De Raíces y Abuelos
La perseverancia de llegar al final de la historia
La investigación genealógica de Dilma Czech y la insistente búsqueda de familiares que inició Mirta Czech dieron buenos frutos. La llegada de Colette, una prima oriunda de Suiza, dio a la historia un final feliz. Hoy la relatan para De Raíces y Abuelos.

Escribir la historia de su familia, los Czech, era "una obsesión que me perseguía desde hace largo tiempo, y que hoy puedo materializar sin grandes pretensiones pero con humildad y respeto", afirma Dilma Czech casi al final de su libro.

Según los datos que pudo recabar, siete generaciones de Czech han transcurrido hasta la actualidad. Wenceslas Czech nació en Checoslovaquia en 1787, en Bohemia, región oeste del país.

En 1814 viajó a Suiza a pie en una travesía de 800 kilómetros. Después de atravesar toda Alemania, llegó a Sión, Cantón de Valais, al sur de Suiza, casi en el límite con Italia. Hombre soñador y aventurero, no lo amilanó la osadía del esfuerzo.

De profesión maestro ebanista, allí se casó con Regina Jentsch de Alto Valais. Tuvieron 11 hijos. El primogénito se llamó Jean Ferdinand Czech y nació el 13 de febrero de 1818. Se casó con Bárbara Andenmatten.

El décimo hijo de Wenceslas era Joseph Alphonse Laurent Czech, quien nació el 13 de agosto de 1832 y se casó con Lucía María Josephine Bittel. Tuvieron 8 hijos. El menor de ellos fue Joseph Marie Ferdinand Alphonse Czech, el abuelo de Mirta Graciela Czech, quien se contactó con De Raíces y Abuelos, y de Dilma.

Este matrimonio es el que emigró hacia la Argentina. Europa estaba en guerra y los países poderosos invadían pequeños territorios. En la Argentina, se impulsaba una gran corriente migratoria, basada en la fertilidad de sus tierras y las ventajas que el gobierno ofrecía a los inmigrantes bajo la consigna de poblar el país.

Si bien Europa había sido devastada por la guerra, Suiza permaneció neutral. La Argentina se ofrecía como país libre y lleno de riquezas y ellos optaron por este futuro.

Aunque no se posean datos precisos sobre la emigración de Joseph y Lucía, estiman que debió producirse entre los años 1875 y 1880. A raíz de documentación proporcionada por Colette -una prima que recién conocieron este año-, creen que primero viajó Joseph, a quien llaman por su segundo nombre, Alfonso, con algunos de los hijos, y luego, Lucía, con el resto de la familia. Según consta en un documento, Alfonso desde Rosario, le otorgó a su esposa un poder para vender la casa y el terreno en Sión.

Numerosa descendencia

El 28 de mayo de 1875 salen para Brasil (dado que el barco no llegaba hasta la Argentina) dos familias Czech: Marie Czech y su esposo Charles Cerutti, de quien no poseen datos; y Catherine Czech y su esposo Maurice Perrig. En la Argentina tienen una hija, Elisa. Al fallecer su esposo, Catalina se casa con Erba y tienen otros cuatro hijos: María, José, Angela y Alfonso. Vuelve a enviudar y se casa con Scagliotti, matrimonio del que nace Florinda.

José Czech permaneció soltero y es el único que conservó el oficio del abuelo Wenceslas, trabajar con madera.

José figura como fundador del pueblo de Sunchales cuando en el año 1886 se refunda definitivamente y comienzan a construirse edificios importantes, como el templo y la escuela Ameghino. Posteriormente, participó en la construcción de la Estación Ferroviaria. Falleció en Sunchales el 5 de junio de 1941.

Desde su instalación en las inmediaciones de Esperanza, comienzan las tratativas para adquirir tierras en la zona de Sunchales, promovidos por el gobernador Cristiani. Alfonso Ferdinando se hizo cargo de las negociaciones, para lo cual viajaba con frecuencia a la localidad y se hospedaba en el hotel del pueblo.

Las tierras pertenecían a Carlos Steigleder, también suizo , fundador de Sunchales y dueño de casi toda la colonia. En el hotel trabajaba como empleada Adelina María Lengen, hija menor de la familia Lengen que había emigrado de Embd, Alto Valais, Suiza, en el año 1876.

Alfonso era joven, apuesto, y conservador. Oriundos del mismo país, se enamoraron y comenzaron una nueva historia.

Se casaron el 18 de octubre de 1895 en la capilla Perpetuo Socorro de Sunchales. Adquirieron las dos mitades norte de los lotes 176 y 172 en esa colonia. La familia Lengen adquirió la mitad sur del lote 176 y Catalina Czech y su esposo Erba, la mitad sur del lote 172.

A causa de una epidemia de fiebre amarilla, Alfonso Ferdinando Czech (padre) falleció el 29 de agosto de 1896. La familia comenzó a constituirse en medio de grandes sacrificios, la lucha por la supervivencia se tornó difícil, no había medios para la labranza. Estaban lejos de los poblados y a merced de las inclemencias del tiempo y de la naturaleza, sólo clamaban la bendición de Dios. Las tierras eran fértiles pero vírgenes de todo cultivo.

