Opinión: OPIN-03 A 25 años del adiós a P. Simoniello
Por Abelardo García Simoniello


El 24 de mayo se cumplieron 25 años de la desaparición física de la poetisa santafesina Paulina Simoniello, acaecida en Buenos Aires, en el año 1979.

Nacida en la ciudad de Esperanza en marzo de 1903, pasó a residir en la capital santafesina durante su infancia, y desde temprana edad mostró su fuerte inclinación hacia las artes, en especial las letras y la música, pero sin dejar de lado la docencia, actividad a la que se abocó con entusiasmo y vocación durante buena parte de su vida. Siendo joven veinteañera, publicó su primer libro de poemas, Quimera, y a los 24 años el segundo, Extasis, éste dedicado al que fuera en ese tiempo su novio, y luego esposo y compañero de toda su vida durante casi 50 años, el artista plástico José García Bañón, con quien contrajera enlace a los pocos meses. Su estilo fluido y sencillo agradó al público y fue aprobado por la crítica, pero su nombre creció en 1931 con la publicación de Cura Ocllo, su primer romance dramático histórico en homenaje a los quichuas, epopeya de la colonización española y su devastadora conquista.

El reconocimiento unánime de la crítica latinoamericana hizo que fuera reconocida en forma internacional, fama que consolidó al poco tiempo con la aparición de Ivoty, su segundo poema épico realizado en honor a los guaraníes, con el que confirmó sus bondades como escritora y logró que su nombre fuera conocido en el viejo continente (Portugal, España, Italia) donde también cosechó aplausos y elogios de la crítica.

Su obra literaria continúo en años subsiguientes con La maestra y el médico, Pasionario (libro de sonetos consagrado a las mujeres famosas de todas las épocas), Hechizo (libro brindado a su único hijo) y La ciudad encantada, con el cual completó su trilogía histórica dedicada a los araucanos y la mítica ciudad de los Césares, en el escenario de nuestros Lagos del Sur.

A partir de esa época (comienzos de la década del ï50) se abocó a perfeccionar sus estudios tanto de idiomas (llegó a dominar nueve con gran fluidez) como de piano (ya era profesora de dicho instrumento) e inició los de órgano, armonía, composición y contrapunto, y dirección coral. Fue organista de la iglesia del Carmen durante varios años donde dio conciertos, y al fallecer su esposo en 1974 se radicó en Buenos Aires, donde también fue organista en la Iglesia del Salvador y en la parroquia de Patrocinio de San José. Allí dio a luz a sus dos últimas obras, Sirtes entre los escollos, traducción del poema elegíaco filosófico del autor italiano Vincenzo Granato, e Incursión por la noche obscura del alma, ambos en 1976.

En plena actividad e iniciando los estudios del arameo (lengua de N.S. Jesucristo) su vida idealista e infatigable se apagó abruptamente 24 horas después de sufrir un inesperado ataque cerebral en la fecha antes mencionada. Sus restos mortales, trasladados a Santa Fe, descansan en el cementerio municipal a la espera del cumplimiento del homenaje póstumo que le otorgara el Honorable Consejo Deliberante, que es el reposo a perpetuidad en un mausoleo junto a los de su esposo, justo reconocimiento de la ciudad a dos ilustres hijos suyos, que dedicaron toda su vida a las artes y la honraron con su trabajo y creatividad.

A un cuarto de siglo de su partida al más allá, la obra de Paulina Simoniello ha trascendido en el tiempo y su nombre se ha hecho inmortal.