Historieta: el hombre que escribió todo

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Los lectores de Martín Toro y el Cabo Savino saben de quien se trata. La mayoría de los seguidores de las revistas Skorpio y Fierro, también. Y, seguramente, algunos docentes y conocedores de literatura infantil. Pero hay muchos más que no lo conocen, aunque sí lo leyeron. Por ejemplo, quienes disfrutaron de las historias de personajes tan disímiles como La Hormiguita Viajera y Killing, Lock Olmo y Ultratumba o versiones locales de Superman, Kung Fu, Meteoro, El Chavo, el Pato Donald y Bonanza. Pero también la inconclusa 2 de Abril, sobre la guerra de Malvinas, que sólo se publicó en El Litoral.

éltimamente se lo vio en la Feria del Libro de Buenos Aires, firmando obras infantiles. Trabaja en una biblioteca y aunque su presente tiene menos que ver con la historieta de lo que a él le gustaría, su trayectoria en el medio es apabullante. Sin el prestigio de Héctor Germán Oesterheld, la consagración popular de Robin Wood o la proyección internacional de otros de sus colegas es, no obstante, uno de los más prolíficos, dedicados y versátiles guionistas argentinos. Más de 5 mil guiones escritos -incluyendo un millar que no llegaron a ser publicados- dan testimonio de una tarea a destajo, casi siempre en las sombras y abarcativa también de otros rubros (como traducciones y crucigramas).

Tiene mucho para contar y le gusta hacerlo -también escribiéndolo-, de modo que esta nota es, forzosamente, un extracto de una entrevista mucho más extensa. Presentamos a Jorge Claudio Morhain, uno al que leímos todos.

-¿Cómo hacía para ambientar sus historias gauchescas?

-Como siempre; es decir, como cuando me dijeron hacé historias de guerra, o de la India, etc. -cowboys había leído mucho y también ciencia ficción-. Cuando me dijeron en Columba que Casalla necesitaba guionistas y que yo podía hacer una buena gauchesca, no sabía nada del tema. Así que chapé los libros. Todos los que pude. Mi colección de Todo es Historia. Y después montones, hasta armar una biblioteca que debe tener unos 500, calculo. El coronel Walter, Mansilla, Ebelot, etc.

También como siempre, escribí historias ABSOLUTAMENTE DOCUMENTADAS. Incluso lo digo en mi curso de historieta: el escritor y el dibujante deben saber cómo es la silla, la cama, el cuadro, la alfombra, la lámpara. Y después hablar SÓLO del señor que toma mate en la mesa que está en esa sala.

-¿Tuvo que hacer alguna adecuación de los guiones o del perfil de los personajes por motivos ideológicos?

-Sí, absolutamente. Una vez un lector me alabó el Savino y yo le contesté que lo principal del cabo eran las grandes anteojeras que tenía que llevar todo el tiempo para no ver la injusticia, el despojo, el asesinato, la corrupción, el abuso, la inmoralidad, el avasallamiento (siguen firmas)...

El cabo, como el sargento Toro, contaba historias lavadas, pero NO falseadas, de la vida en la frontera. Simplemente, no mostrábamos el lado malo. Pero ojo, tampoco hablábamos de que fuera el paraíso. Cuando Martín Toro fue a fundar un fortín y no había nombre, le pusieron Fortín Hambre y así figuró en muchas historietas.

Los Columba tenían muy clara una cosa: Roca fue un genocida. Eso desde siempre. Pero no se podía decir, el paradigma era otro. Roca era uno de nuestros grandes "héroes", por lo menos hasta 1982. En 1979 se "festejó" el centenario de la "campaña" del desierto, y sonaron algunas voces... mejor dicho, susurraron, porque siempre se podía desaparecer... Pero, como digo, los Columba la tenían clara, por eso sus gauchos trabajaban siempre ANTES de esa "conquista". En los tiempos del avance "bueno", del ministro Alsina y su zanja que era una contención, no una masacre. En la época de un estudioso como Ebelot trabajando en los fortines. Cuando había compañerismo y acercamiento al indio. O sea, le facilitaban a uno autocensurarse, je.

-Usted abordó incluso la guerra con Paraguay.

