Política: POLI-02 Dos ciudades


¿Se pueden comparar Turín y Santa Fe?, ¿tienen algo en común la potente ciudad piamontesa y nuestra alicaída capital provincial?, ¿es acaso un exceso de la imaginación trazar algunos paralelos? Puede ser. Pero vamos a intentarlo.

Santa Fe fue fundada por don Juan de Garay en 1573 como cabecera jurisdiccional de un vasto territorio colonizado por el reino de España. Entre tanto, en 1575, el conde Emmanuele Filiberto de Saboya trasladaba de Chambery (Francia) a Turín, la sede de su gobierno. Por cierto, aunque pequeña, la ciudad ya existía y remontaba su origen a un campamento militar romano erigido por legiones de Julio César en marcha hacia las Galias en torno al 48 a.C.

Ambas ciudades nacieron en el cruce de caminos como consecuencia de estrategias de ocupación territorial y comunicación comercial. Y por esas mismas razones, las dos estuvieron sometidas continuamente al peligro, el asedio y el saqueo.

Santa Fe se convirtió en capital provincial luego de que se iniciara en 1810 el proceso de separación de la Corona española. Turín fue capital del reino de Italia unificada entre 1861 y 1865, condición que cedió a Florencia durante un lustro y luego se transfirió definitivamente a Roma en 1870.

La ciudad papal obtuvo la capitalidad por razones de equidistancia geográfica y equilibrios regionales. Santa Fe exhibe un notable paralelo geográfico con Roma respecto del territorio provincial que, a la vez, reproduce similar dibujo físico al de la península itálica. No obstante ello y sus incontrastables antecedentes históricos, en los últimos años ha visto erosionada su capitalidad que, en los hechos, comparte con Rosario. ¿Seguirá el camino de Turín?

El formidable desarrollo de Turín durante los años en que el poder industrial de Fiat alcanzaba su ápice, ha sufrido en la última década la declinación del gigante automotor con todos sus efectos en cadena. Para colmo de males, la falta de inversión pública urbana se remonta aún más lejos, en parte porque la misma Fiat pensaba que el desarrollo de modernos medios de transporte masivo podía afectar la venta de sus productos. Ambos problemas convergieron en el impacto urbano que se advierte en la piel de la ciudad.

Santa Fe, por su parte, perdió la radicación de Fiat a fines de los '70, desvaneciéndose el complejo fabril que integraban las plantas de tractores, camiones y motores, además de unos dos centenares de talleres de autopartes que alimentaban a la fábrica madre. No hace falta señalar los efectos sociales y económicos ocasionados en uno y otro caso, cada cual en su escala. Vale acotar al respecto que, en la cima de su desarrollo, Fiat daba trabajo a 300.000 de los 700.000 habitantes de Turín (que hoy, tomando en cuenta el aglomerado que incluye a las vecindades, supera con comodidad los 2.000.000 h). Más modesto, el aglomerado Santa Fe-Santo Tomé de 1979/80 perdió en aquel triste momento unos 6.000 puestos de trabajo directos (fábrica y autopartistas), a los que cabe agregar los de proveedores y otros indirectos difíciles de medir con exactitud. Lo cierto, al fin y al cabo, es que ambas ciudades han sufrido por causas similares.

Otras similitudes


En lo que refiere a la conservación y puesta en valor de su patrimonio histórico-arquitectónico, también se registran similitudes. Turín, siempre preocupada por asuntos de la producción y el comercio, se dejó estar demasiado tiempo y ese relativo abandono ha marcado huella en el extraordinario cúmulo de arquitectura barroca de la segunda mitad del siglo XVII y todo el siglo XVIII que la ciudad, pese a todo, atesora, y en el que resaltan los magníficos aportes de los renombrados arquitectos Guarino Guarini y Filippo Juvarra. También las intervenciones de época mussoliniana con su despliegue de monumentalidad brutalista ha dejado cicatrices ostensibles en la trama urbana.

A Santa Fe, por cierto, le ha ido mucho peor. La pérdida de referencias urbanas tangibles e intangibles, así como la constante desaparición de bienes patrimoniales, la ha empobrecido de manera insoslayable. Y si bien la modernidad un tanto confusa -ya que mezclaba, a la vez, elementos progresistas e historicistas- hizo lo suyo, no hay duda de que lo peor lo produjeron la incuria, la desaprensión y la ignorancia.

