Opinión: OPIN-01

La visita del presidente Ricardo Lagos


Atendiendo el nivel de las relaciones diplomáticas de Argentina con Chile, no sería exagerado decir que éstas están atravesando por su mejor momento. Por lo menos, la reciente visita del presidente Ricardo Lagos así parece indicarlo. El mandatario chileno aprovechó su estadía en Buenos Aires para reunirse con el presidente de la Nación, Néstor Kirchner y el jefe de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra. Además, Lagos participó de una sesión de la Asamblea Legislativa, oportunidad en la que lo declararon visitante ilustre.

Las relaciones de Argentina con Chile no han sido siempre cordiales. Sin ir más lejos, basta con recordar los acontecimientos del año 1978, cuando las dictaduras de Pinochet y Videla estuvieron a punto de embarcarnos en una guerra cuyas consecuencias hubieran sido irreparables para los pueblos de uno y otro lado de la cordillera de los Andes.

Las disputas territoriales en los miles de kilómetros de fronteras en común han estado presentes a lo largo de la historia, al punto que en ciertos sectores militares y civiles se ha creado una tradición de suspicacias que gracias a la acción de los gobiernos democráticos de uno y otro lado, están siendo superadas.

Atendiendo a la calidad de las relaciones entre estos países, llamados por la historia a mantener excelentes niveles de colaboración, una vez más vuelve a hacerse realidad el principio que sostiene que las guerras nunca tienen lugar entre dos países democráticos.

En efecto, la experiencia enseña que los sistemas democráticos tienden a favorecer a los entendimientos pacíficos, mientras que las dictaduras tarde o temprano se involucran en guerras con desenlaces imprevisibles y su inevitable secuela de muertos y riqueza destruida.

Lo sucedido en 1982 con motivo de la guerra de las Malvinas no fue una casualidad, como tampoco fue producto del azar que la dictadura pinochetista haya puesto su sistema de inteligencia al servicio de los ingleses. De haber continuado la dictadura, a nadie le hubiera llamado la atención que hubiesen reflotado añejas diferencias fronterizas con Brasil, Paraguay o Bolivia. Como muy bien señalara un conocido pacifista: "Las dictaduras atraen las guerras como las tormentas a las tempestades".

Desde la recuperación de la democracia en ambos países, la constante pasó a ser el acuerdo. Los gobiernos de Alfonsín, Menem y Kirchner o las gestiones de Aylwin, Frei y Lagos lograron a través de arduas negociaciones diplomáticas desactivar los tradicionales conflictos fronterizos.

Estos antecedentes son los que explican los acuerdos actuales. La reunión mantenida por Lagos y Kirchner dio lugar a una declaración conjunta en la que se habla de "alianzas estratégicas" y de alentar niveles de integración educativa, económica y comercial. También se acordó la libre circulación de personas, proceso que concluirá en el 2004.

Se sabe que el modelo económico chileno ha privilegiado sus relaciones con Estados Unidos, pero el mismo presidente Lagos se ha encargado de señalar que estos acuerdos no están en contradicción con la estrategia del Mercosur. Coherente con estos postulados, Chile plantea la necesidad de que el Mercosur deje de ser solamente un acuerdo aduanero, para transformarse en un acuerdo político.

Queda claro que sobre la base de la aceptación de un mundo globalizado existen diferentes estrategias para integrarse a esta inevitable realidad. Daría la impresión de que el camino de Chile no es el mismo que el de Brasil o Argentina, aunque sí lo son los objetivos perseguidos.

La tarea de articular bloques regionales, que a su vez se relacionen con los grandes centros del poder mundial, es ardua y compleja. Lo importante es que hoy existe la conciencia de que esta tarea hay que hacerla, porque de ella depende nuestro futuro como nación.

Lo interesante de la visita de Lagos son las perspectivas que se abren. A diferencia de Chávez, Lagos no se entrometió en la política interna ni necesitó sobreactuar su visión solidaria de la realidad, entre otras cosas porque el presidente de Chile proviene de una larga militancia socialista, sufrió las persecuciones de la dictadura de Pinochet y en lo personal exhibe una actualizada y excelente cultura política. De ninguna de estas virtudes puede jactarse Chávez.

Por último, corresponde recordar que Chile expresó su solidaridad con el reclamo argentino de las islas Malvinas y reivindicó el valor ético de los derechos humanos. También en este último tema las soluciones que dieron uno u otro país han estado condicionadas por sus realidades internas, lo que demuestra que en el mundo contemporáneo es necesario transitar los procesos realizando un delicado equilibro entre las exigencias de la universalización y la aceptación de lo particular..