-Bueno, ahí también ellos sabían que colaboramos con el genocidio del pueblo y del progreso paraguayo, así que las historias eran marginales, episódicas, nunca íbamos a fondo. El que compartía esos ideales o puntos de vista era también Julio Álvarez Cao, que tuvo influencia decisiva en lo gauchesco, en Columba.

-¿Y Pehuén Curá, que era un soldado de Rosas?

-Se daba un caso curioso. Los Columba eran rosistas. Y no se me diga que eso es del siglo XIX, porque no pude publicar notas en La Nación, cuando trabajaba allí, porque hablaban de Rosas, y eso en los '90. Los Mitre decían que eran unitarios... Si non vederes, non crederes.

Pero los Columba eran rosistas, así que Don Juan Manuel era un personaje simpático para ellos. Julio Álvarez les creó un magnífico Colorado del Monte, para Arancio, y esos episodios son buenísimos. Después lo heredé, y lo hicimos con Juan A. Castro, un santafesino, durante muchísimos años.

Pero, véase la diferencia, Julio (que era hijo del dibujante Cao, de Caras y Caretas, y compinche de don Ramón Columba el fundador, (obsérvese por dónde) lo había hecho real, y este paisano, que integraba las milicias de paisanos que Rosas había juntado acá en San Miguel del Monte Gárgano (es mi zona), era un extraordinario baqueano, llamado Asencio Del Busto (creo que se llamaba Busto porque los Columba descienden del caudillo sanjuanino Bustos; está basado en un baqueano auténtico que anduvo con Rosas). Pero al ser "sólo" un baqueano, sin instrucción militar, los demás lo basureaban. Entonces un día se entera Rosas, de que era su amigo personal (era amigo de todos), y le dice: "Pa' que no te basureen más, desde hoy sos teniente". Y se convirtió en el teniente Asencio Del Busto, alias Pehuén Curá (Pino de Piedra).

-¿Y quedó así?

-Cuando yo recibí el personaje leí todos los episodios de Arancio-Álvarez, y seguí esa línea. Reboté. Me llamó Jorge Vasallo, que era el lector jefe: "¿Qué es esto de que era un simple baqueano y que fue ascendido a dedo? ¿Se volvió loco, Morhain? ¿Cómo a dedo?".

No sólo tuve que explicar qué era lo que había escrito Álvarez, sino que tuvimos que buscar en el archivo para que se convencieran (eso me demostró que a Julio NO le leían los guiones). Entonces dijeron: "No importa: ahora va a ser teniente de carrera, póngalo así". íTeniente de carrera!, íde un cuerpo de milicianos reclutados entre la peonada de las estancias del mismo Rosas! Obviamente, JAMÁS mencioné eso de la carrera, para no hacer el ridículo, pero desde entonces todo fue "sí, señor", "no, señor", nada de "como diga, don Juan Manuel".

-¿Le pasó alguna otra vez?

-Una anécdota parecida, aunque no haga a la censura, sucedió con otro de mis guiones, en el que aparecía el coronel San Martín, gobernador de Mendoza. "¿Quién es este coronel San Martín?". "San Martín, el que luego sería el general". "Ah, entonces ponga el general, no el coronel". "íPero no había ascendido, era coronel!". "Eso no importa: usted póngale general, porque la gente lo conoce como el general".

-La sensación general es que en las revistas de Columba había simpatía hacia los militares.

-Los Columba eran profundamente militaristas. Otra indicación textual de vasallo fue "todo uniformado es bueno por definición, aunque sea el cartero". Hasta la Guerra de Malvinas... Allí los Columba descubrieron quiénes eran y fueron nuestros militares. Así me lo dijo en charla privada don Ramón Columba (sobrino del fundador), a cargo por un breve lapso de la dirección. Y me pidió a ver qué podía hacer con todos los militares que tenía, para no seguir hablando del ejército. Y bien: mientras duró ese interregno, casi al final de la editorial, el Cabo Savino se fue del fortín, asqueado por una matanza de indios (aunque esto no fue explícito), y se quedó a vivir en el rancho de la viuda de un camarada, que tenía un hijo. Martín Toro se fue del fortín (nunca se supo cómo ni por qué) y se juntó con tres amigos que había conocido en episodios anteriores: un matrero, un médico y un indio (o sea: Verdugo Ranch del Sargento Kirk). Y a Pehuén Curá lo desmilitarizamos pasando a ser espía civil a las órdenes de don Juan Manuel, con zona de tareas en el Delta y Entre Ríos. Su misión era espiar a los unitarios... Pero aquí aparece nuevamente la censura. La palabra "unitarios" estaba prohibida en Columba. De modo que (así como cuando había tráfico de drogas se llamaba "tráfico de diamantes") cuando se hablaba de "contrabandistas" debía leerse "unitarios".

