Hechos preocupantes en las defensas del Paraná

Si algo quedó probado durante la inundación que golpeó a Santa Fe a partir de abril de 2003, fue la falta de previsión en una ciudad que siempre estuvo rodeada por agua, pero convivió durante años con una defensa incompleta y sin contar con planes de emergencia que pudieran activarse frente a un desastre.

Pasaron 20 meses de aquella tragedia y hoy, cuando 2004 llega a su fin, otra realidad queda lamentablemente al descubierto: a pesar de lo vivido, la lección del Salado no parece haber sido bien aprendida.

Hace apenas algunas semanas, la empresa que viene trabajando en la ampliación de la ruta 168 decidió romper con sus maquinarias un tramo de las defensas que protegen a la ciudad de las crecidas del Paraná, para facilitar el escurrimiento del agua que se acumulaba a la vera del camino.

El hecho no fue detectado en su momento por los responsables de Vialidad Provincial que estaban encargados de realizar las inspecciones en la obra que se lleva adelante en la ruta, por lo que los vecinos de La Guardia debieron alertar al gobierno sobre lo que estaba ocurriendo.

Más aún, la misma empresa se apresuró a cerrar el tramo de defensa destruido, pero lo hizo en forma deficiente y con materiales que no son los indicados para este tipo de terraplenes. Por ese motivo, la primera lluvia importante se llevó este "arreglo" precario y en estos momentos existe una tensa situación entre el gobierno y los responsables de la firma que produjo el problema.

Las autoridades de Asuntos Hídricos aseguran que si la empresa no soluciona el inconveniente lo hará el gobierno con recursos propios, a la espera de que la Justicia ordene a la empresa en cuestión a afrontar los gastos provocados por su irresponsable actitud.

Sin embargo, los expertos reconocen que pese a que la defensa será reconstruida, llevará años para que este tramo del terraplén se asiente y se consolide adecuadamente para soportar sin riesgos una crecida extraordinaria.

Pero lo ocurrido junto a la ruta 168 no es el único inconveniente que afecta a las defensas. Muy cerca de allí, un particular decidió colocar un vallado sobre el terraplén y hasta habilitó un camino por el que los automóviles pueden circular para acercarse a la vera del río Colastiné.

Hace mucho tiempo que el gobierno está al tanto de esta situación. Incluso, a nivel oficial se reconoce que los postes que sostienen este vallado y que fueron enterrados en las defensas pueden llegar a comprometer en el futuro la fortaleza del terraplén.

Sin embargo, esta suerte de "privatización" de un tramo de la defensa amenaza extenderse en el tiempo a raíz de un problema legal que impediría tomar medidas urgentes: cuando se construyó el terraplén, el gobierno no tuvo en cuenta que ese sector se encontraba sobre un terreno que pertenecía a un particular, y jamás se realizaron los trámites de expropiación. Hoy, el tema sigue en manos de la Justicia.

La preocupación por éstos y otros problemas vinculados con el anillo de defensa se extiende entre quienes habitan zonas de la ciudad que se encuentran frente a potenciales riesgos de inundación. Tanto es así que distintas entidades de la Costa llegaron incluso ante la Justicia en busca de las respuestas que no parecen surgir de los encargados de ejecutar políticas de prevención.

La hipótesis de un avance de las aguas del Paraná sobre parte de la ciudad está siempre latente. Por este motivo, en su momento la provincia decidió invertir sumas millonarias en la construcción de este sistema de protección que hoy exhibe en diversos puntos preocupantes señales de abandono.

Una vez más, la irresponsabilidad de vecinos sumada a la imprevisión de las autoridades ponen en jaque el futuro de Santa Fe. Situaciones como éstas profundizan los temores e incrementan la inquietante sensación de que, en realidad, la lección del Salado no fue aprendida.

DESTACADO EDITORIAL

Una vez más la irresponsabilidad de unos y la imprevisión de otros ponen en jaque el futuro de Santa Fe.