Ordenan advertir en los casinos que jugar perjudica la salud
Lo dispuso un juez marplatense y la medida tiene efecto en la provincia de Buenos Aires. Los especialistas aseguran que el juego es adictivo.

Los argentinos adictos al juego y que luchan por salir de su "ludopatía" agradecen que por primera vez la Justicia haya reconocido que no son unos viciosos y haya ordenado a los casinos poner carteles avisando de que "jugar es perjudicial para la salud".

El juez Enrique Félix Arbizu, del Departamento Judicial de Mar del Plata, ciudad considerada la capital del juego en Argentina, aceptó la semana pasada aplicar una medida cautelar solicitada por el abogado Daniel Romeo para extender al mundo de los juegos de azar un aviso hasta ahora reservado al tabaco y el alcohol.

Los casinos de la provincia de Buenos Aires, únicos a los que afecta la medida, que no obedezcan la orden recibirán multas de 2.000 pesos diarios "hasta tanto el requerido deponga su actitud renuente", estableció el magistrado.

"Es una resolución única en el mundo. Sólo Costa Rica posee una ley en esta materia", afirmó Romeo, un jugador que llegó a ser adicto y quiso con esa medida evitar a otros el infierno por él que él pasó antes.

"La ludopatía es una enfermedad adictiva, porque no se advierte a la comunidad que de jugador social se puede transformar en compulsivo. Es difícil salir de ese estado porque es un impulso involuntario con una sintomatología muy particular", sostuvo Romeo.

Portavoces de la entidad Jugadores Anónimos Compulsivos manifestaron a EFE que "es importante que se considere la ludopatía como una enfermedad dado que muchos creen que es un vicio, que se hace por placer".

A falta de cifras oficiales sobre la incidencia de la ludopatía, los jugadores compulsivos indicaron que en el primer semestre de este año aumentaron "los ingresos y consultas" a la organización.

Actualmente, Jugadores Anónimos Compulsivos posee en Argentina 43 grupos de recuperación que, en algunos casos, llegan a estar compuestos por 70 personas, además de otros grupos destinados a familiares y amigos de jugadores.

Daniel Romeo reveló a EFE que se convirtió en jugador social para evadir la realidad del nacimiento "de una hija discapacitada" y terminó jugando compulsivamente.

Para obligar a los casinos a colocar en lugar visible los carteles con el aviso, Arbizu alegó que la "ludopatía es una enfermedad y debe ser tratada como tal, preferentemente desde las políticas gubernamentales, tanto en las campañas de prevención como en la atención de quienes la sufren".

"Es público y notorio el desenfrenado avance de todo tipo de formas de juego de azar, los que paradójicamente resultan desesperadamente buscados como últimos recursos para paliar una situación socio-económica infrahumana para casi la mitad de la población", dijo el juez.

Además de los casinos, la medida se extiende a los bingos, los locales de traga monedas y de quiniela.

Según la Organización Mundial de la Salud, la ludopatía es una enfermedad incurable, pero puede detenerse con un tratamiento de recuperación.

En la entidad que trata a jugadores compulsivos explicaron a EFE que los que sufren de esta enfermedad "tienen cambios emocionales, morales y de comportamiento, y suelen evadirse de la realidad".

Patricia, una ex jugadora compulsiva que participa de los grupos de asistencia de la organización, sostuvo que "hay padres que llegan a robar a sus hijos con el propósito de conseguir dinero para jugar".

"Hay casos en que las personas pierden casas, empresas o cometen delitos de estafa en sus trabajos. También hubo experiencias de hijos que han ido a robar a las cajas fuertes de sus padres y han dejado un sólo billete verdadero y el resto del pilón son papeles de diario cortados al mismo tamaño", señaló Patricia.

Fuentes del Casino provincial de Mar del Plata reconocieron a EFE que existieron casos en que "un jugador quería que se lo echara del casino para no jugar más".

Romeo señaló que, a partir de la resolución, recibió "el llamado de más de 70 personas que quieren hacer juicio al Estado" por no haber advertido antes el perjuicio que genera el juego compulsivo.