Vuelve a ser de acceso público la entrepierna del difunto Noir

La tumba de Víctor Noir, periodista asesinado en 1870 y cuya última morada está presidida por una estatua célebre por su generosa entrepierna, quedó reabierta al público, tras suprimirse las vallas instaladas para protegerla de las mujeres que adjudican a sus atributos poderes fertilizantes.

Hace unas semanas, en respuesta a las quejas de algunos visitantes del cementerio parisino de PŽre Lachaise, la Alcaldía ordenó el vallado de la tumba, con el siguiente cartel: "Toda degradación por medio de grafiti, tocamientos indecentes u otros medios puede ser perseguida".

Pero las vallas fueron retiradas finalmente por orden del teniente de alcalde de París, Yves Contassot, encargado de los jardines y cementerios de la capital francesa.

El político explicó que es preciso proteger ciertas tumbas debido a la afluencia extraordinaria de público, como la del cantante Jim Morrison, pero consideró que el vallado de la de Noir había sido precipitado.

"No deseo que caigamos en los defectos estadounidenses de una pudibundez exagerada", declaró Contassot, tras indicar que en la historia de la Humanidad "siempre ha habido estatuas o monumentos reverenciados por su supuesta capacidad para hacer fértiles a las mujeres".

Victor Noir, nacido Yvan Salmon, fue asesinado a los 22 años, en vísperas de su boda, por el impulsivo príncipe Pierre Bonaparte, primo de Napoléon III, cuando le estaba visitando para concertar, como testigo, un duelo para su redactor jefe en La Marseillaise.

Su lápida está adornada con una estatua de bronce, obra de Jules Dalou, en la que el difunto aparece caído boca arriba, con la boca abierta, los brazos laxos a ambos lados del cuerpo, vestido a la usanza de su época... y con la entrepierna notablemente abultada, a juicio de los entendidos en la materia.

Esa protuberancia está precisamente en el origen de la superstición que desde hace unos cuarenta años ha convertido a la estatua en objeto de culto fetichista.

Mujeres deseosas de quedar embarazadas acostumbran a ir a la tumba para acariciar o frotarse sobre la parte más llamativa de la estatua o bien sobre la punta de sus botas.

Junto a la figura yacente, asimismo, suelen depositarse flores y zapatitos de bebé, en señal de gratitud por supuestos favores recibidos.

Contassot también ha pedido que se retiren las vallas de protección de otra tumba estelar del cementerio PŽre Lachaise, la del escritor Oscar Wilde, cubierta de marcas de lápiz de labios. (EFE).