El clima húmedo y la falta de piso, producto de lluvias anteriores, determinaron la relentización de la cosecha maicera que, a nivel nacional, arroja una trilla del 85 por ciento de la superficie apta, destinada a la siembra total del grano comercial.
Así, la recolección se ubica en los 11,4 millones de toneladas de los 13 millones que se estiman obtener al finalizar la campaña.
Tal como lo viene anunciando la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en su reporte al 5 de este mes destacó que el rendimiento medio desciende a medida que avanzan las trillas, aunque en menor guarismo al proyectado.
A la fecha del último informe de la entidad cerealera, la productividad media se ubicó en los 6.170 kilos por hectárea, inferior en 8,3 por ciento a la lograda a igual fecha del año anterior.
Para los técnicos de la Bolsa de Cereales, los rindes seguirán descendiendo a medida que progrese la cosecha en las provincias norteñas y en el sur de Córdoba, donde algunos lotes perderían algunos kilos por el efecto de las fuertes lluvias de fines de mayo.
Si eso ocurre, la productividad unitaria en el ámbito nacional caerá hasta los 5.900/6.000 kilos por hectárea, por lo cual el volumen final de la cosecha maicera se mantendría en los guarismos proyectados previo a este reporte.
De todos modos y a pesar de la fuerte sequía primaveral y estival, el buen comportamiento de los nuevos materiales genéticos, adosado a adecuados paquetes tecnológicos, debilitó la posibilidad de mayores mermas productivas, destaca el informe privado.
Así, en la región comprendida por el centro sur de Córdoba, este de Córdoba y sudeste de Entre Ríos, el rinde sólo disminuyó un 10,7 por ciento, mientras que en la zona abarcada por el extremo sur de Santa Fe y el norte-noroeste de Buenos Aires, la caída fue menor (3 por ciento) comparada con el ciclo agrícola previo.
A nivel nacional, la disminución esperada sería del orden del 11 por ciento, de acuerdo con el relevamiento difundido por el Departamento Técnico de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
