rutina escolar se ve como una forma de que los chicos vuelvan a la "normalidad".

-(AS) Hay dos riesgos. Uno es decir: acá no pasó nada, volvamos a la normalidad. Una falsa sensación de tranquilidad, que en algunos textos se promueve mucho, pero esto es por la dimensión política que tiene toda catástrofe. Y uno sabe que, cuando hay algo de la realidad que no se elabora, eso avanza sobre la posibilidad de aprendizaje. El otro riesgo, es creer que todo cambió definitivamente, que hay una discontinuidad absoluta. Creo que, en todo caso, lo que hay es la construcción de una nueva realidad, con los elementos y prácticas que existían antes, y con el replanteo que el problema ha generado, al remover toda la configuración de una sociedad.

-¿Cómo se trabajó en otros casos de catástrofe?

-(NE) En primer lugar, no se puede ignorar la historia. Hay mucho de traumático en todo esto, hay que elaborarlo; y para eso es necesario darse tiempo. Sí se puede mirar en positivo: en medio de esta situación tan compleja, observar qué cantidad de recursos se movilizaron espontáneamente, cómo se fueron organizando, cuántos otros recursos de la comunidad, que no tienen necesariamente que ver con la escuela, estuvieron en la escuela. Y también reconocer el lugar que volvió a ocupar la escuela, que estaba muy desmerecida, muy deteriorada, desde una función social de contención. Ojalá pudiéramos recuperar en esto también los conocimientos que la escuela ha ido perdiendo. Recuperar ese lugar de construcción de conocimiento, que no tenía.

Más valía prevenir


Para Nora Elichiry, en toda catástrofe hay un componente imprevisible, pero también una cuota de prevención. Y en esta parte, denuncia un grado de responsabilidad de los circuitos científicos de producción de conocimientos. "No han estado negociando con los lugares políticos, que son los que toman las decisiones y que ignoraron estos conocimientos. Y en esto hay un quehacer conjunto que hay que repensar: las relaciones universidad-sociedad. Qué pasa con las decisiones políticas, qué pasa con el rol de la Universidad. Si hay investigaciones específicas, qué pasa que quedan dentro del circuito exclusivamente académico y no trascienden. Es cierto que es difícil para las figuras académicas estar en los lugares de decisión política, porque esto implica incluso apropiarse de otros lenguajes que no tenemos los académicos, que tenemos que aprenderlos. Debemos aprender cómo hacer efectiva la transferencia de los conocimientos para que se tomen decisiones".

Llamen a un psicólogo


"Esto no es un problema de expertos. Es muy positivo, por un lado, que se convoque a psicólogos para intervenir. Pero ojo, esto también puede implicar delegar responsabilidades: pasó tal cosa, que lo resuelvan los psicólogos", afirma Alicia Stolkiner.

"Además, las situaciones traumáticas colectivas tienen un nivel de resolución individual, pero hay un nivel de solución que es colectivo, que es social. Y ese nivel es simultáneamente político, si se entiende por político que están puestas en juego las cuestiones del poder. No hay catástrofes naturales: en un contexto social, toda catástrofe es social y política".

Natalia Pandolfo