Gastón Gori: Una pluma inolvidable
Entre su prolífera producción literaria, el recientemente fallecido escritor santafesino Gastón Gori dejó muchos libros referidos a los inmigrantes. A modo de homenaje y para guiar al lector interesado en el tema, plasmamos en estas páginas algunos de sus análisis al respecto.

De Raíces y Abuelos no se referirá -en esta oportunidad- al relato de la historia de un inmigrante, a partir de las palabras o los recuerdos de sus descendientes. Queremos hacer un homenaje a quien escribió sobre estos hombres y mujeres que un día dejaron sus tierras. Queremos recordar a través de sus palabras al escritor esperancino Gastón Gori (o mejor dicho, Pedro Marangoni), quien falleció en nuestra ciudad el 17 de noviembre pasado, cuando cumplía 89 años.

Interesado por los problemas sociales e históricos, Gastón Gori estudió con lucidez y rigor metodológico la inmigración de nuestra región, centrándose especialmente en las peripecias y miserias que ocurrieron en la distribución y apropiación de las tierras públicas en distintas etapas históricas de nuestro país. Sus estudios incluyeron la historia de las colonias Esperanza y Humboldt.

Entre esas obras se pueden enumerar "Colonización suiza en Argentina" (1947), "Ha pasado la nostalgia" (1950), "La pampa sin gauchos' (1952), "Familias colonizadoras" (1954), "Tierra, inmigrantes y colonias" (1962), e "Inmigración y colonización en la Argentina" (1964).

En esta última obra, analizó los procedimientos utilizados para distribuir las tierras públicas, en distintas etapas de la historia de nuestro país. Aportó datos reveladores sobre la entrega de tierras a hacendados y agricultores y el trato que se dio a los extranjeros y a la corriente inmigratoria que, agrupada en colonias agrícolas, pobló en parte el campo argentino.

Gori planteaba que "cuando en la Argentina hablamos de colonización nos estamos refiriendo al establecimiento de campesinos agricultores en tierras públicas destinadas a ese objeto y, como complemento necesario, si nos referimos al siglo XIX, debe unirse a éste el tema de la inmigración. Ambos son la consecuencia de un mismo problema: el desierto, la falta de habitantes de nuestro país para desarrollarlo en todos sus aspectos. En otros términos, tomados de los hombres de Estado y publicistas argentinos de ese siglo, sin inmigración y sin desarrollo masivo del trabajo agrícola y de las industrias, los pueblos sudamericanos estaban condenados al atraso, a la pobreza y quizá, como lo sugirieron en su tiempo, a la tentación de conquista por otras naciones poderosas".

En relación con el progreso del país, explicaba en otra parte de su libro que "si las Bases de Alberdi ejercieron tanta influencia en el espíritu de los convencionales de 1853, fue, entre otros motivos, porque resumieron el pensamiento predominante en ellos de sancionar un código político que respondiera a las necesidades urgentes del momento histórico que vivía el país y para promover su progreso".

Y continuaba: "El país estaba preparado (a diferencia de lo que ocurría apenas una década antes) para la nueva política sobre inmigración y población del territorio con trabajadores europeos; las deficiencias que en la práctica se padecieron, fueron producto de la inexperiencia en cuanto a organizar colonias, o por falta de recursos económicos, y también por la inestabilidad gubernativa en medio de luchas internas no concluidas".

A partir de Aarón Castellanos

Respecto del contrato de colonización e inmigración firmado por el gobierno santafesino con Aarón Castellanos, Gori indicaba que ocurrió el 15 de junio de 1853, quien pretendía "promover y desarrollar en la provincia que manda, los elementos de riqueza y prosperidad que encierra su territorio y dar un impulso al comercio y a la industria de todo género, preferentemente la industria agrícola, fuente principal de riqueza y de fuerza".

En este sentido, Gori advertía que "llama la atención que no se haya incluido (en el contrato) un objetivo fundamental en la época, aunque esté implícito en el contrato: fomentar la inmigración para poblar el territorio. Rivadavia, en el decreto de 1812, decía: `Siendo la población el principio de la industria y el fomento de la felicidad de los Estados y conviniendo promoverla en estos países por todos los medios posibles' ".

Y agregaba: "Los contratos posteriores a 1852 no incluyen este considerando; sin embargo, respondían a la necesidad de poblar las regiones desiertas y, como consecuencia, hacer que se cultivara la tierra, porque lo que se necesitaba en primer término eran inmigrantes agricultores (...). El gobierno de la provincia de Santa Fe, así como los miembros de la Sala de Representantes, pareciera que ya tenían trazada su política sobre tierras públicas y sobre inmigración, pero aún no estaba bien coordinada, y es así como mientras el Poder Ejecutivo determina en el contrato con Castellanos el objeto del mismo, sin mencionar la palabra inmigración, la Sala de Representantes, al autorizarlo para poner en ejecución el contrato, indica `... de inmigración que ha celebrado con el ciudadano D. Aarón Castellanos'. En realidad, era un contrato de inmigración y colonización y a la vez, una donación de tierra pública".