La historieta de Malvinas

"Cuando comenzó la guerra inesperada, las cosas que empezaron a pasar eran de historieta. Y yo me dije `debo aprovechar este momento histórico y hacer la historieta YA'. Se lo propuse a mi hermano, Mario Morhain (a veces Mario Suárez), el dibujante, y estuvo de acuerdo. Compré todos los libros que hallé, y todos los diarios y revistas que salían en ese momento. Y emprendí la tarea titánica. Conté el desembarco según la información existente (poniendo, por mi cuenta, una nota al pie donde especificaba que no usaba datos secretos), y, simultáneamente, la historia del descubrimiento, gobernación, apropiación, etc. Esta parte está MUY bien documentada, tanto en guión como en dibujo, y la recomiendo.

"Una vez con los primeros originales, salí a recorrer los diarios pensando que me sacarían la historia de las manos. Pero lo que había en los diarios era mucho MIEDO, y nadie la quiso. El único diario que aceptó publicarla fue El Litoral.

"Cuando habíamos llegado a los hechos del Gaucho Rivero, en la sección de racconto (esto no se publicó) y al izamiento de la bandera argentina en la casa del gobernador de Malvinas, ya habíamos perdido la guerra. La Argentina veía todo lo que pasó con tristeza, vergüenza, remordimiento, y el diario no quiso seguir publicándola. De modo que no llegamos a internarnos en la parte sucia de la guerra, los chocolates, los pozos de zorro, las matanzas, que vinieron después del desembarco (heroico como hecho aislado, hasta ahí)".

El Litoral publicó 60 tiras de 2 de abril, entre el 1° de junio y el 31 de julio de 1982. "Es una curiosidad histórica", concluye Morhain.

De la TV al papel

-¿Cómo era el proceso de hacer versiones nacionales de personajes extranjeros?

-La tarea consistía en mirar muchos episodios, enterarse de la base dramática, de la característica humana de los personajes. Luego, había que fantasear con aventuras en ese mismo ambiente. Era como crear historietas policiales, de ciencia ficción, de cowboys, etc., que en lugar de personajes circunstanciales tenían a los famosos de la pantalla chica, con su idiosincrasia, claro. En general, es el método que usaba siempre para escribir. Había que definir los personajes (aún sin notas, uno los definía inconscientemente, al "verlos" en la imaginación), y ponerlos en la situación imaginada: entonces ellos se movían solos, cada cual con su lógica de vida, y actuaban la historia, que "sólo" había que transcribir.

Sin embargo, puedo contar alguna anécdota al respecto: Cuando me pidieron las primera de estas adaptaciones, Los Jinetes de Mackenzie, Tonto, Dimensión Desconocida, no tenía televisor. A comienzos de los '60, cuando empecé a escribir, eran muy pocos los que lo tenían. Así que debía ir a la casa de un amigo a ver esas series, abusando de su paciencia, tomando notas, una tarea fatigosa.

Cuando me pidieron El Chavo, JAMÁS había visto un episodio, sólo tenía la grabación de sonido de uno. Mi primer historia salió así, a ciegas, y no se notó para nada.

-¿Se puede contar que eso se hacía sin pagar los derechos?

-Estamos hablando de una época que terminó en los '70. No había internet, las comunicaciones eran escasas, y Argentina era la verdadera asentadera del planeta, o dicho de forma culta, el vero culus mundis. A nadie le importaba si un imprentero sacaba unas copias de El Planeta de los Simios o aún La Mujer Maravilla (que era un comic), por su cuenta.

