Cuna de la palabra
Un joven cronista de televisión, inconsciente de sus actos (impulsados por el desconocimiento), hizo la pregunta imposible: ¿cuál es el resultado de este congreso? Enfrente, el filósofo Tomás Abraham no salía de su asombro ante la interrogación; alrededor, una decena de periodistas observaba al hablante con similar gesto de sorpresa. Era miércoles 17 de noviembre, eran las 20.15. Terminaba la primera jornada del III Congreso Internacional de la Lengua Española. Detrás del entrevistado, el teatro El Círculo, imponente, absorbía las últimas luces del día. "... esa pregunta. No hay resultados, venimos a discutir", contestó algo molesto el autor de "El último Foucault".
La interpelación fue improcedente; la anécdota puede servir para disparar otra pregunta, que nos haremos nosotros como asistentes. ¿Para qué sirvió el congreso? Y diremos: para pensar; no hay resultados. En un evento de estas características: se reflexiona, se habla, se polemiza, se intercambia; con inteligencia, formación, talento, pasión. Algunos embriagados de tanto academicismo inútil.
No hay (Dios no lo permita), ecuaciones matemáticas o estadísticas que indiquen que ahora la gente va a hablar mejor y a leer más. Hay, sí, algunos hechos para destacar, que más que los resultados del encuentro son las lecturas de un cronista superado por la cantidad de sucesos simultáneos, pero deslumbrado por la magnitud de un encuentro de estas características. Hubo:
Meses antes de la concreción de ambos congresos desde distintos rincones del país, y en especial por la web, se alzaron voces en contra del congreso oficial. Una de ellas fue la de la doctora en Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, Isabel Requejo, quien sostuvo fundamentalmente el carácter antidemocrático del Congreso de la Lengua Española.
"Es antidemocrática toda forma de encuentro científico en la que quienes están autorizados para hablar de la identidad lingüística y la globalización sean los que deciden desde estructuras fuertemente corporativas, verticalistas y jerárquicas".
La lingüista y exponente del Congreso de LaS LenguaS consideró que "a España le interesa el congreso por algunas razones", entre las que mencionó la defensa de la "porción de torta hispánica" dentro del mercado lingüístico mundial, "defendiendo y difundiendo las bondades del español y defendiéndose del avance del inglés". Y, por otra parte, los "extraordinarios negocios" que pueden hacer a través de la edición de diccionarios, enciclopedias, libros de texto, cd roms, e-books, o por medio de sistemas de evaluación internacionales del español.
La académica enumeró también otras cuestiones:
El "contracongreso" pretendió entablar un diálogo polémico y discutir políticas educativas y culturales de Latinoamérica. Hubo distintas miradas. Ernesto Cardenal y José Saramago saltaron el charco y avalaron la propuesta.
El escritor y periodista tucumano Tomás Eloy Martínez consideró "estéril" la realización del I Congreso de LaS LenguaS, en el discurso que brindó en la ciudad de Venado Tuerto. Por el contrario, sus colegas, el portugués José Saramago y el nicaragüense Ernesto Cardenal, se acomodaron a ambos discursos para destacar la variedad lingüística de Iberoamérica.
Fue la semana en que Rosario se convirtió en un polo cultural y polémico, aunque la presencia de estos exponentes de la literatura intentó forjar un diálogo.
Bautizado popularmente como "contracongreso", el I Congreso de LaS LenguaS tuvo su origen en el III Congreso Internacional de la Lengua Española. "Sabíamos que las expectativas de mucha gente de hablar de la lengua no iban a ser cubiertas, porque no iban a poder opinar ni participar y nos pareció una buena oportunidad para capitalizar la temática y entrar en un diálogo polémico", fundamentó Rodolfo Hachen, uno de los organizadores, al explicar la coincidencia en las fechas. Para el profesor de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad de Rosario, el espacio pretendió también discutir las políticas estatales en torno de la educación y la cultura.
La presencia de académicos, representantes de comunidades indígenas de Latinoamérica y de España (País Vasco, Catalunya y Galicia), imprimió una dinámica particular al Instituto de Artes Contemporáneas, el Centro Vasco y el Centro Cultural La Toma. Sitios que contuvieron las ponencias y debates en torno de la necesidad de una legislación lingüística internacional y de una educación intercultural y bilingüe. Ésta no es sólo para los aborígenes -como se planteó en el congreso oficial- sino para todos.
Los rasgos, las prendas de vestir y los diálogos de los participantes mostraron una Iberoamérica multicultural y multilingüe, que no desconoce las verdades de Eloy Martínez: "Las comunidades indígenas que vivían aisladas, si no tuvieran una lengua de intermediación como el castellano no podrían comunicarse con otras culturas como lo hacen".
Las banderas que flamearon reclamaban un derecho humano "inalienable": el derecho a la autodeterminación lingüística.
Las "estrellas" convocantes no faltaron en este espacio, quizá lo que atrajo a muchos medios de comunicación a darse una vuelta por La Toma y darle voz también al encuentro de LaS LenguaS: primero inauguró la jornada el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Luego, el poeta Ernesto Cardenal cambió de escenario para pronunciarse en defensa de la variedad lingüística y reclamar la sanción de leyes para proteger las lenguas en peligro de extinción. Ahí, en el ex supermercado Tigre, el sacerdote y guerrillero leyó textos en lenguas nativas del continente y relató cómo en el otro congreso había defendido la diversidad de las lenguas.
Ya en el día del cierre, el sábado, se acercó el Premio Nobel de Literatura, José Saramago, que encandiló. (Ver nota página...).
Según Hachen, ya contaban con las adhesiones de estos exponentes pero no sabían si iban a poder estar. Además, "no quisimos formar un congreso en función de nombres. Fue importante por las ideas que se discutieron".
El Centro Cultural La Toma, sede principal del Congreso de LaS LenguaS, es un espacio emblemático: el edificio ubicado en Tucumán 1349 pertenece a lo que en su momento fue el Supermercado Tigre, vaciado por los dueños y recuperado para sus trabajadores y la comunidad, al estilo de otras acciones colectivas del país, como la textil Brukman y la fábrica de cerámicas Zanón.
La firma Tigre llegó a tener 14 sucursales y 700 trabajadores, hasta que el 28 de diciembre de 1998 se presentó un concurso de acreedores, en un proceso sospechoso que incluía un pasivo estimado en 40 millones de dólares y la pérdida de beneficios de los trabajadores.
Fue así como en una asamblea realizada el 27 de julio de 2001, tras cinco meses sin percibir salarios, los empleados ocuparon la sede y elaboraron una propuesta de creación de un supermercado comunitario, que significaba para el Estado un costo menor que pagar cien subsidios por desempleo.
Luego llegó un acuerdo con la Federación Universitaria de Rosario para la creación de un comedor estudiantil y, posteriormente, se logró que el edificio fuera entregado a los trabajadores.
Una vez conseguido ese objetivo, se reacondicionó un viejo teatro devenido en depósito de chatarras y, con la ayuda de estudiantes, artistas, vecinos y entidades, se creó el centro cultural que fue escenario del Congreso de LaS LenguaS.
El supermercado autogestionado por los trabajadores y el espacio que alberga numerosas y variadas actividades culturales fue posible tras largos conflictos, procesos judiciales contra los luchadores sociales bajo el cargo de "usurpación" e intentos de desalojo.
Estanislao Giménez Corte
Ana Laura Fertonani