La situación social se agrava en Haití
Falta agua, energía y la ayuda humanitaria internacional aún no pueden llegar con la urgencia que la necesidad demanda.

La población de Gonaives, al oeste de Haití, espera angustiada la llegada de ayuda en medio del caos generado por las inundaciones que dejó la tormenta tropical Jeanne y entre disparos que presagian brotes de violencia.

Miles de personas deambulan por las calles de la ciudad haitiana convertidas en un lodazal con todo tipo de enseres en sus espaldas o cabezas, y con la única esperanza de salvar lo poco que les ha quedado tras la riada.

En los apenas 170 kilómetros que hay desde Puerto Príncipe a Gonaives, los automóviles tardan cinco horas por carretera, pero no se ve en ella tráfico de vehículos con ayuda humanitaria.

En Gonaives, el personal de la Cruz Roja Internacional, Médicos Sin Fronteras y Cáritas se afana por intentar llevar los pocos recursos disponibles a los más de 100.000 habitantes de la ciudad, la mayoría de los cuales son damnificados y donde las inundaciones han dejado más de 1.000 muertos y un millar de desaparecidos.

DIFÍCIL ACCESO

El acceso a Gonaives por tierra es complicado, ya que hay que atravesar una zona inundada donde el nivel del agua llega casi a los tejados de algunas casas, lo que dificulta y ralentiza el transporte por tierra de la ayuda humanitaria.

Todo está lleno de lodo y el ambiente huele mal, lo que obliga al personal asistencial y a los periodistas a usar mascarillas, pero los damnificados no las llevan.

Numerosas personas lavan sus ropas, llenas de lodo, en el agua de la calle, sucia y maloliente.

Mucha gente está encaramada en los tejados de sus precarias casas, acompañados de sus colchones, sillas y enseres. Otros, la mayoría, lo han perdido todo.

La desesperación principal de la población es conseguir agua potable. Los privilegiados que disponen de ella, se aferran a las bolsas y botellas de agua con todas sus fuerzas, sudorosos, en medio de un calor infernal.

Cuando las organizaciones asistenciales distribuyen comida, muchas personas pierden la paciencia, sacan a relucir sus armas de fuego y disparan al aire para imponer por la fuerza su prioridad en el reparto.

Los disparos se dejan oír en diversos puntos de la ciudad, especialmente en la oscuridad de la noche, propiciada por la falta de fluido eléctrico, mientras apenas se ven tropas argentinas de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah), que custodian Gonaives. (EFE)

(INTERNACIONALES).