Pidió clemencia el principal acusado del caso Strajman
El hombre enfrenta una posible condena de hasta 37 años de prisión. Adrián Sommaruga dijo que su arrepentimiento es "sincero y real".

Buenos Aires.- Adrián Gustavo Sommaruga, principal imputado que afronta pedidos de penas de hasta 37 años de prisión por el secuestro y mutilación de Ariel Strajman, pidió hoy "clemencia a la hora del fallo" que el Tribunal Oral Federal número 1 dictará esta tarde.

Al pronunciar sus últimas palabras antes de la sentencia, que se dará a conocer a las 18 horas, Sommaruga dijo que "mi arrepentimiento es sincero y real" por haber participado en lo que definió como "este hecho espantoso", ocurrido entre el 16 y 18 de octubre de 2002.

El otro acusado que optó por hablar fue Osvaldo Keroa, con pedido de 28 años de prisión, y sostuvo que "no pido perdón porque (a Strajman) no le puse una mano encima" al tiempo que se definió de una manera peculiar: "No soy un asesino y no pienso como un asesino".

En cambio, los otros seis imputados, Pablo Sommaruga, hermano de Adrián; Diego Sibio; su madre María Gottig; Alberto Sommaruga, padre de Adrián y Pablo; Diego Ferreyra y Nicolás Barlaro, prefirieron guardar silencio y quedarse sentados en el banquillo.

"Yo no fui"

El más enfático de los alegatos fue el de Sommaruga que no negó su participación en el secuestro y sin embargo dijo que "me solidarizo con el daño psíquico y físico que sufrió Ariel Strajman", para luego sostener que "en la amputación del dedo yo no tengo nada que ver".

Los jueces Mario Costa, Martín Federico y Jorge Gettas escucharon los alegatos y dispusieron un cuarto intermedio hasta el veredicto que se conocerá en los tribunales federales del porteño barrio de Retiro contra los imputados.

La Fiscalía había pedido penas que van de 3 a 30 años de prisión, mientras que la querella reclamó condenas de hasta 37 años y medio, al tiempo que todas las defensas reclamaron absoluciones por la mayoría de los delitos.

Jefe de banda

En ese marco, el tribunal deberá decidir el futuro de Adrián Sommaruga, con pedidos de 37 años y medio y 30 años de cárcel por la querella y la Fiscalía, respectivamente, por considerarlo "el cerebro de la banda" que habría cometido los delitos de secuestro extorsivo agravado, lesiones leves y graves agravadas por odio racial o religioso, acopio de arma de guerra, encubrimiento y tenencia ilegal de documento para acreditar identidad.

Para su hermano Pablo hay pedidos de penas de 35 y 28 años de cárcel; Diego Sibio, con solicitud de pena de 22 años; Keroa, 28 años de prisión; todos los cuales para la querella habrían integrado una asociación ilícita para cometer éste y otros delitos, aunque la Fiscalía y las defensas refutaron esa figura.

En el caso de María Gottig, la querella y la Fiscalía reclamaron 10 y 8 años de cárcel, y sobre su pareja, Alberto Sommaruga, padre de Adrián y Pablo, pidieron 10 y 5 años de condena.

Para Ferreyra y Barlaro, sospechados de haber sido partícipes secundarios del secuestro, pidieron 6 y 5 años de cárcel y para Barlaro reclamaron 6 y 3 años de prisión.

El último de los imputados que llegó al juicio fue Claudio Abeiro, sobre el que la Fiscalía y la querella no requirieron condena, ya que en el juicio se determinó que los otros imputados buscaron refugio en su casa cuando la Policía estaba a punto de arrestarlos. Se descuenta, entonces, su absolución.

El horror

Strajman, de 29 años, fue secuestrado en la noche del 16 de octubre del 2002, cuando volvía a su casa luego de un día de trabajo con su padre.

Un grupo de sujetos lo abordó en el garaje de su casa y lo llevó hasta el sótano de una vivienda de la calle Holmberg al 1200 de esta capital, donde fue retenido hasta la mañana siguiente.

De allí fue trasladado a un lugar que no se pudo determinar con precisión y luego fue llevado hasta una casa de Pilar, donde sus captores lo abandonaron porque la policía ya estaba sobre sus pasos.

Durante los dos días que estuvo secuestrado, los delincuentes lo golpearon, lo maltrataron por su origen judío y le arrancaron con una tenaza el dedo meñique, que -luego- fue enviado en una cajita a su familia para exigir el pago de un rescate mayor al que habían cobrado pocas horas antes. (DyN).