A dos días del cónclave
Ultima reunión de cardenales
Los cardenales que se preparan para elegir al sucesor de Juan Pablo II celebraron su última congregación hoy, coincidiendo con el final del luto oficial, antes de encerrarse a partir del lunes en Cónclave para proceder a las votaciones ultrasecretas. En las 12 reuniones celebradas desde la muerte del Papa polaco, el 2 de abril, los cardenales examinaron el estado de la iglesia y del mundo pero no mencionaron a sus posibles sucesores al frente de la Iglesia Católica.

Los 115 cardenales que participarán en el Cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II decidirán el lunes 18 de abril, una vez encerrados en la Capilla Sixtina, si votarán ya esa misma tarde la elección del futuro Papa, informó el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls.

Navarro excluyó, por razones de tiempo, que si se decide ya ese día votar se celebren dos votaciones, pero precisó que a partir del martes 19, las votaciones serán dos por la mañana y dos por la tarde.

Las "fumatas", es decir el humo que anunciará al mundo a través de la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina que ya hay nuevo Papa, se producirán, "de manera aproximada", a las 12 de la mañana local (a las 7 de la Argentina) y las 19 local (14 hs. de nuestro país).

Y es que lo previsto es esperar a la segunda votación de cada tanda para quemar las papeletas de los dos escrutinios.

Si se da el caso de que el Papa es elegido en la primera votación de esa tanda, la "fumata blanca", se conocería inmediatamente, sin esperar a esos horarios aproximados, precisó Navarro.

Navarro también fue preguntado por las medidas de seguridad adoptadas para garantizar el secreto de las votaciones y dijo al respecto que de ello se ha encargado "exclusivamente" personal de la Gendarmería Vaticana.

Sin teléfonos

La normativa vaticana prohíbe que los cardenales entren con teléfonos móviles u otros aparatos de grabación, etc. Navarro aseguró que en la capilla Sixtina no habrá cobertura telefónica.

Durante los días que dure el Cónclave los jardines vaticanos y la cúpula de San Pedro no podrán ser visitadas por los fieles, aunque sí seguirá abierta al público la basílica y las Grutas Vaticanas, donde está enterrado Juan Pablo II.

Los purpurados concelebrarán a las diez de la mañana del lunes 18 la misa Pro Eligiendo Romano Pontífice, que se desarrollará en la Basílica de San Pedro del Vaticano y a la que podrán asistir todos los fieles que lo deseen.

A las 16.30, se reunirán en el Aula de las Bendiciones, en el Palacio Apostólico, y desde allí en procesión se dirigirán a la Capilla Sixtina.

Ante el "Juicio Final" de Miguel Angel jurarán mantener el secreto de todo lo que se diga o haga en el Cónclave y "prometerán, se obligarán y jurarán" si son elegidos Papa a desarrollar la labor de Pastor de la Iglesia Universal y a defender fervientemente los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede.

"Extra omnes"

Tras el juramento, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, el arzobispo Piero Marini, pronunciará el famoso "Extra omnes", es decir fuera de la Sixtina a todas las personas ajenas al cónclave.

Después, el cardenal Tomas Spildlik, pronunciará la segunda y última meditación prevista (la anterior corrió a cargo del franciscano Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia).

Concluida, los cardenales decidirán si votan ya o esperan al martes.

Para ser elegido Papa es necesario alcanzar dos tercios de los votos de los cardenales electores. Visto que son 115, se necesitarán 77.

Si tras tres días de votaciones ninguno ha alcanzado esa cifra, se procederá a una jornada de reflexión y plegarias en la que no se votará.

Después se reanudarán las votaciones por otros siete eventuales escrutinios. Si tampoco ha salido Papa se procederá a una nueva jornada de reflexión. Después se procederá a otros eventuales siete escrutinios. Si sigue sin haber fumata blanca habrá otra pausa de reflexión y otros siete escrutinios.

Tras esas votaciones el nuevo Pontífice se elegirá entre los dos más votados, pero siempre deberá lograr la mayoría absoluta de los votos.

Los cardenales electores se trasladarán todos los días desde la residencia Santa Marta hasta la Sixtina para las votaciones. La distancia es cercana al kilómetro y los purpurados podrán hacerlo a pie o en ómnibus.

