El subsecretario de Control apela al diálogo y al consenso
La Municipalidad decidió desmantelar el club del trueque del Parque Garay
Unos mil puestos se instalan cada sábado en el Parque Garay, ocasionando molestias a los vecinos e impidiendo su disfrute al resto de los ciudadanos. La decisión está tomada pero no se aplicará inmediatamente.

Lía Masjoan

La semana pasada el subsecretario de Control, Julio Basabilbaso, se reunió con integrantes del club del trueque que funciona cada sábado en el Parque Garay, luego de limitar el uso de algunas zonas del espacio verde.

El objetivo es regularizar una situación que se ha desbordado, en razón de un cóctel que pocas veces termina bien: escasos controles, falta de infraestructura, crecimiento desmesurado de la actividad y vecinos encolerizados.

"La idea es ir sacándolos del parque y reubicarlos de acuerdo al lugar de procedencia porque ese espacio no puede ser usado o explotado con ese fin y tenemos que garantizar el derecho del ciudadano común que quiere usufructuar el parque", dijo Julio Basabilbaso, subsecretario de Control, quien aseguró estar dispuesto a hacer cumplir la ordenanza 11.108 que regula la actividad.

Como resultado del primer encuentro que mantuvo con un grupo reducido de trocadores, resolvió abrir un registro de puestos para conocer quiénes están trabajando, qué días, qué comercializan y de qué forma porque "se ha desvirtuado el sentido para el cual nacieron estos clubes y hoy aquí se utiliza dinero e incluso se venden cosas de dudosa procedencia".

La medida no se tomará de un día para otro. El funcionario apelará al diálogo y al consenso para evitar confrontar y generar situaciones forzadas, para lo cual tiene previsto recorrer la feria el próximo sábado, tal como lo hizo el pasado fin de semana. "Esto recién empieza, hay gente que acompaña y acepta sugerencias y otra que seguramente se resistirá. Si no logramos consenso, ya veremos qué medidas tomamos".

Hasta tanto, se acordaron algunas cuestiones mínimas que permitan mejorar la convivencia con los vecinos y estado general del parque. "Deben ocuparse de dejar el predio limpio, para lo cual les proveo de bolsas de consorcio que deben disponer en contenedores que nosotros pasaremos a retirar; tendrán que contratar baños químicos; y sólo podrán usar los lugares que determinemos desde el municipio".

Probablemente el próximo viernes mantengan una nueva reunión para iniciar el empadronamiento de puestos.

Nula infraestructura

Si bien el club ya funcionaba desde antes de la inundación de 2003, una vez que el Salado volvió a su cauce "la gente regresó con más fuerza, con más necesidades, porque nos dejó más mal parados de lo que estábamos y acá encuentran un espacio para rebuscárselas y darle de comer a sus hijos", afirmó la presidenta de la vecinal, Yolanda Puentes, sin perder de vista que ella debe proteger el interés de los vecinos.

Al punto que estima que en la actualidad, llegan a juntarse entre 3 y 4 mil personas y a montarse unos mil puestos. Demasiado para un espacio verde que carece de la infraestructura adecuada para este tipo de congregación de gente.

Las molestias que ocasionan a los residentes de la zona no son pocas, y aunque entienden que en muchos casos es una herramienta de supervivencia, claman para que se regularice y ordene la actividad.

Si se tiene en cuenta que desde la madrugada empieza el movimiento de autos y la descarga de mercadería; que no hay sanitarios instalados ni baños químicos; que hay una ausencia total de inspectores de tránsito que ordenen el estacionamiento, regulen la velocidad y el cruce permanente de peatones; y de contenedores donde arrojar los desperdicios que quedan al final de la jornada; es obvio que el ánimo de los vecinos esté un tanto exacerbado.

Quejas razonables

"La gente se queda todo el día, come, pernocta y necesita ir al baño. Como no hay, utilizan el espacio verde y ya no se puede disfrutar del parque", aseguran los vecinos, que en varias oportunidades presentaron sus quejas a la Municipalidad.

Cada vez son más los puestos que se instalan en el circuito ciclístico Clodomiro Cortoni del predio, se ha incorporado gente de Helvecia, Coronda, Cayastá y Gálvez, entre otras localidades cercanas. Empiezan a la altura de calle Suipacha al 3900, atraviesan el parque hasta los fondos de la escuela Padre Catena, llegando a bulevar Pellegrini, y de allí comienzan a retornar hacia Suipacha.

"Mientras los padres atienden los puestos, los chicos corretean y cruzan por Suipacha, una de las principales calles de acceso al barrio, doble mano y muy transitada. Más de una vez los autos les frenan de casualidad", aseguran.

El descontrol permite el estacionamiento de vehículos frente a garages particulares, impidiendo que los propietarios de las viviendas entren o saquen sus vehículos.

"Autos mal estacionados, remises truchos, camionetas, y hasta carros con caballos congestionan la zona, es un despiole", se quejaron.

Desde la vecinal, Yolanda Puentes, dijo entender "que la gente se tiene que ganar la vida y que esto es un rebusque" pero reconoció que los vecinos tienen razón en reclamar. Por eso pidió una vez más la intervención de la Municipalidad para que controle, organice y dote al trueque de los servicios necesarios que permitan una mejor convivencia con los residentes de los alrededores del parque.

Tres pedidos

El año pasado la vecinal Parque Juan de Garay elevó a la Municipalidad tres pedidos concretos para ordenar la actividad del club del trueque: contenedores, baños químicos y uno o dos inspectores de tránsito.

Entre islas flotantes y socavones

Otros problemas que preocupan al barrio, y que han sido planteados al intendente Martín Balbarrey por la vecinal, son la limpieza de los lagos y el socavón de Paraguay y Crespo.

Con respecto al primer punto, la presidenta de la vecinal, Yolanda Puentes, dijo que "están llenos de camalotes y ya parecen islas flotantes. Pero el intendente dijo que es una tarea muy costosa y no hay presupuesto para afrontar su limpieza". A esto sumó que, desde el puente hacia atrás, el parque está "muy abandonado, después de la inundación muchos árboles quedaron dañados, otros se han caído y sería necesario hacer una reforestación urgente".

El socavón de Paraguay y Crespo es "un problema eterno que padecen los vecinos" y no encuentra solución. Dijo que hace un tiempo, las paredes de las viviendas lindantes comenzaron a rajarse por este motivo.