Regionales: REGI-01

Esplendor y colapso de las mutuales en Ceres

El Litoral. ARRASTRE. En 1995, cuando suspenden al Banco Integrado Departamental (BID) a la Mutual de Central Argentino Olímpico (Mcao) le quedan incautados en esa entidad 160 mil dólares.
Los fracasos de Central Argentino Olímpico y Atlético. Central y Atlético protagonizaron frustradas experiencias mutualistas en Ceres. La quiebra del BID agravó las secuelas económicas en el noroeste.


Ceres.- En la década del '90, a partir de los dos clubes deportivos ceresinos -Central y Atlético- se organizaron un par de entidades mutualistas con el propósito de prestar servicios en el campo financiero. Ambas recorrieron un ciclo de esplendor y colapso que agravó el cuadro económico de la localidad, ya que la quiebra del Banco Integrado Departamental (BID) absorbió la mayor parte de la capacidad de ahorro local.

El proceso de descapitalización colectiva se cierra con la convocatoria de acreedores de la Mutual que dependía del Club Central -en curso judicial-, y el remate público de los bienes remanentes de la de Atlético, realizado en agosto.

La Mutual de Central (Mcao) funcionó durante más de una década; autorizada por el ex Instituto Nacional de Acción Mutual (Inam) en diciembre de 1990, se propuso como objetivos subsidiar nacimientos y casamientos, prestar ayudas económicas e impulsar planes de viviendas, entre otros.

Incluso llegó a sostener una guardería infantil que acogía un promedio de 50 chicos por jornada, brindó servicios de ambulancia, sepelio, asistencia médica, farmacéutica y atención gratuita de enfermería durante las 24 horas del día y logró concretar un conjunto habitacional mediante el sistema de ahorro previo.

Al momento del último balance presentado -diciembre de 2001-, la mutual contaba con 1.370 asociados, pero señalaba que seguía "afectada en su normal desenvolvimiento debido a la concentración de depósitos que quedaron incautados en el Banco Integrado Departamental".

Efecto contagio


Una acumulación de causas macro financieras desencadenó el colapso de la Mutual de Central: la misma comenzó con la intervención a la de Atlético. Ésta se produjo a mediados de 1994, y ocasionó una estampida y retiro de fondos de los ahorristas de la Mcao, por efecto contagio.

En abril de 1995, resulta suspendido el Banco Integrado Departamental, donde a la Mcao le quedan capturados, en depósitos, nada menos que 160.000 dólares de su capital.

Si bien se le restituyó un porcentaje ínfimo, se lo hizo seis años después, cuando la suerte de la Mcao se hallaba echada. Los balances de ésta empezaron a mostrar una curva descendente precisamente a partir del 96: los ingresos resultaron sistemáticamente insuficientes para cubrir los gastos de funcionamiento.

A partir de 1999, los ejercicios arrojan pérdidas anuales de $30.000 y el impuesto a las transacciones, implementado en 2001, constituyó el golpe de gracia casi póstumo de la Mcao.

Finalmente, la bancarización obligatoria de diciembre de 2001, o "corralito", terminó de condenarla. Se pensó en organizar nuevos servicios, pero la institución se hallaba en coma. La apertura del concurso de acreedores se pidió el 10 de junio de 2002.

Ahorros perdidos


Se estima que el flujo monetario que extrajo el BID de la región oscila en los 4 millones y medio de dólares.

A su vez, en el seno de la Mutual de Atlético, se iniciaron juicios por cobro a deudores en mora por 1.518.532 pesos-dólares, según informaba en setiembre de 1995 el por entonces interventor, Oscar Rosas. Éste es el indicador del monto de dinero que terminó dispersado o sacado del circuito circulante.

Por el contrario, si bien la Mutual de Central registró una captación de ahorros de menor alcance, del orden de los 400.000 dólares-pesos, con un capital social que trepó a los 200.000 pesos, la sumatoria del drenaje total alcanza una masa crítica para la ciudad, con secuela de damnificados y juicios que no cesa.

A remate


El 22 de agosto de 2003, por disposición del Juzgado de San Cristóbal, salieron a remate los bienes inmuebles y muebles que le quedaban a la Mutual de Atlético. Una veintena de propiedades, más mobiliario de oficina escribieron el epitafio de una experiencia que costará volver a repetir.

Las distintas prácticas bancarias de origen cooperativista o mutualista terminaron mal en Ceres. A las reseñadas, se agrega la disolución de hecho de la Mutual de Empleados del Banco Ceres, cuya situación y la de su patrimonio, suscitan juicios y controversias en estos momentos.

En estos fracasos quizás, primaron razones exteriores e inmanejables, pero con toda probabilidad se les sumaron ingredientes internos, esos matices que convierten este tipo de empresas en poco participativas, con fuerte gerentismo, en manos de dirigentes de buena voluntad pero, ocasionalmente, con insuficiente capacitación para prever las zozobras de una economía sin reglas estables.

Sonia Catela