No obstante, en el actual recodo de la historia, nuevos hechos movilizan acciones aquí y allá. Turín es hoy el centro de la mayor inversión en obras públicas de Europa, con un volumen extraordinario que supera los 5.000 millones de euros. La causa, como ocurriera años atrás con otras importantes ciudades europeas, es una celebración: las Olimpíadas de Invierno de 2006. Este evento ha detonado una impresionante masa de decisiones que revertirán -ya se advierte- casi tres décadas de baja inversión en mantenimiento y desarrollo urbanos. Ahora, de apuro y a toda máquina, se trabaja en la recuperación de edificios, la erección de estadios, la construcción de la red de subterráneos, su enlace con el sistema ferroviario, la reconstrucción de la autopista que une Turín con Milán y que incorpora en su espina la traza de un tren de alta velocidad. Esta vía, vale consignarlo, proseguirá luego al este, hacia Trieste (frontera con Yugoslavia); y hacia Francia al oeste , hasta empalmar con el sistema del vecino país. De modo que se está creando uno de los corredores rápidos más importantes de Europa.

Lo de Santa Fe, otra vez, es mucho más modesto, pero también entran en zona de definición proyectos que pueden revertir la agobiante declinación que la ciudad padece, entre otras razones, por largos años de bajísima inversión pública. El nodo de comunicaciones que alguna vez existió, está en vías de recuperarse porque Santa Fe tiene ahora un papel que jugar en el Mercosur. Tiene, al fin, nuevas funciones que cumplir, en particular como punto de articulación de la hidrovía Paraguay-Paraná. Puerto y aeropuerto regionales, nuevos caminos y una conexión ferroviaria con la futura extensión de las instalaciones portuarias a la vera del Paraná, son palancas aptas para movilizar a una región anestesiada, atraer inversión, generar radicaciones. Tiene, además, un Plan Director para el desarrollo de los terrenos portuarios remanentes y la probabilidad cierta de conseguir fondos para realizar los análisis de impacto al mayor nivel mundial. Por eso convoca el interés interno y externo, por eso todos preguntan . Santa Fe despierta poco a poco del olvido, el oprobio, el dolor y la descalificación. Quiere volver a ser, quiere crecer, recuperar el orgullo perdido. Y este camino vuelve a acercarla a Turín, que está en pleno cambio físico, pero que a la vez busca una reconversión plena, la ampliación de su oferta, que incluirá la salud, la cultura y el turismo, porque sabe que ya con Fiat no basta.

En palabras


Santa Fe despierta poco a poco del olvido, el oprobio, el dolor y la descalificación. Quiere volver a ser, quiere crecer, recuperar el orgullo perdido. Gustavo Vittori

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Una de las gestiones importantes de la misión santafesina en Piamonte, se relaciona con el puerto de Santa Fe y, más específicamente, con la tramitación de fondos italianos para financiar un trabajo de evaluación del impacto social, productivo y urbano ambiental que provocaría la reconversión de la estación portuaria y la ampliación de usos de los terrenos que quedarían disponibles para un plan de desarrollo urbano moderno.

Como se sabe, este aspecto, que apunta a mejorar el equipamiento urbano de Santa Fe y hacerla competitiva a nivel nacional y regional en ciertos rubros, requiere de fondos para poder realizar una tarea acorde con la magnitud del proyecto. En este sentido, hace tiempo -y como ya lo señalara el presidente del Ente Administrador Puerto Santa Fe, Dr. Benito Correnti- se inició una gestión para obtener estos recursos en Italia.

Pese a las demoras que el default argentino impuso a todos los trámites de esta naturaleza, las gestiones superaron obstáculos y marcharon adelante. Así fue como el Prof. Giulio Spano, representante de Italia ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) -entidad que administra los fondos en cuestión- hizo su trabajo respecto de la petición santafesina. El funcionario de referencia, que es el encargado de evaluar la calidad de los proyectos presentados por la Argentina para su posterior calificación, remitió a Washington (sede del BID) un informe positivo luego de analizar los documentos elaborados para el Plan Director del puerto y de visitar la ciudad de Santa Fe para recorrer personalmente el espacio en el que se lo propone desarrollar.

En estos días en Turín, la intensa agenda de reuniones incluyó nuevos contactos y conversaciones con instituciones y profesionales que pueden resultar decisivos para la concreción del proyecto; iniciativa que se haría viable mediante el aporte no reintegrable de 350.000 euros tomados del Fondo Fiduciario Italiano que administra el BID, monto que permitiría cubrir los costos de un estudio serio e integral que incluiría la participación de algún urbanista de primera línea mundial.

Gustavo J. Vittori