La primera colonia agrícola

Sobre su ciudad natal, Esperanza, Gastón Gori escribía en "Familias fundadoras de la Colonia Esperanza", en 1974: "Si fundar es edificar materialmente una ciudad, fundar una colonia agrícola y a la vez realizar una política de inmigración, significa edificarla materialmente, pero además iniciar con ella lo que es objeto de su creación: el trabajo de la tierra, las siembras, las cosechas y radicar en carácter de familias campesinas a las inmigrantes".

"Esta premisa -continúa- es valedera para aplicar a la calificación que corresponde a las familias que llegaron desde el día 27 de enero de 1856 a Esperanza, hasta contemplar en el transcurso de ese año las doscientas que debía traer Castellanos. En principio, la acción de las familias -como la de Castellanos- es un acto de inmigración y colonización. Y no sería incorrecto llamarlas familias colonizadoras -en el sentido de establecidas en una colonia agrícola- y llamar colonos a los que trabajaron la tierra. Pero he preferido llamarlas familias fundadoras, porque ellas en numerosos casos edificaron materialmente la colonia, construyendo sus ranchos y todas cumplieron con el objetivo que se busca al fundar una colonia: araron, sembraron y además, después de 1860, edificaron sus propias nuevas viviendas sin intervención oficial, plantaron árboles, alambraron, apacentaron y multiplicaron sus ganados, ejercieron otros oficios, es decir que dieron nacimiento y vida a una colonia con su propio trabajo. Y eso es fundar".

Gori agrega: "Además, en documentos de la época, quienes estuvieron directamente vinculados con la colonia Esperanza por sus funciones, como Adolfo Gabarret o Ricardo Foster, al referirse a las primeras familias las llaman familias fundadoras. Este ascendiente histórico de la denominación por sí mismo autorizaría el título que le he puesto al libro".

En otra parte de su libro, el esperancino aclaraba que "la palabra familia no debe tomarse aquí cuando sirve de identificación de quienes ocupan determinada concesión, según el concepto de familia natural legalizada por matrimonio, sino como grupo de cinco personas adultas -en cada concesión- unidas o no por vínculos de sangre, ya sean padres e hijos u otras personas asociadas para hacerse cargo de los trabajos agrarios. Porque lo fundamental era que hubiese en cada concesión cinco personas como mínimo, aptas para realizar las labores. A esos grupos se los designaba con el nombre general de familias, porque era indispensable a la Sociedad de Colonos dirigida por Aarón Castellanos, rendir cuentas al gobierno de Santa Fe en el sentido de que había traído para doscientas concesiones que formaban la colonia Esperanza...".

A través de estos fragmentos de algunas de las obras del santafesino Gastón Gori, pretendimos ofrecer a nuestros lectores una reseña de su trabajo. Se trató sólo de una aproximación al tema de los inmigrantes que llegaron a nuestra provincia, tema que apasionó a Gori y sobre el que investigó en profundidad. Por este motivo, se lo puede considerar una de las principales autoridades con que cuenta nuestro país sobre el tema y por eso decidimos mantenerlo en nuestro recuerdo.

Nunca quise

Nunca quise ser el grande,

el poderoso;

no quise mandar hombres

quizá por respeto

a los azahares

a las notas bellas

de los violines.

Nunca pensé en coronas

ciñendo mi frente

-minúsculo asiento del mundo-

ni que alguien se humillara

en una reverencia.

Nunca sembré huracán

de uso propio,

ni mieles para mi boca;

quizá sólo quise una luna

somnolienta,

un tapial con un gato

ronroneando en la noche.

Y una lágrima mía

por la novia de un poeta

por su dulzura,

por su tristeza.

Nunca pensé que el oro

es metal de sol,

de universo,

de corazón amado,

de mundo triste,

de amor hermoso.

Y nunca lo tuve

aunque pobló de sueños

mis amarguras.

¿Alguien hay que diga

si algo quise en mi vida?

Quizá amé la muerte dulce

del lirio,

el perfume del nardo

y su espada, con Federico,

y la sonrisa triste

de la madre pura

sin pan de día

sin paz de noche,

sin beso magnífico,

con brazos duros

y espíritu del fuego

apagando infiernos...

Nunca quise ser feliz,

-ni desgraciado-

viví en el planeta,

con mis hermanos

y los vi, y los acompañé

y aún los acompaño

con mi verso,

con mi prosa,

y el fuego del alma

y la miel de mi boca.

Si nunca quise

para mí algo

y amo tanto:

de bruces en la tierra,

de pecho al viento,

de alma al infinito

digo:

-¿Qué quise, qué amé, qué amo?

Siento los planetas

silenciosos;

siento al hombre y su destino;

la planta florecida

-que no pregunta-

el canto en la selva

-que no pregunta-

y el infinito donde el hombre dice:

siempre, nunca...

o amor,

o dolor,

o vida y muerte.

Gastón Gori

En: "Búsqueda de la alegría"

Mariana Rivera