El notable Nacional de Buenos Aires
Horacio Sanguinetti y la dirección de un gran colegio
Desde que se recuperó la democracia, es el rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, el colegio que la literatura incorporó a la memoria colectiva a través de Juvenilia. Sanguinetti es un hombre de ideas progresistas, y sus libros sobre la reforma universitaria y la vida de Deodoro Roca formaron a muchos jóvenes alrededor del ideario democrático.

Por Rogelio Alaniz

-¿Qué significa para usted dirigir el Colegio Nacional, que es una parte importante de la historia de la Argentina?

-Colma mis ambiciones terrenas porque el colegio es un poco mi casa. Yo fui alumno, después, profesor; luego, me echaron; finalmente, volví. Mi padre fue rector del colegio, no mucho tiempo, pero fue profesor más de cuarenta años. Al colegio yo lo siento como si fuera mi casa. Tenemos una pasión un poco alarmante, somos medio insoportables cuando nos hablan de nuestro colegio.

-¿Cómo es su relación con los adolescentes?-Los jóvenes de hoy tienen muchas cosas de los jóvenes de siempre. Los jóvenes siempre hemos tenido propósitos de luchar por nuestra patria, por la humanidad, contra la injusticia y esto se mantiene latente, por lo menos en los jóvenes con los cuales yo trato. El colegio no es un muestrario muy exacto de la sociedad en general, sino una especie de islote. -¿Es un colegio de élite?-Yo diría que es un colegio que atiende a la inteligencia nacional, es como una esperanza de la inteligencia nacional. Creemos que tenemos una institución donde las cosas funcionan con cierto rigor y eficacia, y creo que lo hemos ido logrando entre todos, empezando por los mismos chicos. -¿Por qué dijo hace unas semanas que no le iba a temblar el pulso en echar a quinientos estudiantes, si fuera necesario?-Esas declaraciones son absolutamente falsas; yo no dije eso. -¿Qué dijo, entonces?-Lo que dije es que no hay por qué hacer una toma, que es un peligro muy grande para el colegio, para sus bienes, para su prestigio, para ellos mismos, que hay otras formas de protestar que yo apoyo. Los alumnos me dijeron, entonces, si yo aplicaría la norma que prohíbe las tomas; yo les dije que las normas están para cumplirlas, jamás dije quinientos chicos, eso es un abuso de la retórica. -De todas maneras, hay exigencias. Por ejemplo, este colegio tiene un examen de ingreso muy difícil.-En realidad, hay un curso de ingreso. Al examen lo reemplazamos por un curso de ingreso, donde al niño se le enseña todo. No necesita ir a ninguna academia, aunque hay padres obsesivos que los siguen mandando. -Sé de un instituto privado al que se considera indispensable asistir para aprobar el examen de ingreso.-Nada es indispensable. Conozco casos muy concretos de chicos que estudian en sus casas y hay chicos a los que les ha ido muy bien y no han ido a ninguna academia. -¿Cómo es el curso de ingreso?-Dura prácticamente todo el año. Tienen doce evaluaciones, hay tiempo para que les vaya bien en una, mal en otra y recuperarse. Esas evaluaciones se corrigen anónimamente: nadie sabe a quién está corrigiendo, son muy exactas y no hay protestas. -¿Por qué tienen privilegios los hijos de los profesores o los hijos de los que estudiaron acá para elegir los turnos?-Los mejores treinta promedios de ingreso pueden elegir el turno. Es verdad que los hijos de funcionarios del colegio o profesores que tienen un horario determinado tienen opción para traer al chico en ese horario, pero eso no excede los cinco o seis casos por año. -El sorteo, ¿se hace atendiendo los promedios más altos?-Sólo los treinta mejores eligen el turno. Al alumno que tuvo el promedio 31, a lo mejor le toca por la noche y no se cambia a nadie al menos por un año. En el segundo, si hay vacantes, se pueden cambiar... Y, ¿sabe qué sucede?... Nadie en segundo año pide el cambio, porque el turno noche es precioso, es el turno más lindo que hay. -¿Qué me dice del problema del chico o de la chica de trece años en Buenos Aires, saliendo a la noche, tarde?