Colón
Un empate con sabor amargo
La igualdad en dos goles frente a Racing anoche en el Centenario dejó un sabor amargo en las huestes sabaleras. Necesitaba imperiosamente el triunfo para aspirar a disputar algún certamen internacional, pero no se dio. Además, el equipo no jugó bien ni logró -apelando sencillamente al oficio- sostener un resultado que siempre le fue favorable.

De tiro libre, a la carrera, en la ratonera, enfrentando a un grande peleando el campeonato como Racing, con las tribunas llenas como a él le gusta. Así, con una escenografía futbolera soñada, casi como Dios manda, el máximo ídolo de Colón en los últimos pegó el grito número 70 con la camiseta sangre y luto, alcanzando en los registros históricos a la "Chiva" Di Meola en Primera División. Como no podía ser de otra manera, Esteban Oscar Fuertes lo festejó como nunca: gritó, corrió, se sacó la camiseta, la besó, después la revoleó y le regaló el gol número 70 a la gente. A su gente. Ni se dio cuenta "Bichi" que había sido amonestado por sacarse la camisa, porque en ese momento estaba buscando a sus seres queridos en los palcos. Dicho sea de paso, se nota que el bebé que está en camino llega con el gol bajo el brazo: alcanzó los 70 en Colón, quedó a 6 del club de los 100 en Argentina y trepó hasta el número 9 de conquistas en el actual torneo, con la salvedad de que no jugó las primeras cuatro fechas por estar sancionado y se perdió otra más por acumulación de amarillas.

Todo lo que le pasó a Fuertes, que realmente logró que la cancha se venga abajo con su gol que ponía 2-1 arriba el resultado, fue lo mejor que le pasó a Colón. Porque el punto no sirvió para nada y la actuación tampoco. Es más, en lo futbolístico, quedaron flotando algunas preocupaciones. Que, además de rendimientos individuales y funcionamiento colectivo, en esta ocasión -casi por primera vez- también lo incluyen al técnico de Colón.

Ayer, el "Tata" Martino quedó al desnudo con algunas decisiones que tomó. En el armado del equipo, en la elección del banco y en los cambios que metió durante el partido. De entrada, en la elección de los once, se sabía que -por cuestiones ajenas al fútbol- Colón se quedaba sin su volante más rápido (Alejandro Capurro) con buen manejo de balón. Una vez más, la opción de Iván Moreno no fue la correcta, pero ni siquiera esta vez hubo indicaciones para cambiar a los volantes de lado para buscar variantes.

El armado del banco, inexplicable: 1) ¿para qué llevar dos jugadores de marca neta al banco como Chitzzof y Garcé si se sabía que el único resultado que servía para entrar a las copas era ganar?; 2) ¿para qué relegar al pibe Bieler, por ejemplo, para poner a un "Pipa" Estévez que llegaba sin fútbol y se muestra emocionalmente como un jugador totalmente "desganado"?.

Cuando uno mete en la licuadora algunos bajísimos rendimientos individuales, la falta de funcionamiento en el medio y los desaciertos en las elecciones del entrenador, se encuentra con una contradicción: el punto, que no le sirve para nada, terminó siendo un premio para Colón. Porque Racing fue más: en juego, pressing, situaciones de gol, motivación. Si no ganó en Santa Fe fue porque Colón defiende con una muralla que es impenetrable como el "Cata" Díaz y porque arriba el "Bichi" Fuertes se volvió intratable con las redes rivales: clavó 9 goles en 11 partidos y -junto a Calderón y Lujambio- escolta al máximo artillero del torneo que es Pavone, de Estudiantes, con 14 gritos.

Un capítulo aparte y con sensaciones encontradas generó el domingo para el arquero de Colón. Es que Tombolini salió mal en todos los centros, incluyendo en el paquete los dos goles de Racing (en el segundo, en complicidad con Chitzzof). Pero también es cierto que tapó tres o cuatro pelotas que tenían destino de red, como ése cabezazo en el final desde medio metro que le sacó a Cardetti al lado del caño derecho y que Racing todavía hoy lunes está lamentando.

Darío Pignata