Primer premio EGB 2: anónimos de verano
Por Victoria María Arias

Todas las tardes de verano Justo y su amigo Fede iban al club del barrio acompañados por su grupo de amigos. Ellos se divertían haciendo actividades al aire libre y bromeando entre ellos.

Un día de mucho calor se salieron de su rutina y jugaron contra las chicas al carnaval. Entre risas y llantos, todos se divertían esa tarde, pero en cambio Justo, el más tímido del grupo, se hallaba confundido sentado en un banco; porque por primera vez sentía algo especial por una chica llamada Agustina. Al atardecer finalizó el carnaval y todos muy cansados regresaron a sus casas. Ese mismo día después de comer, Justito, muy apresurado corrió al teléfono, y su madre muy sorprendida le preguntó:

-Justo, ¿qué te pasa?, estás muy raro...

Y él, sin prestarle tanta atención, le respondió:

-Nada ma, estoy bien.

Él continuó y llamó a su amigo Federico, el más popular del curso. Fede, medio dormido y rezongando, atendió:

-Hola, ¿quién habla?

Y Justo respondió:

-Yo, Justo, quería saber si tenías el mail de Agustina, la chica que estaba en el club (preguntó tartamudeando y despacio con miedo de que lo escuche su mamá). Su amigo sorprendido le cuestionó:

-¿Qué? ¿te gusta?

-Y él quedándose sin palabras le dijo:

-íNo, nada que ver!, es sólo que quería agregar a alguien más a mi lista de contactos.

Fede muy engañado le contestó:

-Sí, acá lo tengo, te lo paso: [email protected]

Entonces Justo dijo:

-OK, conectate dentro de media hora.

El tiempo pasó muy rápido y él ya se había conectado y esperando con ansias que se conectara su amigo, se le ocurrió una idea: hacerse un e-mail anónimo para escribirle a Agustina: [email protected]

Así podría expresarle su gran amor sin darse al descubierto.

Su primer mensaje fue corto y preciso, decía:

-Hola Agu, ¿cómo estás?, te cuento que me parecés un bombonazo, con tu pelo rubio, tus ojos color chocolate y... todo tu ser. Se despide, tu admirador secreto.

Al rato se conectó Fede, pero Justito ya estaba desconectado. Su amigo al ver que Justo no respondía, se puso a chatear con otro, y vio que esa persona era Agustina. Entonces le dijo:

-Hola Agus, ¿cómo estás?

Y ella respondió:

-Bien, ¿sabés lo que recibí recién?

-¿Qué?, preguntó Fede.

-Un e-mail con mensaje anónimo que expresaba lo mucho que me quería, ¿tenés idea de quién puede ser?

Entonces Federico respondió:

-íNo, nena!, ni idea, y se desconectó.

Agustina, muy sorprendida y pensando que podía llegar a ser él, apagó la compu y se fue a dormir. Pero en cambio Fede se quedó pensando esa noche que podía llegar a ser su amigo Justo, el que escribía los mensajes anónimos. Al día siguiente Federico fue a la casa de Justo y le preguntó:

-Che, decime la verdad, ¿vos le mandás los mensajes anónimos de amor a la Agus?

Y él contesta:

-Sí, soy yo, pero no le digas nada a ella ípor favor!

Y Fede riéndose le dice:

-Quedate tranquilo, no digo nada.

Después de confesarle su gran secreto, salieron los dos hacia el club a encontrarse con los chicos del grupo. Cuando llegaron también estaban las chicas y, entre ellas, Agustina. Al verla, Justo se puso muy tímido y se anuló del grupo. Su amigo, al darse cuenta de la situación, se acercó a él y le dijo:

-Che, dale, animate, andá y decile que sos vos su admirador secreto.

Pero Justo le respondió:

-íNo!, ni loco nene.

Las horas iban pasando, y ya se hacía cada vez más tarde, y Justo se encontraba en un banco mirando a los demás. De pronto observó que Agustina se amigaba cada vez más con Federico. Entonces, al ver eso, tomó valentía, se levantó y la llamó. Los dos se fueron a un lugar aparte y ahí Justo tuvo la oportunidad de decirle lo mucho que la quería. Agustina, muy sorprendida por lo que escuchaba, se puso a reír. Justito muy temeroso le preguntó:

-¿De qué te reís?

Y ella le contesta:

-No, lo que pasa es que yo pensaba que el que me escribía era Fede, pero ahora que sos vos me quedo mucho más tranquila.

-¿Más tranquila? ¿por qué?, dice Justo.

-Sí, porque ahora ya sé que yo no soy la única que está enamorada de vos, sino que vos también estás enamorado de mí.

-¿Qué? ¿querés ser mi novia?, pregunta Justo muy contento.

-íBueno, me encantaría!, responde Agustina.

Desde ese momento, Justito ya no se anuló más en el grupo y en las conversaciones, teniendo la certeza de que él podía ser popular, como su amigo Federico.

Nuestra Señora del Calvario