-Hemos tenido más problemas de asalto a los chicos al mediodía que a la noche. A la noche se acompañan y realmente no hemos tenido ninguna dificultad. -¿Cuál es la política educativa del colegio en términos de capacitación, renovación, actualización?-En el colegio se han ensayado y creado muchas novedades. Por ejemplo, la gramática estructural en su momento. El Nacional es un colegio humanista y mantenemos los cuatro cursos de latín, un idioma que es un gran formador de la inteligencia. Enseñamos Historia del Arte, Derecho Constitucional, Economía Política. -¿Qué exigencias académicas hay para los profesores?-Para ser titulares, los profesores tienen que pasar por un concurso muy difícil. -Y en sus tiempos de estudiante, ¿cómo eran los profesores?-Había grandes maestros. Me acuerdo de Monarzan, de Valeiras, mi propio padre Florentino. Todos los profesores titulares, Fernando Marquéz Miranda en Historia; Fredo Solá, el abuelo de Felipe Solá, en Botánica, y al lado de esos teníamos otros que eran unos mamarrachos totales, los sostenía el régimen durísimo de la disciplina del colegio. -Hoy, ¿cómo anda la disciplina?-En la disciplina actual, la libertad y el orden se han conjugado bastante bien. Si usted mira el colegio ahora mismo, va a ver que hay un silencio, un orden bastante espontáneo; el preceptor no está encima del chico impidiéndole hablar, como pasaba en nuestra época, en que no nos dejaban hablar. -¿Cómo funciona el cogobierno? -Tengo un consejo asesor que es meramente asesor, donde hay tres alumnos que se eligen por voto universal, secreto, obligatorio. El consejo es asesor porque los chicos son muy jóvenes para tomar decisiones. -¿Está permitido el centro de estudiantes?-Lo primero que hice cuando asumí en el '83 fue permitir el centro, que entonces era clandestino. -Su relación afectiva con el Colegio Nacional proviene, me decía usted, de que su padre fue rector y usted, alumno...-El colegio atrapa enormemente a la gente que llega a él, inspira más pasiones que Cleopatra. Acá hay ordenanzas que se hacen matar por el colegio si es necesario, pero también hay gente de afuera que lo odia. -¿Por qué?-Porque dicen que es elitista, que somos insoportables, que acá no hay chicos de la villa miseria. Y no es así, porque la composición social es de clase media alta hasta clase media muy baja, con problemas dramáticos. -¿Cuántos estudiantes tiene el colegio?-Tiene dos mil quinientos alumnos y mil a mil quinientos aspirantes a ingreso. -Recuerdo que en algún momento hubo advertencias muy serias respecto de la tradicional fiesta de los estudiantes de quinto año.-Si, porque eso había ido degenerando y por ese camino iba a pasar un Cromagnon. Era una costumbre bárbara, había heridos, roturas del edificio. Hubo mucho intentos para que esto se civilizara y, previa consulta con la universidad, se decidió prohibir esos excesos. -Y ahora, ¿está terminantemente prohibida?Sí. Hace cinco años que no se hace. El que lo hace queda libre. Después, la universidad impuso sanciones más graves todavía, sanciones disciplinarias de la universidad. Cinco años de suspensión, por lo cual no pueden retirar el título, o sea que no pueden estudiar en ninguna parte, ni en una universidad privada. La sanción puede ser durísima. La del colegio es que das la vuelta olímpica y quedás libre y das las doce materias. -¿Cuál es su orientación política?-Aspiro a ser un demócrata republicano, creo que la democracia social en sentido republicano con preocupaciones sociales. He estado cerca de la Unión Cívica Radical, sin estar nunca afiliado a ningún partido. He sido y soy muy reformista en la universidad. -¿Cómo ve a la educación hoy?-Mal. Yo creo que el Estado argentino es el que debe retomar la iniciativa y poner mucha fuerza, crear colegios en las provincias, que dependan del propio Ministerio. Decidirse a favor de la educación. Cuento hasta el hartazgo las anécdotas de Mitre. Mitre refundó el Colegio Nacional, le puso Nacional como a todo lo que él creaba. Cuando era presidente de la República, se aparecía sin avisar y se metía en una clase, para ver cómo iban las cosas, y después, se retiraba satisfecho. Era un modo de decirle a la gente: esto es importante.