Ecologista keniana es Nobel de la Paz
Wangari Maathai es la primera mujer africana que recibe tan importante distinción. Se destacó por su defensa de los derechos humanos.

El premio Nobel de la Paz 2004 fue atribuido hoy a la militante ecologista keniana Wangari Maathai, la primera mujer africana que recibe esta recompensa más que centenaria, "por su contribución en favor del desarrollo duradero, de la democracia y de la paz".

Maathai, de 64 años, fundó en 1977 el Movimiento del Cinturón Verde, el principal proyecto de plantación de árboles de Africa que tiene el objetivo de promover la biodiversidad creando al mismo tiempo empleos para las mujeres y dando un mayor valor a su imagen en la sociedad.

"El Comité Nobel noruego decidió atribuir el premio Nobel de la Paz 2004 a Wangari Maathai por su contribución en favor del desarrollo duradero, de la democracia y de la paz", argumentó el Comité Nobel en sus considerandos.

Bióloga y profesora, es también una ardiente defensora de los derechos humanos, lo que le supuso ser acosada, calumniada y encarcelada por el régimen autoritario del ex presidente Daniel Arap Moi en los años 70 y 80.

Es diputada ecologista en el Parlamento keniano desde diciembre de 2002. En enero de 2003 fue nombrada ministra adjunta de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Fauna Salvaje.

"Emocionada" poco después de haber recibido "la mayor sorpresa" de su vida cuando el embajador de Noruega en su país le comunicó que había sido galardonada, Maathai recordó que la defensa del medioambiente y la promoción de la paz están estrechamente relacionadas.

La causa ecológica "es un aspecto importante de la paz porque, cuando los recursos son escasos, nosotros luchamos por obtenerlos", declaró a la radio televisión pública noruega NRK. "Nosotros plantamos las semillas de la paz, ahora y para el futuro", agregó.

"Estoy muy contenta y doy gracias a Dios por todo. Voy a continuar mi campaña y pido a los kenianos que se unan a mí", declaró.

Gracias a la acción de su movimiento contra la deforestación, factor de sequía y pobreza para las poblaciones locales, más de 30 millones de árboles fueron plantados en Kenia y decenas de miles de personas, muchas de las cuales son mujeres, trabajan en los viveros del movimiento.