El deterioro emocional por la lejanía y la pérdida de los seres queridos provocaron el fallecimiento de Lucía Bittel de Czech, sólo dos años después de la muerte de su esposo y a muy poco tiempo de residencia en el país.

Alfonso y Adelina María tuvieron 10 hijos: Sofía, Lucía, Matilde, Emilio, Manuel, Angela, Magdalena, Rodolfo, Anita y Juan.

Incansable luchadora

Alfonso falleció con apenas 52 años a causa de ántrax.

"Finaliza así un largo periplo de inmigrante, travesías, destierro. La falta de medicina adecuada puso fin a una vida en la plenitud de sus facultades", reflexionó Dilma.

Comenzó para Adelina María otra nueva lucha en su vida, con una familia numerosa y algunos de sus hijos muy pequeños. Impuso su férrea voluntad y salió adelante a pesar de las adversidades. Moldeada a fuego, cuentan quienes la conocieron en esos años haberla visto empuñar el arado, dominar caballos, arrear ganado o segar la trilla, siempre acompañada por sus hijos más pequeños. "Ésa fue nuestra abuela: luchadora, incansable, sometida y valiente al mismo tiempo", agregó.

Después de las duras tareas que demandaba el campo, debía ocuparse del trabajo del hogar, ya secundada por sus hijas mayores. Todo se realizaba con las manos. El hilado de la lana para tejer los abrigos requería un largo proceso de lavados, secados y cardados para luego pasarlos por la máquina hiladora.

Dilma cuenta en su libro que la recuerda perfectamente en su lento trajinar con los ovillos hasta convertirlos en hermosas mantas de estilo irlandés, seguramente técnicas de tejido que se acuñaron por generaciones "y que nosotras, las mujeres de la familia, aún conservamos. Hemos heredado de nuestra abuela esa especial habilidad para los trabajos manuales en distintas disciplinas".

Llegó a su vejez tranquila, acompañada por una familia que reprodujo como ella propuso: hijos, yernos, nueras, nietos y bisnietos. Su fe religiosa se profundizó. "Quizás por el sosiego de la vejez es que la veíamos rezar permanentemente en su idioma natal, el que nunca pudo abandonar y que empleaba en largas charlas con su hermana Verónica, quien siempre permaneció a su lado". Falleció el 15 de marzo de 1952 en Sunchales.

Los hijos de Adelina María y Alfonso se casaron con descendientes italianos. La pérdida del padre a tan temprana edad hizo que muy poco trascendiera respecto de la familia Czech.

Muchos interrogantes permanecen sin respuesta a lo largo de tantos años: sus costumbres, sus vestimentas, alimentos, tradiciones, diversiones, ¿cómo eran? ¿Qué conservan de su país?

¿Y su música? ¿Cómo y quién las interpretaba? "Nada sabemos al respecto", comentó Dilma. "Un negro manto de olvido cubrió el pasado y nosotros fuimos cómplices en parte, por no transgredir sus reglas y tratar de penetrar esos misterios tan celosamente guardados".

Emotivo encuentro

"Siempre pensé en buscar a mi familia paterna, ya que nada sabía sobre el origen del apellido Czech. Sólo tenía versiones y muchas ganas de encontrarlos pero mi padre y sus tres hermanos habían fallecido y nadie sabía decirme algo sobre mi abuela María Helena, fallecida muy joven, a quien yo creía hija única", contó Mirta Graciela Czech de Nievas.

Un llamado telefónico y luego una carta encendieron su esperanza. Desde Suiza, Colette Hallenbarten de Heritier, motivó a Mirta a investigar.

Junto a su esposo viajó a Franck, lugar de nacimiento de su padre, y a Esperanza, donde encontró datos de su abuela y sus padres.

En 1999, sin tener la certeza de que era pariente de Colette, las cartas comenzaron a ir y venir. El 28 de febrero de este año, ya sabiendo que eran primas, Mirta recibe una misiva en la que Colette le da la gran noticia de que en unos días estaría de visita en Argentina.

Aquí, los primos argentinos la aguardaban entusiasmados y con los preparativos de una gran fiesta y reencuentro familiar, que se concretó el 20 de marzo en Sunchales.

"No saben la emoción que sentí cuando se abrió la puerta de la casa de Dilma y nos abrazamos por primera vez". Tras una charla llena de preguntas, se juntaron todos en el aeroclub donde celebraron un almuerzo. Por la tarde tomaron mates y vieron destreza criolla. "Creo que nunca olvidaré ese hermoso día junto a Colette y mis otros primos nuevos, como Graciela Franzotti".

Y finaliza con un agradecimiento especial hacia su padre, Ruperto, por "esta gran familia" y hacia Colette "por buscarnos".

Lía Masjoan