La experiencia del canje de la deuda

Argentina dio un paso decisivo para encarar la etapa de fortalecimiento de su economía. La Corte de Apelaciones de Nueva York destrabó el canje de la deuda, al fallar a favor del país contra el embargo de bonos por 7 mil millones de dólares que había pedido el fondo buitre NML Capital, del multimillonario Kenneth Dart.

Con este fallo, se asegura la más exitosa operación de una deuda en default y allana el camino para el acuerdo con el FMI. Si consigue lo que falta en un corto plazo, seguramente mejorarán las expectativas para el segundo semestre del año. Como dijo el ministro de Economía, Roberto Lavagna, esta operación -que terminará con el trueque de los bonos durante la semana-, por su importancia y trascendencia, es parecido a lo que ocurrió con la apertura del corralito. Los impactos son parecidos, como lo expresó el mercado el viernes pasado, en medio de una euforia que todos creen se prolongará varios días más.

Nuestro país demostró, con esta operación de canje, que jugó la carta correcta cuando le aseguró a los acreedores y a los organismos de crédito que la única posibilidad de honrar la deuda iba a ser con crecimiento. Lo exhibió en la obra de ingeniería financiera más rutilante de los últimos años, y cumplió lo que se comprometió a cumplir.

Tampoco tuvo en cuenta las presiones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que calificó como "un problema serio" la llamada "ley cerrojo" que impide reabrir el canje, para que el país pueda atender a los acreedores que no ingresaron a la operación y que quedaron con bonos en default por 20.000 millones de dólares. Todos insisten en que Argentina tiene que encontrar una "estrategia" para compensar a los acreedores que rechazaron el canje. Sin embargo, no se trata de una condición a cumplir para que Argentina pueda acceder a un nuevo acuerdo con el Fondo.

Lo que el FMI pretende es demorar el nuevo acuerdo hasta analizar en forma detallada la situación económica y financiera del país, como lo establece el artículo IV; es decir, una revisión que los técnicos del FMI completan cada año sobre la situación económica y financiera de cada uno de sus 184 países miembros, aunque en el caso argentino también incluye el repaso del proceso suspendido de reestructuración de la deuda en default. En realidad, lo que ese organismo de crédito aspira es que finalmente Argentina trate el demorado aumento de las tarifas de las empresas de los servicios públicos privatizados y el nivel actual de superávit fiscal, así como las metas de inflación anual, la reformulación del sistema de coparticipación federal y la libre flotación del tipo de cambio.

Economía busca refinanciar los pagos de capital e intereses que vencen entre agosto próximo y julio de 2007, por 6.400 millones de dólares -si se cubre el 100 por ciento, como quiere el gobierno-, o de 4.500 millones -el 70 por ciento-, como suele autorizar en el FMI para reducir su exposición en el país requirente.

Con este paso dado se abren mejores perspectivas para recibir inversiones y consolidar las cuentas fiscales y todas las variables de la macroeconomía.

Después de la tremenda crisis vivida entre 2001 y 2003, pocos imaginaban estos resultados en tan corto plazo. La experiencia no puede ser olvidada.