Señal de ajuste
Medicina de malos modales
Por Roberto Maurer

Puede haber médicos buenos y otros menos buenos, pero ninguno es tan intratable como el protagonista de "Dr. House", la serie que estrenó Universal y que se emite los jueves a las 21. El doctor Gregory House que anima el actor inglés Hugh Laurie es un desaliñado experto en diagnósticos, que jamás sonríe y es tolerado en el hospital únicamente por su capacidad profesional. Sus malos tratos abarcan a la dirección del hospital, a sus colegas y a los mismos pacientes: "No le gusta tratar con enfermos, sólo con enfermedades", dicen de él. Va a los resultados.

Su carácter huraño nos remite a su propia condición de enfermo, a la cual no se resigna, y la lucha diaria con el sufrimiento físico sería la clave de su personalidad malhumorada, y no la morosidad de las obras sociales. En realidad, se trata de un médico honesto que siempre dice la verdad, aunque sea brutal, en lugar de mezclar la ciencia con sentimentalismo y subestimar con mimos al paciente. Habla como supone el enfermo paranoico que hablan de él los médicos una vez que dejó el consultorio. Y está más cerca de Sherlock Holmes que del Dr. Kildare, uno de los pioneros de los medical show de la tele.

Una maestra protagoniza el primer caso. Los colegas de House han diagnosticado un tumor cerebral y la tratan con rayos, en tanto que él le suministra esteroides, ya que intuye otro problema. Finalmente, luego de conseguir que un colega con lejanos antecedentes penales ingrese clandestinamente a la casa de la paciente y llegue a la propia heladera donde encuentra jamón, estará en la pista. Se trata de un caso de chancho mal hervido, y de una "solitaria" cuyas larvas han invadido el cuerpo de la paciente.

En el primer episodio disfrutamos de una traqueotomía en vivo, una sesión claustrofóbica de resonancia magnética y una lección sobre asma. Si otras series médicas descansan más bien en la excitación que generan las emergencias, esta vez nos encontramos con una metolodología deductiva. Y si los géneros policiales de acción recurren a las persecuciones, aquí los procedimientos digitales nos permiten viajar velozmente por el torrente sanguíneo, o en un rápido acercamiento al agujero derecho de la nariz de la enferma, nos trasladan por el interior de su cuerpo hasta llegar al cerebro. Un primerísimo plano de las amígdalas se convierte en sustancia dramática.

Y la personalidad de Dr. House puede resumirse en el siguiente diálogo:

-¿Es un buen hombre?

-Es un buen doctor.

-¿No es lo mismo?