Londres pierde un símbolo
Londres tiene múltiples atracciones, pero una de las más recordadas por los visitantes son los autobuses rojos de dos pisos que recorren sus calles, conocidos como "routemasters". Pero nada es para siempre: estos emblemas de la ciudad del Big Ben empezaron a ser retirados de la circulación en 2003 y desaparecerán por completo antes de que finalice 2005.

El 24 y 25 julio de este año, los "routemasters" celebraron su aniversario con una fiesta por todo lo alto en el Finsbury Park, al norte de Londres. Se cumplían 50 años desde que esta leyenda apareciera, en 1954.

Tras medio siglo de vida, éste ha sido su penúltimo cumpleaños circulando antes de que sean completamente retirados a finales de 2005. Los "routemasters" se llevarán consigo las historias de todas aquellas personas que se desplazaron por una de las ciudades más fascinantes del mundo, sentadas en sus asientos.

Estos autobuses se distinguen a primera vista de las series de autobuses nuevos -también rojos y de dos pisos-, porque no llevan puertas. Esta singular característica es su mayor enemigo: la ausencia de puertas provoca accidentes.

Un vehículo anticuado

La compañía London Buses se había planteado en la década de los 90, extinguir este tipo de transporte de las calles de Londres, pero las críticas de los ciudadanos hacia los nuevos autobuses llevó a la compañía a reflexionar, y finalmente se tomó la decisión de que los "routemasters" funcionarían durante diez años más.

Las quejas, que los londinenses habían lanzado contra los modernos modelos, nacieron a causa de las largas colas que se formaban en las paradas de transporte: en estos vehículos, el conductor se encargaba de cobrar el importe del billete a los pasajeros. Además, los nuevos autobuses, tenían una puerta de entrada y otra de salida, lo que hacía aún más lento el proceso de acceso al vehículo.

Los usuarios del transporte público enviaron cartas de protesta a la London Buses, y al final la empresa decidió mantener en uso el mítico autobús durante diez años más. El plazo caducó y el Ayuntamiento de Londres dio la noticia en marzo de 2003: los autobuses rojos de dos pisos desaparecerían antes de finales de 2005. En agosto del año pasado, los primeros fueron retirados de las calles londinenses.

Uno de los principales problemas que presentan estas reliquias de la capital británica, es que han quedado obsoletas porque no están preparadas para acoger a personas en sillas de ruedas o a las madres que llevan cochecitos para niños: "estamos recibiendo críticas por la inaccesibilidad de los `routemaster' y debemos responder para ayudar a la gente con problemas de movilidad", explicó Peter Hendy, director de la gestión de transporte en Londres, en 2003.

Además, los usuarios de este legendario vehículo tienen la costumbre de saltar o subir a él cuando se encuentra en movimiento, y esto ha provocado docenas de accidentes, e incluso dos o tres muertes anuales.

Una renovación necesaria

El Ayuntamiento no podía ignorar los defectos que presentaba el "routemaster", y decidió poner en funcionamiento a "jóvenes", modernos y más rápidos y seguros autobuses, que sustituyan a los ya "ancianos" "routemasters".

Los nuevos vehículos son más rápidos y seguros y aportan soluciones a las dificultades que presentaban los antiguos: las puertas permanecen cerradas durante el viaje, y no se puede salir o entrar hasta que el autobús esté parado. Así, se evitan los accidentes provocados por aquellos intrépidos que saltaban para subir o bajar del vehículo.

El asunto de las colas se solucionaría mediante la implantación de máquinas expendedoras de billetes en las paradas, evitando así la demora de pasajeros que esperan a que el resto termine de pagar al conductor. Además, los choferes ya no dispondrán de cambio y los viajeros deberán asegurarse de llevar el precio exacto. Esto traerá también otras consecuencias: la desaparición de la figura del cobrador de billetes supondrá un ahorro de 515 millones al Ayuntamiento, aunque provocará que desaparezca un puesto de trabajo debido a esta sustitución de la máquina por el hombre.

Ante esta situación ha surgido una campaña llamada "Save the routemaster" que quiere evitar la desaparición de este ícono y que ha creado una página web: http://savetheroutemaster.moonfruit.com/ en la que se puede firmar una petición en contra de la decisión de retirar estos autobuses. "Save the routemaster" propone que este transporte siga existiendo basándose en cuatro argumentos: son una pieza histórica, todavía son necesarios en las calles londineses, tienen un diseño bello y clásico y sin ellos la ciudad perdería parte de su identidad.

Pero el clásico bus no se irá del todo: el Ayuntamiento dejará alrededor de 300 como atracción turística, según explicó Peter Hendy, director de la gestión del transporte en Londres: "Vamos a considerar el uso de estos vehículos en las rutas de las diez o veinte primeras atracciones turísticas".

Los "routemasters" desaparecerán de la circulación, pero no de las postales ni de las rutas turísticas, ni tampoco de las cabezas de los más sentimentales, y es que todo aquel enamorado de Londres lamenta la pérdida de este emblema. Pero habrá que acostumbrase porque la capital de la modernidad necesita nuevos modelos de autobuses.

Teresa Sánchez Vicente