Piqueteros y CGT, entre los desafíos del gobierno

. El reclamo por planes sociales se vio matizado por consignas de apoyo al chavismo venezolano y de repudio al gobierno de Bush.FOTO: Agencia DyN.

Las manifestaciones de ayer no registraron incidentes. Los contactos mantenidos en las últimas horas por el presidente intentan cerrar un nuevo frente. Divisiones y desconfianza.

Si la política para contener la protesta social provocó la primera crisis política en la administración de Néstor Kirchner, la construcción de un vínculo con las fuerzas sindicales, en equilibrio con las organizaciones piqueteras que mantienen el liderazgo sobre las manifestaciones callejeras, parece constituir el nuevo desafío político del gobierno.

En la Casa Rosada debieron admitir esa situación después de una semana en la que la relación entre el poder central y la nueva conducción de la CGT -formalmente reconocida por el presidente- sufrió un cortocircuito que puso en duda la estrategia de acercamiento ensayada por Kirchner.

La decisión del camionero Hugo Moyano de reunirse con el cuestionado dirigente piquetero Raúl Castells sin la aprobación de Susana Rueda y José Luis Lingeri, los otros dos miembros del flamante triunvirato que comanda la central obrera, abrió la polémica. Y puso al gobierno en alerta.

La secuencia se completó con una decisión del Ejecutivo. Así, el plan para ajustar salarios de empleados públicos y privados contribuyó también a sembrar de desconfianza el vínculo que, apenas días antes, el propio Kirchner había institucionalizado recibiendo en la Casa de Gobierno a los nuevos jefes de la CGT.

El gobierno buscó evitar la cumbre Moyano-Castells apenas supo sobre ese plan. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, se encargó de explicarle al dirigente camionero el estado de "desconfianza" que pesaba sobre la figura del líder del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados.

"El ministro le dio su opinión. Las decisiones posteriores corren por cuenta de Moyano", reconocieron fuentes oficiales.

El encuentro -especialmente cuestionado desde la CGT por Rueda, la dirigente del triunvirato cegetista que en la Casa Rosada comenzaron a observar con simpatía- abrió toda clase de especulaciones sobre los supuestos promotores "ocultos" de la reunión y las motivaciones políticas de Moyano para fotografiarse con Castells.

La figura de Luis Barrionuevo -quien calificó a la reunión de "brillante"- volvió a formar parte de las sospechas oficiales.

En el gobierno, según confiaron las fuentes consultadas, evaluaron también que la jugada de Moyano apuntó a abrir la disputa por el liderazgo de la protesta social. Y advirtieron como un "error" que el jefe de la CGT haya elegido a Castells como interlocutor.

IMPACTO SALARIAL

Pero si la foto de Moyano y el dirigente piquetero causó irritación en el poder central, la CGT tuvo apenas tiempo para asimilar el impacto de un posible aumento de sueldos por la vía del decreto. Sucede que la conducción de la central obrera había debutado con el reclamo de convocatoria del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil.

Aunque el gobierno salió en las últimas horas a bajar el tono de un anuncio inminente, en la CGT buscaron poner un punto final a la pelea por la reunión con Castells para diagramar una salida que garantice el llamado al Consejo y evite que la administración Kirchner capitalice sólo para sí una eventual suba de sueldos.

El plan de los dirigentes sindicales incluye, en caso que el gobierno decida "marginar" a la CGT de la discusión, la posible convocatoria a una movilización.

Quizás para frenar esa embestida, el ministro del Interior salió a relativizar los tiempos de la medida en estudio. "No es un tema que esté definido. No tiene que ser inmediato, ni tiene que estar preparado para que surja mañana a la mañana por un decreto", puntualizó el jefe de la cartera política.

Con ese frente de discordia abierto, Kirchner eligió cerrar la semana de tironeo con la CGT con un gesto de peso político.

El presidente recibió en la Rosada a la CTA, la central sindical opositora que lidera Víctor De Gennaro. Aunque el encuentro incluyó la presentación de una lista de reclamos al gobierno, De Gennaro afirmó entonces que el gesto del presidente daba cuenta del "reconocimiento de que en la Argentina hay dos centrales sindicales".

Viviana Mariño (CMI)