Por una nueva cultura del agua


Un experto español describe el nuevo enfoque que se pretende instaurar en España y que propone considerar a los ríos como ecosistemas vivos, en el marco de la nueva legislación europea.

El catedrático español, Pedro Arrojo Agudo, se refirió a la crisis de la gestión del agua en su país, los problemas económicos, ecológicos y sociales que se generaron, y las propuestas alternativas que surgieron para lograr un modelo más equitativo y sostenible, dentro del nuevo marco legal europeo.

Arrojo estuvo en Santa Fe para dar una charla sobre estos temas, invitado por la Fundación Proteger-Amigos de la Tierra, oportunidad en la que destacó el "movimiento de sensibilidad social muy intensa" que se dio en España en los últimos diez años, plantéandose la necesidad de un cambio en la forma de planificar el uso de los recursos hídricos.

"Todo vino a raíz de la presentación del Plan Hidrológico Nacional, que responde a un criterio tradicional a base de hacer infraestructuras hidráulicas -explicó. España es ya el país del mundo con más embalses por habitante por kilómetro cuadrado. En este caso se planteaban doscientas nuevas represas que inundaban pueblos, ocasionaban impactos fuertes sobre los ríos y grandes trasvases de ríos para alimentar todo un fenómeno de crecimiento enorme económico que se ha venido produciendo en todo el litoral mediterráneo, a base de turismo, un crecimiento urbanístico especulativo muy intenso, y luego agricultura intensiva bajo invernaderos. Eso ha llevado a un consumo de agua por encima de las capacidades de los ríos, de las napas, de los acuíferos y a un desarrollo insostenible, a una contaminación masiva de esos ríos y acuíferos. La respuesta con este plan hidrológico era dar otra vuelta a la espiral de grandes obras, de grandes intervenciones, sobre lo poco que queda de ecosistemas".

Inteligencia ecológica

Fue entonces que se produjo una reacción social importante, "sobre todo -señaló Arrojo- de los pequeños pueblos que de la noche a la mañana se enteran que van a ser inundados en nombre de un progreso que no entienden, porque al fin y al cabo para ellos es la muerte. También hay una reacción fuerte de la gente que vive al lado de los ríos, en las zonas bajas, en los deltas, como el delta del Ebro que ya empieza a ser un delta en retroceso, porque al río lo hemos debilitado. Una movilización también de pescadores del litoral, cuya pesca depende de cómo de fuerte es el río, incluso en el mar, que se vieron afectados por un modelo de planificación del agua muy agresivo, muy destructor de la naturaleza, que es pan para hoy y hambre para mañana".

Este movimiento social procura difundir "una nueva cultura del agua", que propone "empezar a entender que un río no es un canal de H2O, igual que ya entendemos que un bosque no es un simple almacén de madera, que es mucho más. Empezar a entender, incluso, que si queremos tener madera o agua en el futuro, tenemos que cuidar el bosque y cuidar el río. La ambición inagotable que caracteriza a veces a la especie humana la lleva a querer matar a la gallina de los huevos de oro. Es una falta de inteligencia colectiva", expresó el especialista.

El nuevo enfoque propone considerar a los ríos como ecosistemas vivos y poner en marcha la Directiva Marco de Aguas europea, que fue aprobada al final del año 2000 y que justamente refuerza este punto de vista, según el cual, una economía que no sea inteligentemente ecológica no implica un verdadero desarrollo económico.

Al respecto, Arrojo señaló que al asumir José Luis Rodríguez Zapatero, "derogó la parte del Plan Hidrológico Nacional que suponía grandes trasvases del Ebro que iban a ser su muerte, y empezó a revisar la construcción de nuevos grandes embalses, para decir que en este país ya no se puede inundar más pueblos".

La idea que anima ahora al gobierno de España es que "si hemos de hacer alguna obra hidráulica han de ser obras cuidadosas, respetuosas con las poblaciones que viven junto a los ríos", indicó el catedrático y precisó que "hay nuevas tecnologías y nuevos enfoques de gestión de agua que vamos proponiendo desde la red universitaria que se llama Fundación Nueva Cultura del Agua, que tiene el apoyo de 70 universidades españolas y portuguesas".

Se trata de buscar una gestión que sea "razonable económicamente pero también razonable social y ambientalmente, haciendo de la participación ciudadana una clave fundamental. La gestión de agua no puede ser sólo cosa de tecnólogos, la gente tiene que formar parte de las decisiones", resaltó Arrojo.

Para concluir afirmando que "esa prepotencia tecnológica con que hemos querido dominar a los ríos ha sido arrogancia ignorante. Hay que volver a una mayor sabiduría, desde una humildad científica, que es aprender de la propia naturaleza que tiene una ingeniería maravillosa".

Laura Osti