Opinión: OPIN-07 ¿Demasiado informados?


Simultáneamente con las canonizaciones dispuestas por el Vaticano, se nos informa sobre la decapitación de un norteamericano en Irak, la belleza de un gol en un partido de fútbol, las investigaciones sobre un asesinato que hace varios años no puede ser aclarado, la cosecha récord de la soja, la vacunación contra la gripe, los índices de la desocupación, los aumentos del combustible, el viaje de Máxima Zorreguieta.

Podríamos seguir así indefinidamente y en la información todo parece estar nivelado: las declaraciones de un jugador de fútbol con las de quien ha consagrado su vida para luchar por los desamparados.

La capacidad humana tiene un tope para asimilar lo que se le ofrece. Es imposible para cualquier individuo alcanzar a la vez a tener en cuenta la diferencia entre la información sobre un terremoto y los múltiples goles filmados en la pantalla chica.

No es que todos esos hechos no ocurran al mismo tiempo. No es que la realidad no sea polifacética. Lo que ocurre es que no es lo mismo estar en el frente de batalla que jugando un partido de tenis o sufrir las consecuencias de la miseria.

A fuerza de estar informados, terminamos por perder la sensibilidad, del mismo modo que a fuerza de trabajar con las manos se nos forman callos. Nos hemos habituado tanto a los hechos de terror que ya no nos aterrorizan tanto. No porque no nos importen sino porque si no nos insensibilizamos un poco, terminamos en el loquero.

Aquello de Discépolo "La Biblia junto al calefón" termina por adquirir otra dimensión. La intimidad se transforma por imperio de tantas informaciones entrecruzadas en un hervidero confuso donde todo es espectáculo o puesto entre paréntesis.

La saturación nos impide concentrarnos en nada. Las noticias superpuestas no solamente mezclan hechos que no están vinculados sino que además impiden que profundicemos en lo que ellos significan y en discernir la trascendencia de unos y otros.

Vivimos un tiempo que ha transformado completamente la vida humana. Los medios de comunicación permiten conocer lo que ocurre en todo el mundo, hecho que solamente ha comenzado a darse desde principios del siglo anterior. Pero el conocer lo que ocurre no significa de ninguna manera participar, sino apenas recibir los datos exteriores y con el riesgo de uniformarlos.

Tenemos un límite que es lo que nos permite, paradójicamente, crecer. Es indispensable asumir la conciencia de que no es la cantidad sino la calidad lo que contribuye al enriquecimiento de la persona.

Arturo Lomello