Sencillamente, no se enteraban, porque nadie los comentaba en la prensa, y por supuesto nadie iba a llevar un ejemplar a USA. Había varios editores especializados en este sistema: Mamut de Vima, Zerboni de Totem (sí, el mismo Zerboni de la Editorial Eura de Italia), y, desde luego, el "rey", José Alegre, o José Alegre Asmar, que basó su fortuna en esas series, y en toda clase de impresiones como billetes de lotería u horóscopos de Horangel. No sólo historietas de las series hacía, sino cualquier cosa que pudiera venderse. Cuando murió Marilyn, sacó AL OTRO DÍA una revista dedicada a ella, escrita por un ejército de redactores y buceadores de archivo. Editorial Atlántida compró los derechos legales de La Pantera Rosa. Pero Alegre se le adelantó e hizo el mejor negocio de su vida, publicándola en Diario Popular y sacando revistas. Atlántida le hizo juicio, pero finalmente desistió.

-Para los guiones ¿se basaba en los episodios televisivos, había ciertos lineamientos que tenía que seguir o quedaba librado a su arbitrio?

-En estas editoriales no había lineamiento alguno que seguir. Uno tenía total libertad. Me pidieron una adaptación de la película Tiburón, que no había visto, así que adapté el libro. En otros casos, tomaba un poco del original para mejorar las adaptaciones. En Toma por ejemplo, leí el libro, además de ver la serie. Y cuando adapté Soy Leyenda, una película con Charlton Heston (más conocida como El Hombre Omega), tuve problemas, porque me basé en el original de Richard Matheson... que había sido interpretado exactamente al revés en la película, destrozando una grandiosa novela.

Lista (muy) incompleta

Editorial Columba: El Cabo Savino, Pehuén Curá, Martín Toro, Kabul de Bengala, Argón, Ted Marlow, Álamo Jim, Crap, Cuentos de Troperos, El Arriero, El Chasqui, Gualicho, historietas sueltas.

Traducciones de Batman, Flash Gordon, Capitán América, Príncipe Valiente, Tarzán, Jim de la Jungla, Ben Bolt, Modesty Blaise, James Bond, Johnny Hazard, Gora Gopal, Mandrake, Roper y Nomad, Kerry Drake, Juez Parker, Corrigan, Gringo, Jim Hawk, Paul Temple, Matt Marriott, La Ley del Revólver, Géminis, Médicos del Aire, Star Hawks, Tiffany Thames, Jeff Cobb, Popeye, Rip Kirby, Wes Slade, Dallas, Wonder Woman, Spiderman, Superfriends, Hulk, El Fantasma, Superman, Star Wars Regreso del Jedi, Krull, Harry Chase.

Editorial Atlántida. Revista Billiken: Samos, Capitán Sagitario, Mac Perro, Barbeta y Grunchi, La Hormiguita Viajera, Lock Olmo, Gaby Fofó y Miliki, Vidas Célebres, El Agente Ckol, Aventuras Verdaderas, Episodios Argentinos, Vinchita, Luciérnaga Luna, Zoilo Sagaz.

Editorial Mopasa - Tynset (José Alegre), Revistas varias: Fenton Mars, Monstruos Planetarios, Vamp, El Caráu, Qlauss asesino de galaxias, Kung Fu, Toma, Capitán Escarlata, Cosmos 1999, Mujer Policía, Mujer Nuclear, SWAT, Hombre del Rifle, Dos Tipos Audaces, Mannix, Bonanza, Planeta de los Simios, Calles de San Francisco, Zorro, Starsky & Hutch, Sérpico, Superman (con dibujos de Enio), Supervolador, Juan Raro y otras historietas.

Ediciones Récord: Serie Negra, Jungla de Asfalto, Águilas, Mil Noches de Viento, Bull Rockett, Aquí la Legión, Krantz, El Pibe Maravilla, El Chavo, El Chapulín Colorado, El doctor Chapatín. Un episodio de El Eternauta que nunca se publicó.

La Nación: Juampi, Sabina, Hernán el Atrevido, otras historietas.

Diario Popular: Milo Garay, Capitán Martín Galac.

Fierro: El Pibe Cabeza.

Otras: El Topo Gigio, Condorito, Mickey, Giro Sintornillo, Daisy, Tío Rico, Donald, Meteoro, El Hombre Nuclear, Mujer Maravilla, Rambo; episodios de las fotonovelas para adultos Killing y Goldrake.

Emerio [email protected]