Aislados

El Vaticano garantizará que estén aislados, para ello no se permitirá a nadie que se les acerque y las zonas por donde pasen, entre ellas los accesos al patio de San Dámaso, que lleva a la Sixtina, estarán precintados.

Los cardenales concluyeron hoy las Congregaciones (reuniones) de preparación al Cónclave que han celebrado diariamente desde la muerte de Juan Pablo II.

Navarro precisó que el clima en el que se han desarrollado ha sido de "gran familiaridad" y que los purpurados mostraron un gran consenso sobre los temas tratados.

El portavoz aseguró que en ninguna congregación "se habló de nombres", es decir de "papables", saliendo al paso de lo aparecido en algunos medios de comunicación referente a que los cardenales ya habían formado "bloques" y que algunos ya se habían asegurado un importante número de votos.

En las últimas horas, la prensa insiste en que los cardenales que en estos momentos tienen más posibilidad de ser elegidos son el alemán Joseph Ratzinger, el italiano Dionigi Tettamanzi, el portugués José da Cruz Policarpo, el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga y el austríaco Christoph Schombron.

Tiempo de espera

Unos 40 ó 45 minutos transcurrirán entre la fumata blanca y las campanas que anunciarán al mundo la elección de un nuevo Papa y su aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro, anunció el portavoz del Vaticano.

Joaquín Navarro Valls precisó que durante ese lapso de tiempo, el servicio de prensa del Vaticano no hará ningún anuncio ni aceptará preguntas de los periodistas. "Será un evento que todos viviremos juntos", agregó.

La presentación oficial del nuevo Papa desde el balcón de la Basílica de San Pedro al mundo, con la conocida frase "Habemus Papam", estará a cargo del protodiácono, el cardenal chileno Jorge Medina Estévez.

Divididos en Brasil por Hummes

Los brasileños, empezando por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, se sentirían orgullosos si Claudio Hummes fuera el próximo Papa, pero en la Iglesia del país con más católicos del mundo las opiniones no son unánimes sobre la candidatura del cardenal franciscano.

"Vamos a hacer fuerza" por Hummes, dijo hace unos días Lula, que de todos modos se contentaría con un Papa latinoamericano o al menos sensible a la cuestión social.

Hummes, actual arzobispo de Sao Paulo, empezó a dar que hablar a fines de los años 70 como obispo de Santo André (suburbio industrial de Sao Paulo), donde apoyó las huelgas de los obreros metalúrgicos, cuyo líder era precisamente Lula, en plena dictadura militar (1964-85). Ganó de ese modo prestigio por su opción por los pobres, aunque para sus críticos esos son laureles en los que duerme desde hace 25 años, durante los cuales demostró ante todo su fidelidad a la ortodoxia vaticana.

El anterior titular de la arquidiócesis de Sao Paulo, don Paulo Evaristo Arns, otro cardenal franciscano, de 83 años, se confesó "admirador" de Hummes, pero entre sus preferidos para el trono de San Pedro, mencionó a un belga, dos italianos y un hondureño. "Don Claudio tiene más apoyo en Europa que en América latina", deslizó Arns, exponente de la Teología de la Liberación, de fuertes raíces latinoamericanas, en referencia a sus diferencias doctrinarias con Hummes, más conservador y "100 % Vaticano", según el teólogo Osmar de Carvalho.

La mayor resistencia a Hummes en Brasil -más allá del silencio de los cardenales conservadores sobre su candidatura y de sucesivas derrotas en elecciones de la CNBB- surgió de su propio rebaño: unos 100 curas de la arquidiócesis (sobre un total de 363) difundieron en diciembre un documento crítico a su conducción pastoral.

La autoridad de Hummes se basa, según el documento, en "anacrónicos pero eficientes métodos de coerción, persecución y mal disfrazados actos de autoritarismo", en una "estructura despótica de poder" donde los obispos auxiliares se convirtieron en "niños de hacer mandados, tensos, inseguros y sin alternativas".

En entrevistas callejeras, fuera de la puja interna, el pueblo adoraría un Papa brasileño, y como el único candidato del país parece ser Hummes, "hace fuerza" junto a Lula para que sea designado Sumo Pontífice.